El biderrotado, ese sujeto que a los 40 años ya ha traspasado el umbral de lo inaceptable en cualquier sociedad que se precie de tener una justicia que funcione, es esa clase de personas que nacido en cuna de oro, desde que le dan la nalgada, cuando lo sacan del vientre de quien parió esa especie de monstruo, en que se ha transformado, a quien le complacen absolutamente todo, es de los que desde niño dicen cuando ven un juguete: ¡lo quiero, lo quiero! y en seguida lo tiene, es de esos muchachos que en su infancia, adolescencia e incluso de adultos tienen absolutamente, todo, motos de alta cilindrada, de las más costosas del mercado, uno o varios carros como el que conducía cuando lo del acta policial, tarjetas varias de crédito, joyas, ropa de marca, viajes por todo el mundo, un apartamento de 5 millones de dólares, pero por lo general como característica común, pésimos estudiantes, lo cual resuelven para poder obtener un título, a punta de real, como seguramente sucedió, para que sin que le aparezca una asignatura aprobada, haya obtenido el título de abogado, claro para nunca ejercer y entonces incursionar en la política, otra vez, real de por medio, y así lograr llegar en el antiguo Congreso a diputado por un estado como el Zulia, para y salir electo como en la cuarta se hacía, con los votos o sin ellos.
Es un individuo que quiso ser candidato a gobernador y lograr ser electo, porque le funcionó el engaño, a similitud de Juan Peña, personaje del cuento de Pedro Emilio Coll: “El diente roto” y porque ese tipo de seres tiene suerte, afortunadamente temporal, que cuando dice volteársele, es cuando los engañados por él, se avergüenzan de haber contribuido a las estupideces y desmanes que durante su vida cometió, que como en este caso incluyen golpe, paro criminal, persecución y muerte y ahora desconocimiento de la voluntad de un pueblo, para lo cual ha formado una pataleta de padre y señor mío, pero resulta que como a esos niños bien, formados en la opulencia, pero en la infelicidad de tener, cuando por fin tengan que reflexionar, por fuerza de los años o de las circunstancias, que aceptar que su vida fue en verdad un caos, que hizo daño a mucha gente, que lo que logró fue por la imposición de su riqueza, le sale y lo enfrenta, la justicia porque así tiene que ser no le queda otra alternativa a quienes la administran, ya no se podrá burlas como lo hizo, una y otra vez, se tendrá por fin que imponer la autoridad y hacerle pagar sus fechorías, sin temor, en honor a las víctimas y a los deudos, producto de la última rabieta, de este esperpento de nuestra política, que en verdad, estoy seguro lo que produce en el concierto internacional de instituciones y personas es la inexplicable interrogante de por qué esta clase de individuo está libre, y lo peor, incitando todos los días el incremento de la rabia de enceguecidos que le siguen cual marionetas, sin pensar que lo que hacen es perder su tiempo, porque los cuerdos y sensatos de este país, jamás permitiríamos, que la patria caiga en manos de tan aberrante sujeto.
El desenlace pues, de todo lo que por culpa del señorito, que se acostumbró de niño a la pleitesía y a una ilimitada complacencia, no puede ser otro que la acción implacable de la justicia por lo que hemos tenido que vivir los venezolanos y que ha llevado al país al borde de una guerra entre hermanos, y ahora mismo nos tiene superando ataques despiadados de desabastecimiento, acaparamiento y usura, debe imponérsele pues, la mayor condena que las leyes contienen para los delitos, que ha cometido y de los cuales somos testigos todos los venezolanos con uso de razón.
Ello tiene que suceder pronto, sin temor de quienes están obligados a librar la sociedad de desadaptados, las instituciones están solidas, respaldadas por la autoridad que hará que se cumpla lo que la Justicia decida, una Fuerza Armada institucionalista y un pueblo que exige, por ahora pacíficamente, pero que podría modificar su conducta, para respaldar lo que inexorablemente tiene que suceder más temprano que tarde.
Así ha de ser si es que esta Patria quiere definitivamente, continuar la ruta de la Libertad e independencia, por la que estamos luchando y que es el legado de Bolívar, los libertadores que le acompañaron y del Libertador del Siglo 20 como es nuestro Comandante Supremo.