Espacio crítico para la construcción socialista #158
Han pasado más de 4 meses de la desaparición física del Comandante Chávez, pero también del vil asesisato del Cacique Sabino Romero, y aún las luchas que los dos enarbolaron se encuentran en plena vigencia, cada vez más reivindicadas por el clamor popular. Chávez luchó por el socialismo bolivariano y Sabino luchó porque el socialismo llegara al pueblo Yukpa y a todos los pueblos originarios de nuestro país.
Sabino fue el protagonista de la crónica de una muerte anunciada. Su lucha por la demarcación de las tierras Yukpas, su eterna rebeldía ante terratenientes, militares e incluso altos funcionarios, le valió por una parte el respeto de los movimientos sociales pero por otra el odio de quienes se veían afectados por su lucha justa. Sabino fue un radical, igual que Chávez, y ese fue su delito.
Cuando Chávez emerge en la escena política venezolana, la gran mayoría de los actores políticos lo llamaron "radical", incluso pidiendo "muerte a los golpistas" como lo sentenció David Morales Bello. Cuando Sabino empezó a tomar las tierras que por derecho han sido y son de los Yukpa, también lo señalaron de "radical", sólo por hacer uso de su legítimo derecho a la defensa. Hoy algunos de los que acompañaron al Comandante Chávez señalan el ser "radical" como algo contrarrevolucionario, entrando en una fase de conservadurismo revolucionario muy peligroso para el futuro del proyecto del Comandante Eterno Hugo Chávez. Y mientras esto pasa, el pueblo pide más radicalidad.
Cuando se habla de radicalización de la lucha revolucionaria, no se habla, como generalmente se confunde, de asumir posiciones extremas. Se habla de ir a la raíz del asunto, partir de la esencia, tener presente permanentemente el motivo original de la lucha, y hacer de la revolución una acción permanente.
Chávez fue un radical porque asumió las raíces bolivarianas, robinsonianas y zamoraranas. Sabino fue radical porque logró que un tema básico y fundamental para nuestra identidad como nación se entendiera como una lucha de clases, visibilizando lo que por siglos ha sido un conflicto convenientemente oculto: la lucha por el respeto de los derechos de nuestros pueblos originarios.
Teniendo esos dos ejemplos de lucha radical, en el marco de una hegemonía mundial capitalista y neoliberal, y entendiendo que la democracia o es socialista o no es democracia, cómo no hablar de una verdadera "democracia radical", donde todos tengamos como ejemplo de lucha a Chávez y al Cacique Sabino Romero; cómo no seguir el ejemplo de rebeldía, cómo se puede dejar de ser revolucionarios por el simple hecho de llegar a ocupar un cargo púbico en el que algunos se convierten en defensores de intereses económicos ajenos a las necesidades colectivas.
Hoy más que nunca seamos radicales, como Chávez y como el Cacique Sabino Romero. Reivindiquemos sus luchas, y en el caso de Romero, no dejemos que la impunidad acabe con la esperanza.