Siendo fieles a lo dicho, no nos pondremos a opinar sobre la devaluación del bolívar con una autoridad que no poseemos. Hay que ser humildes y reconocer que una de las cosas más desagradables que hay es un sabihondo. Ahora bien, sí abordaremos temas políticos que han surgido, dentro del chavismo, a raíz del asunto de la devaluación. Lo haremos de manera un tanto más calmada que como lo hizo el compatriota Francisco Natera, quien inició un artículo suyo, sobre las reacciones ante la devaluación, clamando: “¡Armagedón, cataclismo, crisis!: así parecen estremecerse algunos camaradas, algunos de ellos de buena fe y otros botando por la boca puras estupideces”.
Antes de entrar de lleno en el tema, nos iremos de cuento: dos amigas maracuchas se encuentran y una le dice a la otra: “Mirá, me gusto conocer a tu marido ¡Qué educado, qué agradable, qué caballero!” Y la otra le contesta: “¿Sí?… ¡Viví con él, pa que veáis!”.
¡Qué diferente es gobernar de verdad a ser un criticón del Gobierno! ¡Qué difícil gobernar en esta época de cambios, de crisis, de múltiples contradicciones! ¡Qué petulancia la de quienes pretenden tener todas las fórmulas para un mundo feliz!
Veamos algunas opiniones descaminadas (aunque expresadas seguramente de buena fe y con el pleno derecho que da el debate democrático). En un comunicado del grupo Marea Socialista se dice lo siguiente: “Desde la dirección política del gobierno se actúa con el viejo método: se toma una medida que golpea el Trabajo y el Salario, sin debate y consulta previa a la otra parte de la bisagra del proceso que es el Pueblo Bolivariano”. Este es uno de los grandes errores recurrentes de estos camaradas, el imaginar que la etapa de transición al socialismo deber ser el ejercicio permanente de una democracia asamblearia donde todas las cosas se deben decidir tras largas discusiones entre todos. Los que dicen esto son los mismos que critican, muchas veces con razón, la ineficiencia de algunos sectores del Gobierno ¿Podemos imaginar algo más ineficiente que un gobierno que para tomar sus decisiones espere a reunir a todo el mundo en todas partes todo el tiempo a fin de consultarles cada paso que dé?
Ahora bien, el pecado original de los camaradas de Marea Socialista queda claro en el título que antecede a su comunicado: “¿En qué quedamos?: “¡Todos somos Chávez!”… ¿y el... “¡Todos Decidimos!?” ¡Qué manera tan absurda de interpretar una consigna! “Todos somos Chávez” significa que todos somos su idea, su proyecto, su intención ¡pero no que todos somos presidentes, por Dios! El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela es uno solo, y se llama Hugo Chávez Frías. En el recaen, como tiene que ser, las principales decisiones estratégicas del país. Por supuesto, esto no significa que los asuntos no se puedan discutir democráticamente, pero las decisiones finales, sobre todo las estratégicas, tiene que tomarlas él, no solo porque legalmente así lo dicta la Constitución, sino además porque aceptamos que es nuestro líder y en ese rol lo necesitamos.
Ahora bien, esto último nos lleva a otra cosa. Algún chavista desubicado hasta pidió la renuncia del gabinete económico. Esto es curioso, porque avala la matriz derechista de que Chávez no está gobernando. Porque si aceptamos que el líder, a pesar de sus dificultades, está al frente del Gobierno, no puede haber ninguna duda de que la decisión de devaluar la tomó él. Es decir ¿por qué estos compatriotas no piden la renuncia de Chávez de una vez, y así afinan sus actuales coincidencias con la contrarrevolución? Bueno, no decimos que quieran coincidir, sino que de hecho lo están haciendo ¿Aceptan, entonces, la versión de ABC, de El País, de El Nuevo Herald, de que Chávez está incapacitado, de que no puede ni hablar y de que están gobernando Fidel y Raúl Castro? Aquí no hay “tu tía”: o asumimos que la canalla mediática tiene razón o confiamos en las informaciones de nuestro Gobierno de que Chávez está tomando decisiones, lúcido y pendiente de la marcha del país.
Si aceptamos esta última versión, entonces no cabe duda de que la decisión de devaluar es de Chávez.
Por otra parte, esta discusión a lo interno del chavismo pone otra vez de bulto los errores de interpretación en cuanto al carácter del proceso venezolano. Según el analista Nicmar Evans “El problema no es si la devaluación es necesaria o no lo es, el problema es porqué después de 14 años sigue siendo la única política económica sincera en el marco del desarrollo de un modelo socialista”. Por supuesto que, en muchos sentidos, habría que decir que el problema es precisamente si la devaluación es necesaria o no lo es. A menos que pensemos que las duras presiones presentes en la economía real deben ser desechadas en beneficio de ejercicios teóricos o académicos (acá no nos estamos pronunciando sobre el fondo del problema de la necesidad, siendo fieles a nuestras limitaciones expresadas al principio, sino a la perspectiva desde la cual Evans asume la discusión) Creemos que el error de Evans reside en la caracterización del modelo que estamos desarrollando en Revolución. Hemos dicho varias veces, e insistimos en ello, que Venezuela es un país capitalista con un gobierno y un proyecto socialistas. En esto no vemos contradicción alguna, pues Chávez ha opinado varias veces que en Venezuela hay un proceso de transición al socialismo. Aquí la palabra “transición” es la clave. En Venezuela importantes sectores de la economía y de los medios de producción siguen en manos de la burguesía. Esto forma parte de las particularidades del proceso venezolano. Es muy interesante, porque estamos tratando de adelantar un modelo inédito donde la economía socialista no se impone, sino que se construye, lo cual hace que la transformación sea muy lenta y dificultosa. Sin embargo, es bueno recordar que todas las experiencias basadas en la imposición de la economía socialista han fracasado o se han visto obligadas a hacer correcciones sobre la marcha. En el primer caso el ejemplo clásico es la Unión Soviética, del segundo caso son ejemplos China, Vietnam y Cuba, que han tenido que reconducir el camino y abrirse a la presencia de formas capitalistas de la economía, en un proceso de aprendizaje, de corrección sobre la marcha y de asunción realista de las condiciones objetivas y subjetivas que afectan la lucha por el socialismo. Está harto demostrado que en esa lucha por el socialismo, las enseñanzas de la práctica, de la realidad, han sobrepasado los dogmas basados en la aplicación mecánica de teorías y manuales. Es que la realidad es demasiado terca y no se somete a los deseos de las personas, sino que se mueve por dinámicas que ella misma genera en el desarrollo impredecible y vertiginoso del cúmulo de contradicciones que actúan en su seno.
Esto último nos lleva a otra consideración, para lo cual citaremos un párrafo de una comunicación emanada por una autodenominada “corriente Lucha de Clases del PSUV”: “La devaluación del bolívar es una medida que viene impuesta por la propia lógica del sistema capitalista y la dominación que sobre la economía ejercen los propietarios de los medios de producción y los capitalistas financieros. No se puede por lo tanto presentar como una medida socialista”. Nadie la ha presentado como tal, así que tachemos esta consideración por su falta de rigor. Pero veamos esto otro: “Hay que expropiar a los Amos del Valle, las 100 familias y grupos monopólicos, nacionales y multinacionales, que controlan todavía los resortes básicos de la economía venezolana (bancos, empresas y cadenas de distribución) y que usan su control para sabotear la voluntad democrática de la mayoría” ¡Ojalá fuera tan sencillo, tan expedito! No hay ninguna posibilidad, no al menos si no queremos generar un shock económico que nos llevaría a un desastre, de expropiar de golpe y porrazo a las “100 familias y grupos monopólicos, nacionales y multinacionales”. Después de hacer más o menos eso, Cuba sobrevivió económicamente gracias al apoyo de la Unión Soviética, que ya no existe. Luego de que ese apoyo terminó, tuvo que vivir un período especial donde no fueron pocas las penurias del pueblo, y de todas maneras ahora ha tenido que asumir la privatización de sectores de su economía y otras medidas que no son en ningún caso un retroceso, sino una readaptación a las complejas realidades económicas ¿Significa esto que tenemos que resignarnos al dominio de los monopolios? Por supuesto que no. Lo que significa es que dentro de las condiciones objetivas y subjetivas de la Revolución Bolivariana y en medio de las grandes dificultades del mundo capitalista del cual lamentablemente aun inter-dependemos en alto grado, la socialización de la economía no puede ser sino paulatina. Para nosotros, en este proceso histórico que será largo y lleno de dificultades, no se trata de tomar el cielo por asalto, sino de ir ganando espacios con maña, con astucia, con realismo.
También dice el documento de la mencionada corriente: “Sólo hay dos maneras de impedir que la burguesía y el imperialismo nos ataquen: una, poniendo fin a la revolución y llegando a pactos y a acuerdos con el enemigo de clase. Dos, tomando de manera firme medidas socialistas que solidifiquen la revolución y armando el pueblo mediante milicias obreras y campesinas”. Creo que nosotros hemos tomado el segundo camino. Solo que lo estamos haciendo con el corazón ardiendo y la cabeza fría. Aquí vale el refrán: “no por mucho madrugar amanece más temprano”. Y el otro: “del apuro solo queda el cansancio”.
El caso de la discusión en torno a la devaluación nos ha puesto a pensar si acaso no se podría hablar de un “Antichavismo con Chávez”. Es decir, de sectores del chavismo que están con Chávez, pero a veces coinciden con el antichavismo más feroz. Muchos de los argumentos que usan algunos sectores del chavismo sobre la devaluación son los mismos que abundan hoy en El Nacional, Globovisión y afines ¿Estamos exagerando? Vean ustedes lo que declaró ayer Ramón Guillermo Aveledo: “En su corta permanencia en el poder, el Vicepresidente de la República, se ha dedicado a mentir acerca de la situación económica para acabar imponiendo un paquetazo que traerá más inflación, más escasez y más desempleo… Maduro miente al decir que es el Presidente Chávez quien gobierna y que las medidas son suyas, por miedo a la reacción popular. Son los hermanos Castro quienes están decidiendo qué hacer con el país a través de la pantomima de Maduro y demás funcionarios del gobierno que, en catorce años obedeciendo, no saben tomar decisiones”. Con razón El Nacional del lunes hacia fiesta en su principal titular de primera plana: “Chavistas critican devaluación e incremento de precios”.
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