Turula, no está de acuerdo con nada. Dónde y con quién se encuentre, hace uso de su explosivo discurso:
-“Esta vaina no camina; los pequeños y boliburgueses nos tienen a monte. Los reformistas se han cogido la revolución para ellos y no toman las medidas que la revolución demanda para derrotar definitivamente el control burgués sobre le economía y el Estado”.
-“No entiendo como no hacen lo que deben si la vaina es tan fácil, basta recordar lo que dijo el caimacán aquél” y, después de decir o escribir lo anterior, se larga una cita que uno no sabe si es para la gripe o el dolor de muelas.
Dice verdades, o manifiesta inconformidades que todo el mundo comparte y sabe porque son tan grandes que, desde allá lejos, donde el viento se devuelve y mi hermana va a comprar todo para ver a cuánta gente pueda y pasar más tiempo en la calle, se ven con claridad. Hasta la gente del gobierno se las sabe de memoria, sólo que una vaina piensa el burro y otra quien sobre él va montado. Sólo que Turula, los suyos y quienes fuera de su anillo de fuego dicen lo mismo, creen que más nadie se da cuenta y angustia. Pero insiste e insistirá, porque aparte que piensa que se la está comiendo, tiene la firme determinación de abrirse su espacio, camino expedito para llegar dónde, ¡jura por ésta!, se asegura a sí misma, debe estar.
Le encanta a Turula repetir una, dos y hasta mil veces a la semana, como quien tiene al mundo agarrado por los cuernos, “el socialismo no se construye con las armas melladas del capitalismo”. Cada vez que dice eso, mira hacia los lados y, como los toreros en una tarde exitosa, a los tendidos, busca los aplausos y dice para sus adentros:
-“Me la comí”.
Pero Turula dice más, porque oye aquí, allá lee sus cosas misteriosas en papeles amarillentos, escritos en otras circunstancias, espacios y halla en ellos, ¡milagros de su enorme capacidad imaginativa!, la respuesta a todo problema. Sólo que ella y sus allegados, por su enorme capacidad de discernimiento, no creen necesario concretar o traducir para los demás, sino que repiten, literalmente, lo que leen; está convencida que la frase anterior y estas otras, son suficientes para alumbrar el camino.
De manera que, como para ella todo eso está claro, tal como lo ha demostrado; de lo que se trata es que quienes están en el poder son unos desclasados, vendidos, enemigos de la patria y la revolución y todo lo que se pueda decir en ese lenguaje escatológico que Turula usa en el manejo de las relaciones con los “aliados” y compañeros de farra. Porque eso sí, Turula y sus amigos son caballeros defensores de la unidad y nada tienen de apóstatas.
Lo que uno lamenta es que ella y los suyos, no se hallan percatado que quienes están en el gobierno y unos cuantos que no, no vemos fácil el camino y lo que dicen los libros sólo son aproximaciones; es doloroso que no comprendan que lo que ellos saben, como lo dicen en lenguaje encriptado, para pensadores altos como ellos, los demás mortales de la revolución no sabemos a ciencia cierta ¿qué es lo que quiere el negro?
Como uno lee su escribir u oye hablar misterioso, muy engolado y para pensadores más allá de la vulgaridad chavista, cree que ellos se comunican en clave y se mandan mensajes misteriosos. Hasta que tienen las soluciones para todos y todo, pero no están dispuestos a brindarlas a cambio de nada o a menos que a ellos les pongan el timón en la mano. Los balurdos, cuando hacen una crítica, la acompañan de una proposición concreta; eso es ordinario y nada original. Para Turula y los suyos, el abordar cualquier tema hay que buscar, como una aguja en un pajar, una oración de algún clásico o algo que se le parezca y lanzarla, caiga dónde y a quién, no importa. Si no tiene que ver con el problema mismo, menos porque eso sería una vulgaridad y además resolverles el problema a otros. ¡Cada quién que se moje si quiere pescar guaraguaras!
Por eso, Turula no quiere nada con quienes mandan. Tampoco está de acuerdo con nada que no digan ellos. Menos con lo que hacen otros, porque eso sí, Turula y los suyos, no hacen nada porque eso es pragmatismo. Ni un paso atrás. Plomo parejo contra el gobernador y por mampuesto contra el presidente. Aunque a éste, Turula lo evade, no lo confronta, porque quién sabe, ¡llueve y escampa! A lo mejor alguien se da cuenta que Turula y los suyos tienen la cajita, no la de Pandora, eso sería muy cruel, pero sí donde se guardan las llaves que abre la puerta de Jauja.