Rupturas y secuencias

El proceso bolivariano: entre el control desde arriba y el reclamo constante de las bases

ENTRE Entre el control desde arriba y el reclamo constante de las bases populares para que se les respete cabalmente su participación, su protagonismo y su soberanía, se debate -ahora sin su líder fundamental- la continuidad y la profundización del proceso revolucionario bolivariano socialista. Esta situación (siempre latente, aun en vida del Presidente Hugo Chávez) ha sido hábilmente aprovechada por la contrarrevolución que, segura del éxito de su estrategia desestabilizadora, no ha menguado en sus arremetidas mediáticas, habiendo obtenido su primer efecto en la significativa migración de votos nominalmente chavistas que incrementaron el tope electoral de la oposición el 14 de abril de 2013. Esto ha generado, como lógica consecuencia, algunos debates serios entre la militancia revolucionaria a nivel nacional, preocupada, sobre todo, por la aparente conciliación de clases adelantada por el Presidente Nicolás Maduro, aunque -hasta ahora- los mismos no han concretado una propuesta factible, a corto y mediano plazo, con la cual materializar sólidamente la revolución bolivariana socialista y que entusiasme y comprometa a los amplios sectores populares de la misma manera como lo hicieran, desde un primer momento, al favorecer al Presidente Chávez con sus votos, su amor y su lealtad.

Para algunos, éste sería el epílogo del proceso revolucionario bolivariano socialista, teniendo en cuenta el cúmulo de debilidades, corrupción administrativa e inconsistencias ideológicas que el mismo ha arrastrado consigo, lo cual fuera reiteradamente criticado en su momento por Chávez, pero que jamás motivaron una acción sostenida en el tiempo que pudiera minimizarlas y erradicarlas por completo. En la actualidad, éstas representan un lastre muy pesado respecto al papel que debe asumir Nicolás Maduro como heredero político del Presidente Chávez, cuestión que -de no asumirla y afrontarla con la firmeza y la seriedad revolucionaria que ella requiere- precipitaría eventualmente la caída del chavismo como factor de poder en Venezuela, dando al traste con catorce años de esperanzas, avances y conquistas políticas, sociales, culturales y económicas que resaltaran la dignidad del pueblo venezolano y optimizaran sus condiciones de vida, habiendo servido de ejemplo para los demás pueblos de nuestra América.

No obstante, aún existe la oportunidad de no dejar que ello ocurra. Lo que haría falta es que los diversos movimientos revolucionarios populares sean capaces de comprender la necesidad de promover, desde ya, un viraje crítico del proceso revolucionario bolivariano socialista, sin que el mismo dependa exclusiva y necesariamente de la voluntad del gobierno, por lo que tendrían que plantearse a sí mismos la autogestión en todos los ámbitos posibles hasta conformar lo que sería entonces un autogobierno; dando paso al establecimiento de un nuevo Estado, de carácter participativo, socialista y popular, que sustituya de forma radical el Estado burgués-liberal todavía vigente. De esta manera, los augurios pesimistas que ahora se ciernen sobre el proceso revolucionario bolivariano socialista serían disipados, recuperándose -en consecuencia- ese nivel de compromiso revolucionario, de activismo político y de entusiasmo popular que originara Hugo Chávez desde su primera aparición pública el 4 de febrero de 1992.-


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Homar Garcés


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