“El idiota”, es una novela de uno de los autores rusos más leído en el mundo. Autor, como es sabido por todos, de “Crimen y Castigo”. Estoy refiriéndome a Fiódor Dostoyevski. Por cierto, en algunas ediciones en castellano, la novela “El idiota” es llamada “El Príncipe idiota”. Lástima que ningún escritor venezolano o latinoamericano se le haya ocurrido escribir una novela sobre “El candidato Idiota”. Y conste que no me estoy refiriendo a un señor en el que ustedes podrían estar pensando. No. Nada de eso. Toda semejanza con alguien en vida, es pura coincidencia. Pero sí debo decirle, apreciado lector, que ganas me sobran de que estuviera inspirado en algún personaje de la actual política venezolana..
Sin embargo, en el 2007, salió a la venta en las diversas librerías de Venezuela, y, por supuesto, en América Latina, un libro llamado “El regreso del idiota”, escrito por Álvaro Vargas Llosa (el hijito de papá Mario), Plinio Apuleyo Mendoza (periodista y escritor colombiano) y creo que el tercero era Carlos Alberto Montaner (tremendo gusano mayamero), disque como una continuación de otro libro que había salido a la venta, diez años atrás. Me refiero a “El manual del perfecto idiota Latinoamericano”. Montaner diría después, “fuimos unos ilusos, pues en 1999 llegó Hugo Chávez Frías al poder”. Y así fue, en libres comicios electorales, ganó el primero de los “idiotas”, según el propio Montaner, y después vinieron los demás: Evo, el “pepe” Mujica, Néstor Carlos Kirchner (ya fallecido), Cristina F de Kirchner, Daniel Ortega, Rafael Correa, entre otros. Palabras más, palabras menos eso fue lo que dijo Carlos Alberto Montaner. Pero, a pesar de estos antecedentes, “El candidato idiota”, aún no se ha escrito. Y vaya que hay argumentos contundentes y abundantes para escribir el libro sobre el tema de marras.
Lamentablemente, hoy en día, existe en el escenario político venezolano un señor que podría inspirar a cualquier escritor, sea venezolano o no, para trabajar la idiotez, desde el punto de vista que se prefiera. En estos avatares de la vida periodística, me encontré con un hombre que me parecía idiota. Nos sentamos en un establecimiento para tomarnos un cafecito. Y no tardamos en hablar de política. Y, él, al que originalmente creí que era un idiota más. Es decir, un hombre limitado mentalmente. Me sorprendió con estas ocurrencias. “Mire , joven” –me dijo. “Idiota es idiota hasta que se muere. Hay uno en Caracas, al que yo ayudaría con estas palabras a mi estilo. Póngame cuidado”. Ante mi sorpresa, el señor hilo unas palabras, como si fuera un poema, donde retrataba a un candidato que no quiero nombrar.
“Yo le aconsejaría, en primer, lugar que se case. Un hombre sin una mujer, no es nada. Tiene que dejar de ser movido, con un hilo, tal como se hace con una marioneta. Tiene que leer mucho, pero muchísimo, para que se cultive su intelecto, y no diga tantas burradas, apenas abra la boca. Tiene que pensar primero. Es decir, frenar su ímpetu cerebral, antes de que sus pensamientos antes de que se transformen en palabras y caiga en contradicciones, que rayen en la idiotez. Tiene que ser considerado con sus seguidores, y dejar de someterlos a la tortura de oírlo, bien sea en la radio, en la televisión o en una asamblea. Este candidato, tiene que hablar con Dios. Y en esa conversación, si el Señor, se lo permite, hablarle de las cosas que le han sucedido en la lucha política, Por ejemplo, pienso, yo un simple mortal, que debería pedirle a Dios una ayudadita: Oh, Dios, mío, te pido me ayudes en esta coyuntura. Fíjate, Señor, he perdido en dos ocasiones las elecciones presidenciales, y, para completar con el mismo candidato oficialista. Y como si fuera poco me ganó, en las últimas elecciones, un mentor de él. ¿Qué hago, Dios, mío, para ganar una elección presidencial? ¿Ese es mi sueño? Ser presidente, aunque tenga que casarme, para tener mi primera dama. Por favor, ayúdeme a ser mejor político, y, por ende, seré mejor candidato. Ahora, en mi país, estoy corriendo sólo. Los demás aún no han partido, pero, me refiero a lo que yo representó. Es decir, a todo aquel que esté contra este régimen autoritario, socialista, fidelista y comunista. Pero sobre todas las cosas, chavistas. Espero su señal”.
Me sorprendió el hombre que yo creí, en un momento que era idiota. De pronto, el hombre, llamó a una mujer joven que pasaba frente a nosotros, y le soltó: joven, qué es para usted ser idiota? “No sé cómo responder bien, pero un idiota es aquella persona que tal vez nunca recibió cariño verdadero de una mujer. En contraposición, esa persona se cree fuerte y poseedor de la verdad, y dice lo que le da la gana, sin importarle los demás. A ese personaje le hacen falta muchas cosas, pero la principal es poner los pies sobre la tierra… Adiós, hasta luego” –se despidió la muchacha.
Yo no quería hablar más acerca de los idiotas y las idioteces. Por eso le dije al señor que me acompañaba en esa mañana calurosa de Puerto Ordaz, que lo dejáramos hasta allí, al fin y al cabo seguía latente, quien sabría hasta cuándo, lo de escribir un libro que llevara como título: El candidato idiota”. Pero se quiso despedir, además del apretón de mano, con un cuento. Es el siguiente:
“En una comunidad espiritual, el maestro hizo llamar a unos de sus discípulos y le anunció:
-Con todo cariño debo decirte que he decidido pedirte que te vayas de aquí.
-Pero, ¿por qué –preguntó el joven extrañado.
-Por fidelidad.
-¿Por fidelidad?
-Sí, por haber sido extraordinariamente fiel -explicó el mentor.
Indignado y dando gritos, el discípulo protestó:
-¡Esto es increíble¡ Es la primera vez en el mundo que expulsan a alguien por fidelidad.
-Por tu fidelidad –dijo el maestro- durante muchos años. Tu fidelidad al embuste, la holgazanería, la irritabilidad, la descortesía, la negligencia y la vanidad. Nadie ha sido tan fiel como tú, amigo mío. Aunque lo lamento, tendrás que irte porque ya no engañas a más nadie. Eres un embustero pertinaz. Ofendes, y practicas libremente la idiotez.