A 21 años del 4F, Chávez, el líder venezolano del siglo XXI, no puede ser imprescindible para la continuidad de la revolución bolivariana y aún menos para la construcción del socialismo bolivariano. Lo que afirmo sin duda generará rechazo en aquellos que dicen desgarrarse las vestiduras por el Presidente Chávez o son más chavistas que Chávez por interés o por verdadero y descontrolado amor, pero debe ser una reflexión permanente si realmente queremos un país con un Estado Comunal en pleno desarrollo, donde las comunas y los consejos comunales sean los espacios articuladores de la satisfacción de la necesidades básicas y el emprendimiento y éxito de proyectos socioproductivos, a través de empresas de propiedad social en conjunto o coexistencias con emprendimientos privados no monopólicos y con alguna conciencia social nacionalista.
La construcción de un proyecto socialista debe trascender a cada uno de nosotros, y no puede estar circunscrito a la existencia o estado de salud de alguien, por más importante y significativo que sea para nuestra historia. Cuando Chávez insurge el 4 de febrero, no fue para convertirse en un caudillo o monarca, fue para romper el hilo de la historia hasta ese momento desarrollada y generar una ruptura entre el pasado puntofijista y el presente y futuro bolivariano y socialista.
El 4 de febrero no nació con la intención de crear una nueva casta política, sino, para generar una revolución donde los pobres mejoren su condición de vida a la par que se empoderen de su legítimo derecho al ejercicio directo del poder. El 4F fue el momento en que el pueblo venezolano transformó la rabia económica y social del 27 de febrero de 1989 en una conciencia política desde el sector militar que junto al sector civil estarían a punto de iniciar un cambio sin vuelta atrás, que fuese la expresión del pueblo, no sólo de un hombre o un partido.
Pero sí, un hombre ha sido necesario y fundamental para llegar a donde hemos llegado, ese ha sido Hugo Chávez, y claro que hemos necesitado de un partido y varios a la vez, primero el MBR-200, después el MVR junto al Polo Patriótico, y por último el PSUV y el Gran Polo Patriótico para operacionalizar un proceso histórico que sin la confluencia de todos estos factores muy difícilmente se hubiese podido lograr todo lo que hasta ahora se ha logrado.
Sin embargo, aquellos que afirman que “con Chávez todo, sin Chávez nada”, difícilmente ahora podrán seguir utilizando esa consigna, por el delicado estado de salud del Presidente, y porque esta revolución ya ha madurado más allá de una consigna. Sin embargo algunos hipócritas han tratado de usar y ampararse en la figura del líder y padre del proceso revolucionario para utilizarlo como escudo, bandera o excusa, incluso para contradecir en sus propias acciones lo que Chávez ha dicho o ha representado hasta ahora. Desde aquellos más marxistas que el viejo y querido Marx, que siempre negó ser marxista, entre otras cosas por (como dijo Ludovico Silva; parafraseado) negar el dogmatismo estúpido de su pensamiento, hasta aquellos llamados boliburgueses que reproducen el discurso oficial sin sentirlo, ni compartirlo, pero mucho menos vivirlo o pretender practicarlo, logrando con ello enriquecerse o acumular capital de manera desproporcionada, a expensas del Estado y la corrupción.
Todo proceso político revolucionario en nuestra era, debe pretender sumar voluntades, incorporar masas, pero además tiene el reto de que sea una suma o incorporación consciente. Tenemos 4 maneras de perder la revolución socialista:
Asumiendo que sin Chávez no hay más camino que andar, que la revolución empieza y termina con Chávez.
Siendo sectarios, sin pretender sumar voluntades, convencer o persuadir al adversario o al dudoso de este es el mejor camino y negando la crítica y la autocrítica leal y comprometida.
Dejando que por la búsqueda de sólo sumar voluntades, quienes no lo se suman concientemente sino por mero interés, lleguen a posiciones de poder o de beneficio propio.
Dejando a la inercia el proceso de formación política de los cuadros políticos del partido tal como ha pasado hasta ahora.
El 29 de julio de 2011 Chávez se refirió al uso del color rojo por parte de sus simpatizantes asegurando que “esa gente que se viste hasta de ropa interior roja, es sospechosa”. “¿Por qué tenemos que andar todo el tiempo con camisa roja?”, “Y lo mismo pasa con la palabra socialismo”, así lo consideró al mencionar la iniciativa de un alcalde del partido de inaugurar una “avenida socialista”, lo que calificó de “estupidez”.
El socialismo debe ser un asunto de formación, discusión, debate y formulación de políticas públicas, no sólo un color o un slogan. El 4F, debemos siempre recordar, nace con la pasión revolucionaria, y hoy, entrando en su etapa de adultez, debe permitir la crítica y la autocrítica, además de la exigencia de que se legre la calidad revolucionaria. La revolución ya no puede ni debe ser imponer o improvisar, por lo que jamás debe dejarse de lado el hecho de que estamos hablando de socialismo, no de socialdemocracia ni de posturas acomodadizas. El chavismo es socialista o no es chavismo.
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