Si la tendencia sigue en avance el imperialismo será exitoso y entregaremos el poder en dos años y medio. La estrategia imperialista no descarta una vía armada contra la Revolución, pero solo atacando una “conspiración golpista” dejamos pasar una auténtica estrategia electoral contra la República Bolivariana.
Una estrategia armada contra la Revolución solo puede devengar en un desastre nacional, con altas características de ingobernabilidad para la fuerza que asalte el poder; dicha situación no conviene en la correlación de fuerzas de Nuestramérica, y supone inversiones altísimas para la estabilización del país y el control del petróleo; por ende el programa político-militar de la OTAN ataca incesantemente las bases sociales venezolanas para lograr un acuerdo alrededor del liderazgo opositor: el propósito es asaltar el poder por la vía legal, los votos.
El comandante Hugo Chávez identificó el sentido del voto para “conquistar el poder político en Venezuela”, su estrategia incluyó el desmontaje de la lógica de división entre el pueblo y la Fuerza Armada, la deslegitimación del poder extranjero sobre la dirección del país y la elevación de las luchas de la humanidad a políticas de Estado a escala nacional e internacional. Su labor siempre contó con la legitimidad del pueblo organizado bajo su liderazgo.
Ahora, sin Chávez al frente, los servicios de inteligencia imperialistas se enfocan en desmontar las bases sociales de la Revolución; toda la movilización social y la campaña contra el Gobierno y los cuadros bolivarianos persiguen la desmoralización de la fuerza bolivariana y su limitación de liderazgo con el pueblo. Tales intentos deben ser frenados.
En pocos meses elegiremos alcaldes, luego diputados y posteriormente se abre la posibilidad de un referendo revocatorio. Esa es la ruta que pretende asaltar el imperialismo.
La base política de la Revolución crece en la medida que se afianza la democracia participativa y protagónica: escuchar siempre al pueblo, pensar con el pueblo y decidir con el pueblo es el único antídoto que salvó siempre al comandante Chávez de perder alguna batalla.
Estamos a tiempo, ¿entregaremos el poder?
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