Con tantas evidencias a la mano, a alguna gente “ingenua” aún le sorprende que los diversos factores opositores en Venezuela continúen campantes en su propósito único de desestabilizar el país y, cual fruto a punto de caer del árbol, adueñarse del poder. Esta situación consuetudinaria ha terminado por legitimar todas las tretas utilizadas por la oposición, incluyendo las acciones vandálicas que, de vez en cuando, protagoniza en algunas localidades del país, aparentando luego ser víctimas del acoso y de la represión desplegados por el gobierno chavista, contando para ello con la complicidad de varias empresas informativas que optan por presentar sólo la versión que favorezca sus fines contrarrevolucionarios.
Se reproducen así los mismos discursos y los mismos personeros opositores en radio, prensa y televisión, echando mano a un guión preconcebido, con asesoría irrefutable de la USAID estadounidense, tratando de repetir en Venezuela lo logrado en algunos países de Europa oriental mediante las llamadas revoluciones de colores. De esta forma, lejos de resaltar alguna verdad posible sobre sus intenciones “democráticas”, al igual que los sucesivos gobiernos gringos con los cuales ha tenido que lidiar el proceso revolucionario bolivariano socialista desde sus inicios, promueve mentiras recurrentes que apoyen su agenda oculta. Por lo demás, hasta ahora muchos de los dirigentes chavistas han subestimado irresponsablemente la habilidad de la oposición para captar a quienes, por diversidad de causas, ya no quieren apoyar al proceso revolucionario bolivariano socialista, especialmente luego del fallecimiento de su máximo líder, como también la injerencia de poderes extranjeros en la ejecución de sus planes desestabilizadores. Con esta displicencia, tales dirigentes le están abriendo las puertas a la conspiración, confiando quizás en que, como en 2002, el pueblo saldrá a las calles a derrotar, otra vez, al fascismo opositor; cuestión que no pudiera suceder, dada la ausencia del Comandante Chávez.
Ante esta situación evidentemente desestabilizadora, con un desconocimiento en marcha de todos los poderes del Estado venezolano, al gobierno de Nicolás Maduro no le queda más alternativa que activar los mecanismos legales que limite, sancione y haga desistir a la oposición de sus propósitos anticonstitucionales. En ningún caso podría confiar en obtener un diálogo sincero con los personeros opositores que garantice, de alguna forma, la paz democrática en todo el territorio nacional. Sería de ilusos creer que esto sería posible. La única manera de alcanzarla es renunciando al legado histórico de Hugo Chávez, revirtiendo todos los cambios alcanzados en materia política, social y política que han beneficiado ampliamente a los sectores populares, y reeditar el Pacto de Punto Fijo con unos nuevos actores políticos y empresariales, marginando nuevamente al pueblo venezolano. Lo otro es acelerar el avance revolucionario del poder popular, siendo éste -por demás- la mejor garantía para la continuidad adecuada del proceso revolucionario bolivariano socialista y la opción que habría preferido el Presidente Chávez, antes que sucumbir al chantaje de la oligarquía.
Maestro ambulante
¡¡¡Rebelde y Revolucionario itinerante!!!
¡¡¡Hasta la Victoria siempre!!!
¡¡¡Luchar hasta vencer!!!
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