Ante un discurso que sea capaz de llegar al corazón del pueblo, al corazón de la patria, la pandilla de miserables, encabezada por su máximo exponente, el llamado miserable Capriles, vuelve a tomar, por asalto, otro símbolo de nuestra revolución Bolivariana: La figura de El Libertador Simón Bolívar.
Ya en el pasado reciente, esta caterva de fascistas utilizó las misiones, se apropiaron de una gorra tricolor nacida del seno del movimiento Clase Media en Positivo y se hicieron llamar de ideales políticos de centro izquierda, para tratar de confundir y engañar al pueblo Chavista. Como aquella campaña les resultó adversa, ahora recurren a la bajeza de llamar a su comando de campaña Simón Bolívar, para hacer creer que ellos son más Bolivarianos que Chávez, más Bolivarianos que nuestro pueblo Chavista y hasta más Bolivarianos que el propio Bolívar.
A la memoria me asalta, cuanto se ofendía la llamada “sociedad civil” venezolana cuando se les llamaban hijos de Bolívar, cuando los llamábamos compatriotas; eso para ellos, representaba una afrenta porque era igual que llamarlos Chavistas. Fue por eso, que el 12 de abril de 2002, en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, ebrios de su fallido golpe de Estado, celebraban a rabiar el anuncio hecho por los golpistas: que la República Bolivariana de Venezuela, la que el pueblo decidió que así se llamara, retornaba a su antiguo nombre de simple Venezuela. Quizá, más adelante, si su golpe de Estado hubiese cristalizado, la renombrarían Estados Unidos de Venezuela que es como a ellos les gustaría que se llamara la patria de ese, de cuyo nombre, estos mal nacidos hijos de la patria, ahora pretenden servirse en la consecución de sus propósitos entreguistas al imperio norte americano.
No obstante, este pueblo alfabetizado por Hugo Chávez, ya sabe interpretar las señales de los tiempos, ya sabe quiénes son sus enemigos, ya sabe que el lobo se viste de cordero y que si ese lobo tiene que arroparse con la piel del cordero, en este caso, la piel de Simón Bolívar para confundir al pueblo, lo harán; pero ese pueblo, lleva sobre sí esa piel, la del cordero, la de El Libertador Simón Bolívar, desde la madrugada del 4F cuando un joven soldado insurge en contra de esa élite que gobernaba al país y que como bien lo dijo el cantor del pueblo Alí Primera en su canción Bolivariana, sólo iban al Panteón Nacional, cada 17 de diciembre, para cerciorarse que el padre Bolívar, ese al cual ahora pretenden usar, estuviese bien muerto.
¡Miserables! ¡No volverán!
¡El que tenga oídos, que oiga!
Dr.
elieceralvarado@hotmail.com
