Mucho se ha hablado sobre la necesidad del diálogo en nuestro país, como si nunca se hubiese planteado o realizado y convencido como estoy de que el diálogo es un principio fundamental de humanidad, que nos identifica como seres racionales, creo importante fijar algunos elementos que permitan entender sobre que diálogo se está hablando.
Dialogar no necesariamente es negociar, un diálogo puede permitir explorar, reconocer, intercambiar, convenir sin la necesidad de ceder principios, pero ante todo, el diálogo puede permitir fijar reglas entre adversarios que han decidido en democracia confrontar sus proyectos de país.
Cuando el presidente Chávez llamaba a una mesa de diálogo, era con el objetivo de fijar un conjunto de reglas que permitiera la convivencia en función del avance democrático de un proyecto político que debía ser legitimado con los votos y otro que tiene pleno derecho de seguir esa ruta sin violencia. En nuestro país, el diálogo ha sido roto de manera permanente por la oposición, cuando decidió dar un golpe de Estado en el 2002, después, cuando aplicó un paro petrolero, más recientemente cuando se negó a participar en las elecciones parlamentarias del 2005 pateando así el foro de diálogo por excelencia de una República, y en la actualidad cuando no sólo se deslegitima al Poder Electoral, sino que se desconoce al Presidente Constitucional.
Mientras lo anterior ha pasado, el proceso revolucionario ha llamado a diálogo inmediatamente después del golpe de Estado del 2002, ha llamado a diálogo inmediatamente después de la victoria del 7 de octubre, y más recientemente, después del 14 de abril se vuelve a llamar al diálogo, no para conciliar, sino, para poder establecer reglas del juego claras.
Por ejemplo, que importante sería fijar los espacios de participación del sector privado dentro de un proyecto socialista como el que se desarrolla, donde producto del intercambio de ideas, el gobierno le diga los espacios que debe ocupar y aquellos donde no tendrá cabida para así avanzar con claridad y transparencia, entendiendo que el avance del sector productivo comunal y del sector privado será paulatino y no decretado.
Un diálogo con la oposición no puede, ni debe ser un nuevo Pacto de Punto Fijo. Eso sería traicionar el legado de Chávez, una nueva conciliación de élites negaría el avance de un proyecto socialista, decidido por la mayoría que no quiere volver al pasado. pero el país si requiere que los términos sobre los cuales se desarrolle el avance del país sean respetados por las partes, y eso implica diálogo, en el marco de la Política con P mayúscula, todo lo demás sería un error, y facilitaría ponernos al borde de una guerra civil que sólo los más extremos y menos radicales desean.
Pero ante todo este panorama, queda pendiente otro diálogo, un diálogo que sí amerita negociación, que si permitiría consenso, que debe buscar unidad, y es el diálogo dentro del chavismo, dentro de la izquierda, dentro del sector revolucionario del país. Creo un terrible error, así como se hizo en la campaña, empezar de afuera hacia adentro, ¿porqué buscar 10 millones de votos, cuando tienes 8.2 millones que necesitan primero de tu atención para consolidarlos? Es igual en este momento, ¿Porqué empezar un diálogo con la oposición si antes haber iniciado el diálogo y haber llamado a los sectores que lealmente han estado contigo, pero son críticos y propositivos y han sido apartados por ello? Empecemos por la casa y de seguro, unidos nos irá mejor.
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