En las sociedades clasistas, el o los sospechosos de cualquier delito menor terminan entre malolientes rejas cuando son “pendejos”, según la terminología uslarista[1], y viceversa, son impolutos hasta los apresados in fraganti y confesos si pertenecen a la burguesía que se instauró en Venezuela desde los tiempos de ese pionero del saltalanquerismo, conocido como el Catire Páez, un fogoso ex guerrero llanero venezolano que cambió su patria-ya alcanzada con su ayuda personal por Simón Bolívar-por 4 dólares, unos guantes blancos y demás golosinas con las que la burguesía de marras le lavó su cerebro. También han sido intocables los delincuentes si pertenecen al gremio de los adulones de esa subclase proletaria quienes se les conoce como escuálidos[2], en la terminología chaveciana y chavista.
La palabra “pendejos” quedó indeleblemente prendida en el argot criollo nacional por el solo hecho de haber sido empleada de viva voz por el connotado escritor burgués de rancios ancestros, por la televisión en un monopolizado y ventajista programa de adoctrinamiento burgués, y que los embobalicados y humildes “intelectuales” asimilaban como un gran acierto de evaluación sociológica.
Este escritor burgués, Úslar Pietri, es el mismo que denigró del bachiller y de quienes salían del analfabetismo primario por el sólo hecho de que aquel ya estaba consciente de que los centros universitarios sólo servirían en lo adelante para un mejor acabado y perfeccionamiento de conciencia prestada por parte de aquellos bachilleres pendejos[3], quienes con una toga y un birrete alquilados terminarían-como lo han hecho en su mayoría-creyendo que habían dejado de ser proletarios.
Inferimos que tal denuesto lo tomó Úslar de la propia Academia Española, cuyos editores y productores siempre han sido prestos auxiliares de la realeza española.
De resultas, la honestidad del hombre burgués-que los hay-de los trabajadores responsables-.que los hay-y de todos aquellos proletarios con conciencia propia, proletarios que lograron romper y bajar las cadenas del oscurantismo burgués vendido y personificado por figuras apologistas como el Úslar que nos ocupa, esa honestidad y humildad, decimos, fue banalizada y hasta llegó a robustecer la desenfrenada corrupción y delincuencia que terminó repotenciada con de semejante conseja lanzada a los 4 vientos por ese personaje, a sabiendas que todo lo hacía para bien del conservadurismo que siempre representó.
Por supuesto, con la palabrita “pendejos” que silencia y esconde la preciosa condición de los pobres: su honestidad y humildad a toda prueba, estamos ante esas contradicciones burguesas que trastruecan al comerciante en una potencial víctima de su clientela, sencillamente porque uno que otro ladronzuelo suelto y hambriento lo atraque esporádicamente. Y con esa actitud comercial ha pretendido esconder así sus consuetudinarias prácticas de especulación, apresamiento, acaparamiento y demás estafas que conforman el paquete genético que se anida en toda persona proclive a la ganancia sin trabajar, a la compra de mercancías producidos por otros y mantenerlas en fríos inventarios esperando pacientemente a cada una de sus forzosas víctimas que son los trabajadores solventes.
[1] Úslar Pietri afirmó que en Venezuela sólo los pendejos no incurrían en vagabunderías, en corrupción burocrática ni en otras similares prácticas reñida con la honestidad y humildad propias del resto de la sociedad.
[2] Escuálido es sinónimo de adulón, chupamedias, rastracueristas, y afines, unos proletarios que canjean su lucha contra los burgueses por odio a la clase trabajadora de donde proceden.
[3] pendejo.
(Del lat. *pectinicŭlus; de pecten, -ĭnis, pubis).
1. m. Pelo que nace en el pubis y en las ingles.
2. m. coloq. Hombre cobarde y pusilánime.
3. m. coloq. Hombre tonto, estúpido.
4. m. coloq. pendón (‖ persona de vida irregular y desordenada).
5. m. And. muérdago.
6. m. And. Especie de calabaza.
7. m. vulg. Arg. y Ur. Chico, adolescente.
8. m. despect. coloq. Cuba. Persona cobarde.
9. com. coloq. Perú. Persona astuta y taimada.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
marmac@cantv.net