La iglesia chavista y el resultado electoral

Mientras muchos han opinado rápidamente, nosotros, realmente sorprendidos por el resultado electoral, decidimos tomarnos unos días para la reflexión. No es cualquier cosa que en 7 años, desde Rosales 2006 (cuando ganamos con el 62%) hasta Capriles 2013 (ganamos con 50%) nuestro caudal electoral haya bajado… ¡12 puntos porcentuales, una pelusa!

Ayer hablábamos con un camarada que es profesor universitario y este achacaba el resultado a la campaña que hicimos ¿Quién garantiza que con otra campaña nos hubiera ido mejor? ¡A lo mejor hasta perdíamos, con alguna otra campaña que se le hubiese ocurrido a algunos de nuestros genios intelectuales!

Otros hablan mal del candidato Maduro, pero olvidan que ya Chávez perdió, en 2012, 7% del caudal electoral con relación al 2006 (desde 62 hasta 55). Estamos seguros que si el candidato no hubiese sido Chávez, habríamos bajado aun más.

Nosotros creemos, y así se lo dijimos sin tapujos al referido camarada, que achacar el debilitamiento electoral de la Revolución a la campaña o al candidato es una superficialidad, una manera de esquivar el meollo del asunto: los problemas de gestión (ineficiencia) y el estilo de gobierno (burocratismo).

Por supuesto, ya comienzan a aparecer los pontífices del chavismo con los sesudos análisis, secuestrando de una vez el debate que debería ser general. Me hacen recordar una anécdota de los años 60, cuando militábamos en una organización revolucionaria. En una reunión distintos camaradas se referían al pueblo: “El pueblo esto”, “El pueblo lo otro”. De pronto, un compañero, de los más humildes, pidió con cierta timidez la palabra y dijo: “¿Por qué no le damos un chancecito al pueblo para que hable por sí mismo?”.

Si este debate absolutamente necesario, imprescindible, obligatorio, se va a encerrar en los círculos académicos, en las peñas intelectuales rojas rojitas, en las oficinas de los ministerios, entonces estaríamos haciendo más de lo mismo y sería inevitable que continúe la caída libre que nos llevaría al fin del gobierno revolucionario. Nosotros no vamos a pontificar, no creemos que nuestra pequeña cabeza pueda descifrar los intrincados enigmas que este resultado victorioso pero insuficiente nos plantea. Solo propondremos un método general para debatir:

El debate tiene que ser generalizado, un debate del pueblo y no solo de los cardenales de la iglesia chavista. Es la hora de los feligreses

El debate no puede ser una acumulación anarquizada de críticas (y autocríticas, que son menos frecuentes). Seguramente drenaremos así nuestras frustraciones, pero no obtendremos resultados palpables.

El debate tiene que ser dirigido por el partido hegemónico revolucionario. Tal vez no sea el instrumento ideal, pero se nos ocurre que es el único capaz de darle una direccionalidad y una coherencia a la discusión

Esto no quiere decir que este sea un debate del partido, y mucho menos de su dirigencia, que seguramente es parte del problema. Es un debate general, en fábricas, barrios, universidades, comunidades, por la base. Esto nos ayudará inclusive a refundar la conexión de la Revolución con el cuerpo social popular, que está bastante deteriorada

Ha de ser un debate crítico propositivo. No se trata de una cacería de brujas ni de un quítate tú pa ponerme yo. Nuestra dirigencia ha tenido aciertos y errores, incluido Chávez. Aquí vale la frase bíblica: “quien no tenga pecados que tire la primera piedra”.

El debate debe tener seguimiento, relatorías, propuestas asentadas y sistematizadas. Tiene que haber un cuerpo, una comisión, que organice las ideas y las propuestas, y las devuelva resumidas, condensadas, a un nuevo debate que proponga la nueva hoja de ruta de la Revolución

No importa si es un proceso más o menos largo. El hecho mismo de que se diera un debate en esas condiciones sería un cambio radical en el estilo de Gobierno y de la dirección política. Sería una campaña política renovadora, un aire fresco en este ambiente que comienza a despedir malos olores

Nuestra tarea de este momento preciso es la defensa del gobierno de Maduro y de la Revolución Bolivariana contra los embates del fascismo. El primer capítulo de la conspiración parece estarse superando con la combinación de la correcta respuesta dura que han dado el Gobierno y el pueblo, pero vendrán otros. Ahora bien, el debate, tal como lo estamos planteando, sería una herramienta más de esta lucha, un factor organizador y revitalizador del movimiento revolucionario.

¿Está usted de acuerdo con estas propuestas? Entonces actuemos. Adhiérase a ellas y busque adhesiones. Sería bueno juntar cierta fuerza para impulsarlas. Por lo pronto, he abierto un correo para este fin: debategeneral@gmail.com. Bienvenidos, camaradas.


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Néstor Francia


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