Cuando el presidente Chávez inauguró la imprenta de la cultura, ubicada en la zona industrial de la ciudad de Guarenas, en el estado Miranda, eran tiempos frágiles para la producción editorial desde el Estado. Nació y creció una gran expectativa acerca de la posibilidad de que esa “artillería del pensamiento” se convirtiese en respuesta para una enorme deuda social con creadoras y creadores que, en general, trabajan con la palabra pero no encuentran dónde publicar.
Junto a la imprenta de la cultura se creó una editorial de producción masiva de bibliografía diversa, conocida hoy con el nombre de El perro y la rana. Escritoras y escritores que guardaban sus borradores literarios, acariciando la esperanza de verlos publicados, comenzaron a mover entusiasmados sus manuscritos. Muchísimos comenzaron a ser editados e impresos. Las artillerías regionales complementaron el esfuerzo nacional y 24 imprentas, una por estado, empezaron a entintar páginas y generar libros de autores y autoras locales. La revolución editorial se abría también al campo de los medios periódicos.
Las acciones revolucionarias de batallar en los terrenos del pensamiento y las palabras, tienen como precursores nuestros a Francisco Miranda y Simón Bolívar, pero también tienen, en procesos emblemáticos nuestroamericanos más recientes, al editorial masivo iniciado por la revolución cubana y al de la chilena, con el socialismo democrático emprendido por el compañero presidente Salvador Allende y la editorial Quimantú.
Es decir, toda revolución verdadera, independentista y socialista, entiende la importancia de vencer en el campo de las ideas, porque es allí dónde más nos han dominado y no por las armas, como podría creerse, tal como lo sostuvo cuestionadoramente, nuestro Libertador Simón Bolívar.
Líderes inmensos, como el Comandante Fidel Castro, el compañero presidente Salvador Allende y nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez, así lo entendieron y así lo emprendieron. En Venezuela, con el gobierno chavista que preside nuestro camarada Nicolás Maduro, el proceso de producción editorial, sigue su ritmo constante, incluso reforzado por el surgimiento de nuevas armas de artillería ideológica.
Pero, debemos estar atentos, vigilantes, no bajar la guardia y saber aplicar, en su momento oportuno, las tres erres de la Revisión, Rectificación y el Reimpulso. ¡Qué no se detenga esta marcha hacia la independencia y la Patria socialista!