He de confesar que aún antes de la partida física de quien seguramente no solo reconoció sino existió bajo la verdadera naturaleza Humana, me asalta la incertidumbre de sí aún estamos a tiempo para la urgente misión de regresar al Hombre y la Mujer de la maldad, el egoísmo y la desesperanza que le ha logrado inocular el peor y más putrefacto de los sistemas imaginados por el mismo Hombre. De sí aún estamos a tiempo de alcanzar el reino de Dios sobre la Tierra, de sí lograremos alcanzar nuestro verdadero y necesitado Socialismo, la salvación de la raza Humana y la existencia del mundo tal como actualmente lo conocemos y lo queremos.
Desde el principio de los tiempos la tarea ha sido más fácil pregonarla, rezarla y vivir de ella, que luchar y verdaderamente morir, si fuese necesario, por ella. Tarea que se ha llevado, bajo la peor de las agonías, la existencia de los mejores Hombres y Mujeres que ha conocido y reconocido la Humanidad. Por lo dura y sacrificada de esta lucha hasta los propios representantes de Dios sobre la Tierra han mermado de continuar el ejemplo y radical compromiso de existencia. Cobardemente, incluso, llevando a su propio mentor y su verdadero mensaje nuevamente a la fría y solitaria cruz.
No me cabe duda que hasta ahora mucho hemos caminado en esta loable y sacrificada dirección, y sin embargo, hoy más que nunca sabemos que aún queda mucho más camino por recorrer. Y aun cuando pareciera que mucho de nuestro pasado aún anida corrosivamente en nuestro presente, la propia grandeza e infinitud de nuestro futuro nos procura y nos depara el suficiente tiempo para corregir e invertir esfuerzos y saberes. Quizás de tanto ver lo que queremos ser terminamos no viendo lo que deberíamos de no continuar manteniendo.
Después de ese santo varón llamado Jesús, Marx fue uno de los que mayor esfuerzo y reflexión brindaron para reivindicar la verdadera bondad de la naturaleza Humana. Estratégicamente sumida en la malintencionada propaganda y excusa de que el Hombre y la Mujer son malos por propia e inevitable naturaleza y, por lo mismo, no podrían alcanzar el estado de bienestar y paz a la que tienen derecho y genuina inclinación.
Chávez fue uno de los que más creyó en la bondad y justa naturaleza del Hombre y la Mujer, y por creerla y quererla, seguramente, le valdría la incomprensión de propios y ajenos. Hace unos cuantos días atrás una beneficiaria de la Misión Madres del Barrio, orgullosamente mostrándome su flamante y justa Tarjeta del Buen Vivir, me decía, aún después que se ha ido nos continúa dando Y desde dónde más se podría esperar la llegada del Nuevo Hombre y Mujer de nuestra Revolución sino precisamente desde donde nace y crece nuestra Patria.
Los sectores apátridas de nuestro país lo saben, algunos sectores de nuestra Revolución aún lo desconocen. No hay Misión de nuestro gobierno que infunde mayor incomprensión fuera y dentro de nuestras filas. Me continuaba diciendo esta amiga que el Ministerio de la Mujer le había solicitado a los bancos que en sus propias oficinas (de Maracaibo) se les hiciera la tramitación y entrega de la respectiva Tarjeta. Resultado: civismo, orden y cordura. Primera vez que nos trataban como querían que nos comportáramos, no teníamos por qué demostrar lo que no somos, para que defendernos si nos trataban como lo que somos: Seres Humanos.