Cuando el habitual viejito vendedor de la quiniela, pasó frente a nosotros, que sentados estábamos en la parte superior de la tribuna del centro, pese las protestas de mi compañera, casi fanática de nuestro equipo, a aquél grite desde mi asiento:
-“Dame tres al empate”.
-“Tú estás loco. Vas a votar los reales. Este juego está ganado de antemano. Nuestro pitcher, en los primeros lanzamientos ha mostrado un control maravilloso de la zona de strike”.
Esa perorata me largó mi compañera al verme extenderle al recogedor de apuestas, el valor de lo pedido. Luego agregó con evidente disgusto:
-“Te comportas como un traidor o salta talanquera”.
-“Aun así”, le dije, “mantendré la apuesta. Pues en todo caso. Por una u otra cosa que suceda, siempre saldremos ganando”.
-“Te advierto”, hablé de nuevo con mi compañera, “la apuesta es hasta el noveno inning; llegado allí, si no hay ganador, queda anulada”.
Luego, después de pagar y recibir los tres talones de la apuesta a empate, comenté a mi compañera, en voz muy baja:
-“Comparto contigo la idea que el nuevo lanzador está que corta. Su recta echa humo y rabo e´cochino le funciona bien. No dudo que tuvo un excelente maestro y ha dado muestras de haber aprovechado aquellas enseñanzas”.
-“¿Entonces por qué dudas?”, preguntó mi interlocutora.
-“Siempre he sospechado que en nuestra la alineación, sobre todo en la ofensiva, hay mucho bate quebrado.”
Eso dije con convicción, la acostumbrada como para que ella removiese los recuerdos.
Ella cayó, pensó largamente y al rato, comenzó a hablarme de lo que mucho tiempo atrás le había comentado.
-“Si. Es verdad. Has dicho varias veces que parece como muy simple explicar la escasez culpando a un sector o grupo, por muy ladino que ese sea. Que crees deben haber otras razones, además del acaparamiento y la disminución del ritmo productivo”
-“En efecto”, continué yo, “he escuchado a gente que tengo como seria y amiga del gobierno, que los dólares no salen con la fluidez que uno quisiera y la verdadera economía demanda”. “Claro, ellos se defienden diciendo que hay mucho tramposo, pero concreto y objetivo es que no llegan a tiempo dónde deben.”
“He escuchado y leído de un atoro en los puertos que hace que productos importados se arrumen allí más del tiempo saludable para la economía”.
“Aunque estoy claro, que por lo estratégico que mueve a nuestro equipo, el gran capital ha decidido combatirlo con todas las armas a su disposición, se aprovecha de las debilidades nuestras y sobre todo, de aquello que tanto se quejaba nuestro lanzador estrella, ahora en el Olimpo, la ineficiencia y poca capacidad para empujar carreras”. “Se bien del ansia especuladora de nuestros empresarios de todas las áreas y del contubernio en que andan con los gringos para derrotar nuestro equipo, quedarse con la franquicia, el estadio y hasta el pisa y corre, rasgos del juego que dominamos los caribeños”.
-“En fin”, dije como para resumir el asunto, porque ya el juego estaba por comenzar, “en eso de la escasez, pareciera que hay responsabilidades, carencias e ineficiencias de lado y lado. Lo que pasa es que el nuevo lanzador, pudiera no estar todavía bien enterado de las debilidades del equipo; quizás porque ha estado oyendo una sola campana”.
Construir el socialismo, ya anunciado, genera de hecho una fuerte reacción. Está definida la estrategia y sugeridas las tácticas del juego. El adversario se prepara, define su estrategia y día a día elabora sus tácticas. Es decir tiene todo preparado para pararnos y hasta sacarnos del juego.
El juego así planteado, favorecerá a quien tenga mayor capacidad, habilidad y velocidad. Fuerza en el bateo, defensiva impenetrable y rapidez en el correr las bases. Pero también hay que saber mover el banco y quien no dé la talla no es solución pasarlo de primera a segunda, sino no debe quedar ni siquiera en la segunda línea de reserva.
Ellos, el contrario, por ejemplo, como le hicieron a Allende, provocarán escasez y sabotearán el torrente circulatorio de las mercancías. Su éxito será mayor, si nosotros no somos capaces de producir lo suficiente, importar lo que haya que importar de manera oportuna y de paso, dejamos de hacer cosas o las hacemos con lentitud, como para que nos saboteen justificándose en nuestras debilidades. Eso sin hablar de los jugadores nuestros que aceptan “dádivas” para dejar escapar un roling blando o dejarse agarrar fuera de base por estar mirando hacia la luna.
Por pensar esas cosas, cuando comenzó el duelo entre Lorenzo y Nicolás, pese la lealtad a mi equipo y conociendo lo que el otro representa, el pasado, la miseria e injusticia, al ver pasar al viejo de la quiniela, me levanté y contra las protestas de mi compañera, le volví a gritar:
-“Dame tres al empate”. Al instante me compré dos cervezas y las acompañé con arepa y cambur maduro.