En unos cuantos diarios venezolanos, usando un rif falso, aparece una propaganda opositora que formula preguntas y respuestas como estas:
¿Tú tienes carro del año y escolta? Yo tampoco.
¿Te vas a calar seis años más de mentiras? Yo tampoco.
Parece bastante a la genial idea vendida por Julio Borges, cejudo aunque no sesudo, dirigente de Primero Justicia y aspirante a mentor de Capriles, según la cual los millones de venezolanos que se desplazaron por el país y fuera del mismo, durante los días de semana santa, formaban parte de una horda de millonarios, bandidos, estafadores, ladrones todos. Juicio por cierto que convirtió en chavistas a una buena cantidad de señores y señoras de la buena vida que se derriten por Capriles, sus pequeñas ideas, vocabulario tan pobre como rica su familia y tan enredado que ni él mismo se entiende, pero con unos ojos “puyudos” que son una nota.
Pero también a una genial percepción, por no decir descubrimiento, en vista que no ofrece cifras, pruebas específicas, de Francisco Faraco, un espécimen extraño de economista, casi un fósil, según el cual en Venezuela “quienes comen son los de las clases D y E pá bajo, los pobres, pues los de A y B, los ricos, están pasando hambre”. Esta versión del banquero y economista falconiano, la ofreció hace poco en el programa dominical de Carlos Croes en Televén.
No hacía un chiste, hablaba con la presunta dignidad que, en veces, se resguarda en los de edades avanzadas; tampoco un juicio senil de quien se aleja del mingo, sino de alguien deseoso de decir algo para congraciarse con su clientela.
Para Julio Borges, el chavismo volvió ricos que, en bandadas millonarias viajan al exterior y a los centros turísticos nacionales, a los venezolanos casi todos. Según Faraco, Chávez creó un extraño país y sociedad donde los ricos pasan hambre y los pobres comen hasta atragantarse. Como decía una vieja y muy extremista canción española de la época de la guerra civil, “que los pobres coman pan y los ricos m…m…”
Uno no sabe si Faraco habló impactado por el “mundo real maravilloso” del boom latinoamericano o los “Cuentos Tenebrosos” de Edgard Allan Poe.
La verdad es que montones de ricos, de la gente de Capriles, se va al exterior a cada momento y en cualquier tiempo de parranda, menos por asuntos de salud porque “allá esa vaina es muy cara”. Por supuesto, habiendo en la villa del señor de todo, entre estos viajeros se mezclan unos pocos chavistas porque también tienen derecho y han tomado sus previsiones. Pero como los viajeros son tantos, síntoma que en este país la cosa no está tan mala como dice la derecha, Borges tiene necesidad de decir algo que descalifique esa elemental y resaltante impresión. Pero él, corto como Capriles, sólo pudo decir aquel descomunal disparate; que de paso fue una ofensa imperdonable a su propia gente.
Sin admitir que las prácticas especulativas, la incentivación de la escasez, según Faraco, están afectando a parte más vulnerable de las clases altas; sectores profesionales, técnicos, no inversionistas de significación, porque como él mismo admite, la red pública de distribución de alimentos hace posible que los pobres eludan el cerco de los de arriba. Es decir - para él, un ejemplar de la derecha - ésta con sus manipulaciones económicas, iniciadas en la industria y entre grandes importadores privados, está golpeando fundamentalmente a su gente, la que se aprovisiona de alimentos en la red privada donde saquean al consumidor. Es bueno saber, que según cifras muy respetables, más de 85 % de los venezolanos come tres veces al día y esta enorme porción está integrada mayoritariamente por pobres.
No es que los ricos pasen hambre, como sin sentido dijo Faraco, haciendo más de portavoz político de baja estirpe de la derecha, sino que los pobres por las peculiaridades del gobierno nacional, han podido comer adecuadamente, pese las artimañas de la derecha que controla gran parte del sector productivo y distribución de alimentos; circunstancia que utiliza para crear el caos y especular.
¿Quiénes tienen carro y escolta en Venezuela?
Los chavistas por el sólo hecho de serlo no lo tienen. Lo puedo asegurar. No tengo ninguna de las dos cosas. ¿Cómo imaginar que tanta estupidez sea posible?
Es imposible pensar que los de a pie, el pueblo mayoritario, tenga carro y escolta; lo que define la estupidez de Julio Borges. Además, es proverbial que la derecha no concibe a nadie asumiendo posiciones, corriendo riesgos y ocupando su tiempo en defensa de sus principios sin que haya prebendas de por medio; como lo es que a ellos siempre les mueve el ¿cuánto hay pá eso?
Tienen carro y escolta los funcionarios del gobierno que por distintas razones les corresponde. Como Capriles mismo, por su condición de Gobernador del Estado Miranda. ¿Es mentira? Como lo tuvieron los funcionarios de los gobiernos de la IV.
Pero si es verdad, que tendremos que calarnos, por seis años más y quién sabe cuántos, a la oposición diciendo mentiras a granel.
Los chavistas pues, por ser revolucionarios, están dispuestos a votar por Nicolás Maduro, sin tener carro ni escolta; como tampoco un candidato idiota. Yo tampoco.