A veces, resulta mucho más difícil determinar en qué grado de temperatura está el agua tibia que algunas verdades de la Política. Esta tiene que ver con la lucha de clases, con las contradicciones entre las clases y los partidos políticos, con el Estado –en general- y con sus instituciones –en particular-. Sólo cuando el comunismo le produzca la estocada final al Estado y todos sus aditamentos, es que la humanidad podrá cantar o declamar en un solo coro: “Hasta aquí llegó la vida de la política. Enterrémosla en la sepultura de donde nunca más pueda resucitar”. Eso mismo, y no se ofendan los abogados o juristas, sucederá con el Derecho. Todavía gozan de tiempo para ejercerlo en bien o en mal de la sociedad, porque su esencia será siempre la de legalizar la injusticia y no la verdadera justicia social.
No comparto el criterio de descalificar a los políticos por el simple hecho que no compartan nuestra ideología o concepción de mundo. Eso no quiere decir que no deben combatirse sus opiniones o conceptos políticos, ideológicos o económicos. ¡He allí la importancia de la batalla de las ideas! En éstas ganan más las palabras que las balas. Creo que Henrique Capriles Radonski era el candidato que necesitaba la Oposición para enfrentarlo al camarada Chávez en el proceso electoral del 8 de octubre en 2012. Cualquier otro no hubiese, así lo pienso, obtenido los seis millones y medio (6.500.000) de votos que lograron. Como podemos decir otra, a mi juicio, verdad: cualquier otro candidato que no hubiese sido el camarada Chávez, no hubiera llegado a los ocho millones seiscientos mil (8.600.000) mil votos que obtuvo. No estoy diciendo que hubiese perdido con Capriles para que no se mal interprete lo que estoy exponiendo ni tampoco estoy subestimando a nadie. Lo que quiero decir es que ciertamente Capriles, lo queramos reconocer o no, es el líder o dirigente de mayor peso electoral con que cuenta la Oposición. Y en caso de que el camarada Chávez, quieran las manos y los conocimientos de las ciencias no sea así, no pueda seguir ejerciendo la Presidencia de la República y se llame a nuevo proceso electoral, la Oposición pondrá a competir con el camarada Maduro a Capriles Radonski. Estamos obligados a vencerlo. Es necesario vencerlo.
Soy de los que piensa que para participar en un proceso electoral, incluso por la Presidencia de una nación, no es –podemos lamentarlo si lo deseamos- imprescindible ser culto, tener un amplio dominio de la ciencia política o de la sociología o de la geografía o de la economía o del derecho. No, se trata más bien de cierto dominio de la sicología de masas que puede estar intrínsecamente relacionado con muchas verdades, con pocas verdades, con muchas mentiras, con pocas mentiras, con medias verdades y hasta algunas piadosas, pero siempre fundamentándose en las más urgentes necesidades de la mayoría de la población. No se conoce experiencia alguna donde un candidato a la Presidencia se pare frente a las masas y les diga: “Voten por mí, pero les juro que no voy a solucionar ninguna de sus necesidades si triunfo”. Eso es la teoría. Incluso, una buena oratoria ya es en sí un punto de partida importante para alguien que aspire a un cargo político relevante. Por supuesto que no me voy a poner hacer un análisis de los elementos señalados en ninguno de los líderes de la Oposición pero tampoco del proceso bolivariano. Simplemente, me quiero limitar a la idea que sirve de título a este artículo: A los chavistas: “Sólo les interesa defender el coroto”. Y por coroto, cualquier persona en este país o en cualquier otro entiende el poder político o Gobierno.
En estos días el excandidato presidencial y actual Gobernador del estado Miranda, Capriles Radonski dijo algo que en política o es una inocencia injustificable, por un lado, o, por el otro, una injustificable inocentada para tratar de pescar en río revuelto. Dijo, refiriéndose a quienes están en el Gobierno actual en Venezuela (el chavismo más concretamente), esto: “Sólo les interesa defender el coroto”. Partamos por el comienzo: si un partido o movimiento político o de cualquier otra naturaleza que tenga en sus manos el poder político no lo cuida, no se interesa por defender ese coroto, mejor es que se aleje lo máximo posible de la lucha de clases, de la lucha política, de la lucha económica, de la lucha ideológica, es decir, que se resigne eternamente o mientras viva a todo lo que acontezca a su alrededor y en su interioridad sin que le importe para nada el curso que se desarrolle de los acontecimientos históricos. Y, precisamente, el menos que ha debido decir semejante inocentada, y pienso que ni él mismo cree en lo que dijo, es Capriles Radonski porque él perdió la elección presidencial y le quitó la oportunidad a Ocariz quien era el candidato de la MUD a la Gobernación del estado Miranda. Pudiéramos decir entonces: a Capriles Radonski “sólo le interesa defender el coroto en el estado Miranda”. Además, así lo creyeron en la MUD, que Ocariz hubiese perdido la elección ante el camarada Elías Jaua.
Bueno, en definitiva: quien esté ejerciendo función de Gobierno y no cuide ese coroto, mejor que se lo entregue, sin necesidad de elección o de conflicto armado, a sus adversarios. La burguesía tuvo una experiencia al respecto. No se interesó por defender en Hungría, por allá en los años de la Revolución Rusa, el coroto. Se lo entregó al proletariado pero luego se percató que ese coroto valía mucho y se lo arrebató al proletariado que, tal vez, no supo defender el coroto. El que no cuide el coroto estando con el poder político en sus manos, mejor que se cuelgue de una mata y pase a mejor vida. Si alguna alma en el Infierno dijera que al Diablo sólo le interesa defender su coroto, lo más seguro es que lo ahogue en una paila hirviendo de azufre para cobrarle su inocencia o por datear a sus adversarios que quieren derrocarlo, precisamente, para salir de su mandato. Eso se parece mucho al hombre que estando enamorado de la mujer de su enemigo, acusa a éste de interesarse sólo por defender su matrimonio y, especialmente, su corota.