Los psiquiatras son profesionales de la medicina que se ocupan, fundamentalmente de atender a las personas con trastornos mentales. Dicho en un lenguaje propio de los ignorantes, que están mal de la cabeza. Dentro de este abanico entran aquellas personas con trastornos disociativos. Y para el psicoanálisis es el mecanismo de defensa por excelencia para algunos individuos. Por cierto, ¿en qué cosiste esto de la disociación? Por lo general, para el psicoanalista, la disociación es un mecanismo de defensa que consiste escindir elementos disruptivos (por favor, consulte estas palabras en el diccionario) para el yo, lo que se traduce en que el sujeto conviva con fuertes incongruencias, sin lograr conciencia de todo cuanto le pasa o hace. Esta conducta disociativa genera algunas características como mala educación, insolencia, desobediencia, provocación, e impulsos agresivos.
Este loco no es como los demás locos. Este mantiene un halito de cordura contaminado con el odio. Un odio destructivo, ya que es una forma extrema de aversión, “un modo exacerbado de antipatía y rechazo”. Perturba, en grado significativo, su mente y sus emociones, para colmo se expresan con arrechera a través de sus palabras y sus hechos. Es como un camaleón, ya que utiliza, para engañar a unos y a otros, a conocidos y extraños, a seguidores y a los chavistas, y mantiene un rostro entre una sonrisa forzada, con los ojos puyuos y una sonrisa nerviosa. En fin, su ropaje intenta engañar y manipular a cercanos y lejanos, pero no puede ocultar su condición de loco, mejor dicho, de disociado de la realidad.
Este orate, se salió un día, concretamente, el día 15 de abril, cuando perdió unas elecciones presidenciales, donde se jugaba su última carta, antes de regresar al encierro, de donde ha debido salir, y entonces se dejó perturbar su mente por la ira. Y eso sí que es malo. La ira es destructiva, daña a todos por igual, inclusive al mismo emisor de la ira. ¿Sabe. Usted, recocer los daños que produce la ira? ¿En qué consiste este mal y el daño que produce a unos y otros? Veamos, poco a poco. Como yo no pretendo invadir un campo que no es el mío, vamos a copiar a Ramiro Calles, quien si sabe y ha escrito sobre este tema. Veamos: “La misma energía poderosa y constructiva que hay en el amor, la hay en el odio, pero en este caso es destructiva. El odio es una forma extrema de aversión, un moco exacerbado de antipatía y rechazo. Está en la mente y en las emociones y se expresa a través de las a palabras y los actos. Dispone de muchos ropajes, algunos tan ladinamente disimulados que no parecen efecto del odio, aunque es indudablemente que lo son”.
Pero la cosa no termina allí. Se dice que un individuo desquiciado o mejor dicho disociado de la realidad, utiliza una ironía hiriente constante, el desprecio y el menosprecio hacia los demás, agregando el afán de humillar y ridiculizar a quienes pueda. Pero su actitud se enerva, en casos como el 15 de abril, ante la impotencia de verse derrotado. Entonces apela a la locura extrema, tal como lo hizo desde la pantalla de un conocido canal golpista: denle duro, muy duro, hasta que suene como un rayo… denle allí, duro. Allí, más duro, con mucha arrechera. “No importan las consecuencias”, se diría para sus adentros. Los resultados no se dejaron esperar. Miles de seguidores se lanzaron a la calles, arrechos, como lo había pedido el jefe. Y surgió la muerte que efecto a 11 personas. Y las llamas ardieron en los CDI, en casas del partido de gobierno, y ardieron cauchos en las calles. El desquiciamiento del jefe había contagiado a miles y miles de sus seguidores, en Caracas y en las ciudades del interior. La orden se había cumplido al pie de la letra. Su odio es tal que no respeta la memoria de nuestro fallecido Comandante Supremo, mucho menos va a respetar a los líderes del chavismo. Este señor no tiene límite para demostratar su odio y su frustración.
Pero, nos lo permita el espacio, debemos hablar de la ira. Porque ese señor, que ya no quiero nombrar, mas ustedes saben que me refiero al gobernador viajero, no escatima esfuerzo alguno para sacarla a flor de labio. Me refiero a la ira. En efecto, la ira oscurece la vista y perturba la mente, y emerge como el odio. Se manifiesta a través del resentimiento y la venganza. Es irritable y cruel en sus cuantiosas formas de actuar. Pero, la cosa no para allí. Esta tipología engendra violencia, discordia y malevolencia. En fin, y para no alargar más estas “cualidades”, terminaré por decir, que “La ira es el instinto o pulsión de muerte puesta en acción”.
¿Qué más se necesita para dar las últimas pinceladas o retoques a este retrato? Pienso que nada falta. Allí está la imagen del hombre que termina de recibir lo suyo en Chile. Y que seguirá mientras encuentre quien le oiga sus payasadas y sus acciones ventriculares. Porque a decir verdad, este personaje está impulsado y manejado desde el Departamento de Estado, pero esa cuerda, a través de la cual lo manejan está a punto de reventar, pues el muñeco ya no le está sirviendo por inocuo. Por gafo. Por retrasado mental. Por mal fascista. Por mal gobernante. Y, lo peor, por mal candidato para derrotar al chavismo.
¡Chávez, vive. La lucha sigue!