14 años en cualquier proceso social, no es nada y menos si los cambios se pretende hacerlos, sin violencia, apegado a las leyes y con libertades mal entendidas por quienes se le oponen, tanto que a veces pareciera un combate desigual, pues quienes adversan el proceso, utilizan armas para acciones que por lo general violan la ley pero que agrupadas en un poderoso sector mediático interno y externo, quieren hacer aparecer como legítimas.
Para una oposición como la que aquí padecemos, es muy fácil aprovechar el estricto proceder de un gobierno por darle absoluto respeto a los derechos humanos, para achacar cualquier respuesta de la autoridad, a la violación de sus derechos; por ello se explica que una oposición sin mensajes, sin proyecto y sin doctrina, tenga aún, un alto número de personas que votan por ella, votos que son el producto o resultado de una terrible campaña mediática, que muestra un país que no es y que logra sus objetivos porque quienes les siguen no van, a otra fuente de información distinta que les permita tener una visión clara de la realidad.
Es tanta la desinformación que para los seguidores de la nada que es con lo que se puede comparar el liderazgo opositor, no hay misiones, o no sirven, no se han construido viviendas como en ninguna otra parte del mundo, no se ha alfabetizado, no se ha aumentado la matricula escolar, no se disminuido el hambre, la pobreza, no se ha llevado la salud gratuita a casi toda la población antes desasistida, no se han elevado los índices positivos como en ningún otro país del mundo.
Dentro de los aun millones de personas que votan inconscientes por los enemigos de la Patria, hay quienes lo hacen por ignorancia, otros por desinformación envenenados por el odio inyectado en sus mentes por medios tarifados y lamentablemente muchos desagradecidos, quienes aun siendo beneficiarios de las bondades del proceso, argumentan que no le deben nada al gobierno porque lo que reciben es una obligación de éste.
Muchos de ellos vienen de recibir cero beneficios en la cuarta república, no habían siquiera conocido un banco por dentro y ahora están recibiendo religiosamente el pago de una pensión homologada al salario mínimo, algo que nadie ha dicho, es exclusivo de este país.
Esto sucede porque le han mostrado desde los medios de la mentira, una imagen totalmente distorsionada y también porque, hay que aceptarlo, la revolución sigue infiltrada por enemigos que desde dentro siguen instrucciones para causar el mayor daño.
Sin embargo hay que aceptar que por sus característica apegadas a la Ley, las dificultades son muchas y a ello se debe, que el proceso no haya avanzado con la velocidad que sí se puede notar en una revolución surgida de la violencia, y no de la voluntad popular como aquí.
Son cuestiones que se pueden contrarrestar con mayor eficiencia, mayor mística de trabajo, mayor entrega, lo cual tampoco es fácil, porque lamentablemente otro aspecto que contiene el avance revolucionario, es el burocratismo que unido a la corrupción, dificultan aun más un verdadero cambio.
Por ello cuando celebramos 21 años desde el 4 de de febrero del 92, del advenimiento de una nueva época que trajo al escenario político el legado del Libertador para intentar hacerlo realidad y apenas hace días conmemoramos 14 años del inicio del la revolución en el gobierno por decisión del pueblo, los revolucionarios de verdad, quienes lo son desde sus comienzos y quienes se han incorporado de manera sincera y que hay que aceptar, en muchos casos, pareciera que son más revolucionarios que los que se ufanan de ello, tenemos que aprovechar estas fechas gloriosas para renovar nuestra fe en nuestros líderes, que tenemos bastantes, a diferencia del sector opositor, en nuestros postulados porque son los mismos de Bolívar y por tanto eternos, en nuestra lealtad a un líder como Chávez que ya, aun enfermo precisamente por su entrega a su pueblo, ha pasado a la historia de los grandes del mundo, pero que por la gracia de Dios aun no se irá físicamente de entre nosotros pues espiritualmente nunca lo hará.
Saúl Molina
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