Las encuestas no reflejan la inconformidad de la gente con la impunidad. En verdad, por saber poco de la técnica e interés de las mismas, no sé por qué. Pero leyendo aquí y allá; escuchando a la gente, uno encuentra una abundante opinión que se siente incómoda y hasta molesta con la impunidad.
Por supuesto, por las mismas características del proceso histórico y político venezolano, es posible que esa inconformidad, en muchas circunstancias, aparezca desapercibida o simulada.
El venezolano, en gran medida, atribuye los problemas relacionados con la inseguridad, a la impunidad y por eso, desde distintos ángulos, hasta de la iglesia, uno escucha reclamos cuando se cree el gobierno no los enfrenta con el debido rigor o celo represivo. Pero estas conductas varían ante las diferentes formas de delito e intereses de los factores sociales y políticos.
Ahora mismo, se ha desplegado el plan “Patria Segura”, destinado a contener al hampa, pese saberse que la solución del problema en cuestión es de carácter estructural y largo plazo; pero también es fácil comprender que no se debe permitir delincuentes se apropien de los espacios que corresponde a la gente sana y trabajadora a las horas que sea. Cuando el Estado, por razones que no vienen al caso , no castiga o contiene al delincuente, este se siente libre de actuar y hasta se envalentona por la simple impunidad.
Esa acción del Estado, con el gobierno de Maduro, que creemos pertinente, porque por el hecho de ser un problema estructural que, como tal, hay que abordar, no implica dejar que “mientras tanto” los delincuentes hagan lo que bien les parezca, debe traer la aprobación de la gente, primero porque lo requiere y venía reclamando. Pero hay gente, en distintos espacios, que no quiere que nada se solucione sino que lleguemos al caos; lo que podría conducir a una demanda a favor de la impunidad, expresada en el deseo que el plan “Patria Segura” no se realice o lo que es lo mismo, ponerse a favor de la impunidad. Para seguir entonces denunciando que ella existe, como también la inseguridad. Lo que podría llevar a un sector, hasta la iglesia misma, si es que ya no lo ha hecho, a condenar la iniciativa del gobierno, que ese mismo había pedido pero a la vieja usanza, “plan y pa´ el cuartel”.
Pero hay que afinar las cosas. Hemos usado con conciencia plena la palabra “delincuente”, lo que nos lleva a revisar su significado. Delincuente es aquel que delinque o quebranta la ley.
Por eso, queda claro que quien especula, acapara, comete delito y por lo tanto es un delincuente. Pero estos delitos que se cometen en grandes proporciones en Venezuela contra los consumidores, generalmente quedan sin castigo alguno o en la impunidad. Lo que lleva a quienes en ellos incurren también se sientan si no con derecho, por lo menos con enormes deseos de seguir cometiéndolos. Además conste, que en ellos participan, gozando de la misma impunidad, grandes y pequeños. Es más, según se dice en la calle, es “vox populli”, los grandes han hecho asociación para delinquir con los pequeños. El acaparador, a escondidas, vende al distribuidor pequeño a precio inflado para que éste lo infle más y ¡hay qué ver como sopla!
En los casos hasta ahora tratados, es usual que la opinión pública toda reaccione con disgusto en principio, tenga una posición de rechazo contra esa impunidad, aunque tal sentimiento pareciera no ser recogido por ninguna encuesta. Solo los diarios, se encargan de hablar de ello, del disgusto de la gente; salvo que denuncian la especulación y la impunidad, pero también al gobierno cuando intenta hacer algo para combatir esos delitos. Lo que les convierte en cómplices de lo que denuncian.
De modo que la impunidad puede que la practique el gobierno cuando no actúa como debe; el delincuente que la goza y abusa de ella; pero también la prensa, para manipular al reclamar acción oficial pero denuncia cuando esta se materializa, por afán de vender diarios o favorecer a la partida de la cual forma parte el dueño del medio de comunicación. Como también el político o cualquier interesado como aquél, que habla a los dos lados, tratando de sacar provecho a lo que sea.
De todo lo anterior uno concluye que es bueno lo que decimos en el título; la impunidad es un gran problema nacional.
Pero quedan infinidad de cosas o circunstancias en las cuales la impunidad ha hecho su reinado. Pero para terminar sólo hablemos de una.
Bolívar en “El Manifiesto de Cartagena”, donde señala doce causas que en su parecer provocaron la caída de la Primera República, hace mención a la impunidad y dice, palabras más o menos, que a cada delito seguía un perdón. Eso, por supuesto, envalentonó a los enemigos que se creyeron con derecho y poder para hacer lo que les viniese en gana. En la Venezuela de ahora, sucede algo parecido. Unos tristes y mediocres personajes, hacen de las suyas, dicen lo que les venga en gana, contraviniendo las leyes de la república, ofenden y hasta retan a las autoridades, de paso dando un muy mal ejemplo de civismo y constitucionalidad y “se quedan como si no hubiesen roto un plato”.
Esa impunidad es demasiado dañina, pues atenta contra la legalidad, educación colectiva y estabilidad nacional, política, económica y cuanto se le atraviese. Pero también, esa impunidad, está cansando a un buen número de venezolanos.