Mi amigo José viene acompañado de su videocámara, había asistido a una toma encomendada por un grupo de chefs. Estaban en la antesala a un evento de comida. Pero lo que había sido una invitación para degustar finos bocadillos y secretos de cuchillos, poco a poco fue develando su verdadera razón, sin saberlo estaba presente en la gastronomía de la depresión.
No me parecería tan presuroso decirlo, pero se comenta que en la oposición se han tomado hasta sus más finos momentos gastronómicos que relacionaban la historia de la comida venezolana la cual es muy rica variada y cada uno de nuestros platos está acompañado de momentos históricos, tradicionales y hasta decisorios en nuestra independencia, para trasladar todo el rico sazón hacia sus descorazonadas recetas y depresiones.
Por ejemplo la antigua sociedad caraqueña hizo un guiso al cual le colocaron de todas las cosas ricas y se lo dieron a probar a los indígenas, pero muchos de ellos fallecieron.
El plato en cuestión se descompuso causando una gran indigestión entre los comensales con un saldo muy trágico para entonces, esto fue comidilla para comentarios y un gran descalabro para las improvisadas, pero muy buenas y recientes recetas que trataban de imponer.
Entonces el cura de la capital caraqueña se molestó muchísimo, y mandó a que los irresponsables hicieran lo mismo, que fueran y prepararan aquel platillo de la muerte para que se lo comieran.
Pero los muy vivos hicieron un bandejita a su gusto, por esa razón hoy conocemos y comemos las deliciosas hallacas en cada diciembre. Le colocaron ingredientes frescos, manteniendo cuidados en su preparación y guardando las mismas condiciones que brindaba la época para que no sucediera de nuevo el trágico desenlace.
Lo cierto es que nuestra comida ha sido rica pero también trágica. Ahora no son las mismas condiciones del pasado en cuanto a la conservación de los alimentos, pero sus creadores, los chefs viven momentos sombríos, sufren porque en la presidencia de Miraflores asumió el poder un obrero.
Han convertido nuestra gastronomía en dolor. Se pasean por murmuraciones políticas. Amansan a sus maneras las harinas de la intriga. Critican por no saber que marca de aceite de oliva usar de todas las existentes en el mercado en donde hay de más, como dicen los orientales.
Son los creadores de la gastronomía de la depresión, pobre amigo Josétiene que grabarles todas sus lágrimas de cebolla.