La sinceridad terrible e injustificable del camarada Evo

 

Pensaba que el camarada Evo era un hombre culto de esos que se forman no sólo en la práctica social sino en la lectura continua de obras y textos de gran valía para los políticos revolucionarios. Me he quedado perplejo ante la sinceridad del camarada Evo. Perplejidad que testimonia mi ignorancia en el conocimiento de la obra y del pensamiento del Presidente boliviano. Y como yo, creo, miles de miles están en la misma situación, aunque la sinceridad del camarada Evo no sea un mal de morirse. Por lo demás, eso no disminuye mi admiración por él, pero sí obliga a decir algunas cosas que ojalá nunca conduzcan a una sinceridad como la dicha por el camarada Evo.

         El camarada Evo, precisamente en una actividad de eliminación de impuestos para el comercio de los libros, le dijo al público presente, al pueblo boliviano del cual es su Presidente y al resto del mundo,  que “No me gusta leer…”. Eso es terrible en boca de un Presidente que habla de crear una sociedad donde reine la libertad, la justicia, la solidaridad, la igualdad de oportunidades. Sociedad, sin duda, que para ser tal tiene que ser culta y para ser culta la sociedad tiene que leer, tiene que estudiar, tiene que investigar, tiene que analizar, tiene que debatir ideas, tiene que ser crítico constructivo y autocrítico destructivo, en fin: dominar un respetable nivel de conocimientos, ser científica. Amén de una práctica social creadora y constructiva y un respetable buen estándar de vida material.

         El camarada Evo, lo dijo de su propia boca, se conforma con ver los títulos de los libros y de cuando en vez se lee un capítulo  cuando mucho porque cuando menos se limita a unos pocos párrafos o pocas páginas. De allí hace sus deducciones de los libros. Parece que jamás se lee un libro completo. Eso es un problema gravísimo, porque el camarada Evo rechaza el mejor alimento espiritual: leer. Sin duda, el camarada Evo fue sincero. Lo que es más: reconoció que el Vicepresidente Alvaro García Linero sí es un buen lector y un buen escritor de libros y, especialmente, en la especialidad de sociología. Sin embargo, el camarada Evo debe saberlo, el socialismo es, entre tantas cosas admirables, lectura, más lectura, siempre lectura.

         Pero la sinceridad del camarada Evo no se limitó a reconocer que no le gusta leer. No, fue mucho más allá, Reconoció, igualmente, que no tiene idea de cómo enamorarse de la lectura ya que tiene ganas de leer. Eso es arrechísimo, porque el camarada Evo está promocionando una campaña para que el pueblo boliviano lea y el debería ser el primer ejemplo, pero no lo es, aunque mucha sinceridad exprese. Es difícil creer, es la parte que veo injusta de su sinceridad, que el camarada Evo desconozca cómo se forma el hábito de lectura, cosa que se logra leyendo, así de sencillo.

         Tal vez, lo ideal es que el camarada Evo consulte o le pida una orientación al camarada Fidel, quien, sin duda alguna, ha sido el lector político más destacado de la segunda mitad del siglo XX. O, más concretamente, nada justifica que teniendo tan cerca de él al Vicepresidente García Linero no haya sido capaz de preguntarle cuál es la mejor metodología para dedicarse a leer. Quizás, producto de su sinceridad, dentro de poco nos revelará el camarada Evo o cualquiera de sus más cercanos colaboradores que el Presidente de Bolivia se ha transformado en un asiduo lector, por lo menos, de textos políticos y doctrinarios. Debe hacerlo por el bien de la juventud y de la infancia de Bolivia. Por eso ahora es cuando se hace más necesario seguir regalándole libros al camarada Evo Morales.

         Para finalizar considero que esa sinceridad, la de que no le gusta leer, no lo desmerita para volver a ser candidato Presidencial de la hermana República Bolivia y ganar. 



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Freddy Yépez


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