La política imperialista de Barak Obama contra Venezuela, es, en esencia la misma del Estado hegemónico norteamericano que no tolera la independencia y soberanía de otras naciones las cuales toman distancia de su arbitrario y violento control del mundo para explotar la riqueza natural y la fuerza de trabajo de los demás Estados.
El gobierno de Obama es el de un Estado a disposición de las poderosas multinacionales que ejerce su poder mediante una infernal maquinaria militar dotada de los más sofisticados instrumentos y tecnologías para aplastar a quienes osen desafiar su dominio y explotación.
América Latina ha sido víctima, desde su independencia en el siglo XIX, de la permanente ingerencia yanqui que ha impuesto su rumbo con invasiones, golpes de Estado y manipulación de unas élites oligarquicas que marchan a su ritmo y en absoluta subordinación. Son los títeres de Washington que reciben migajas y prebendas menores por facilitar el saqueo y ultraje a la dignidad nacional de los pueblos latinoamericanos.
México, Republica Dominicana, Guatemala, El Salvador, Cuba, Chile, Nicaragua, Colombia, Guantánamo, Honduras, Paraguay, Plan Cóndor, dictaduras argentinas, Granada y Bolivia, son capítulos concretos del avasallante y violento poder de esta potencia voraz e implacable que nos tiene como su patio trasero.
Hoy, todo el foco de sus intrigas, maniobras y acciones aniquiladoras es Venezuela bolivariana.
Barak Obama no admite la existencia de una Venezuela, soberana, democrática, popular y socialista.
El Presidente afro está aprovechando el momento de la sucesión presidencial, luego de la extraña muerte de Chávez, para actuar en tandém con el fascismo de la ultraderecha que encabeza Capriles Radonski y sembrar la anarquía, el desorden y desgobierno, argumentando una insatisfacción con el resultado electoral del pasado 4 de abril, que fue favorable ampliamente para el nuevo jefe de Estado, compañero Nicolas Maduro.
Obama y sus servicios militares y secretos, con la CIA en primer lugar, están detrás de las acciones violentas recientes que dejaron muerte y destrucción, en los días posteriores a los comicios electorales. Su silencio es elocuente frente a tales actos de guerra. No dijo ni mu. El es su promotor en coordinación con la oposición escuálida y el paramilitarismo colombiano, que esta muy activo con la complacencia del señor Santos.
No es casual que en su actual gira por América Latina, que incluye visitas a México y Costa Rica, Obama tenga la situación de Venezuela como prioridad de sus discursos y referencias permanentes. Son sus ordenes para profundizar el caos y la desestabilización de la revolución bolivariana y del gobierno del Presidente Maduro.
La ultraderecha fascista sigue escalando su envalentonamiento y agrede con más ganas, acariciando un colapso del proceso de cambios en la patria de Bolivar y Hugo Chávez. Que, obviamente, no lo van a lograr porque en esas están desde el fracasado golpe de abril del 2002.
Es lo que no se puede permitir cruzándonos de brazos. Hay que acudir a la movilización de la multitud y poner en alerta todos los contingentes del pueblo y la nación.
La revolución necesita avanzar y para ello es necesario corregir los errores señalados en abundancia por el pensamiento critico bolivariano. Uno de los cuales es estar dormido en los laureles, como le ocurre a ciertos dirigentes que se proclaman socialistas, cuando en realidad lo que les interesa es el enriquecimiento y los negocios mediante la corrupción y el burocratismo crónico.
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