Justo en el año 2011 se apagó la luz más profunda e importante que alumbró las esperanzas de la liberación de los hombres y de las mujeres. Fue el gran y recordado soñador marxista, Franz John Tenesson Lee, sudafricano, profesor eterno, Doctor en Ciencias Políticas y catedrático incansable quien alojó en su esmero y dedicación sobre la que muchos llaman la ilustre Universidad de Los Andes en la ciudad de Mérida, la cual lo albergó por más de dos décadas.
Muchos fuimos sus estudiantes. Aún lo escuchamos recitar poemas en su lengua natal, Sudáfrica. Uno de sus gestos más solidarios fue el recorrido en una gira mundial por una treintena de países hasta llegar a la sede de la Organización de las Naciones Unidas en New York, allí fue a reclamar la inmediata libertad para sus compañeros encarcelados bajo el duro despótico régimen pretoriano del apartheid. Eran sus hermanos de conciencia, sin derechos y que su única suerte fue la de luchar.
En los salones de clases y por los pasillos de la Facultad en la Escuela de Ciencias Políticas guareció sus conocimientos, batalló por sus principios, siempre anduvo con los perdedores, nunca perteneció a grupitos de división, su objetivo eran sus amados estudiantes de pregrado y postgrado.
Utilizó una boina color negro, siempre la llevó terciada junto a sus camisas manga larga color azul pálido. Transportó su gorra como un homenaje, honor y respeto junto a sus compañeros de estudio, quienes un día juraron nunca quitársela después de haberse enterado del vil asesinato del comandante guerrillero Ernesto Che Guevara y de la invasión a Checoslovaquia.
Franz John Tenesson Lee, fue honor, maestro, profesor, respetó y se dedicó a la academia sincera, altruista, supo defender sus principios, propicio la libertad y el amor, lucho contra el fascismo en todas sus expresiones, fue un caballero de la resistencia internacional.
Se dedicó a la causa de la emancipación mundial. Atacó fehacientemente la superestructura capitalista mundial. Era duro y severo contra la explotación histórica a la cual los sistemas han mantenido hundido al hombre. Rescato el pensamiento del marxista alemán
Siempre fue un joven y alegre maestro, respetuoso, solidario hasta con sus vecinos, dicharachero y de un muy buen y constante humor.