Auge y caída de un líder de barro

Un liderazgo no se compra ni vende, como dice la vieja canción, en una bodega. Como si fuera una caja de jabón. No se puede pretender comprar un liderazgo como se podría comprar una curul, por ejemplo. O la presidencia de una institución, o un cargo político o empresarial. Un verdadero liderazgo no nace, se hace, pero sin trampas, sin la utilización del dinero para las compras de conciencia. Evo Morales, Néstor Kirchner, Rafael Correa, Luis Ignacio Lula da Silva, Cristina kirchner, y nuestro Gigante Hugo Chávez Frías, son ejemplos de líderes en conexión con sus pueblos. Líderes que se hicieron a través de un proceso. Son líderes que hacen que las cosas sucedan. Además, no llegaron a sus cargos, por arte de magia. Ellos, construyeron, a través de una acción positiva y sostenida en el tiempo, sus liderazgos al servicio de los pueblos que han representado.

Henrique Capriles Radonski, creyó, en un momento de su pubertad, que se podía comprar un liderazgo, o se lo hicieron saber en el seno del hogar en que nació. “No te preocupes, hijo, nosotros te compraremos lo que quieras, inclusive si deseas una curul en el congreso, una alcaldía o una gobernación, o la presidencia de la República, inclusive, nosotros, tus padres, lo haremos, todo con la finalidad de que seas un hombrecito útil para tu familia, que somos nosotros. Y el muchacho se lo creyó. Dicho y hecho, papá y mamá, utilizando su poder económico, lo llevaron de la mano hasta la cima. Pero pudo ir más allá de la cima, pues, Hugo Chávez, un líder nacido y desarrollado con el calor de su pueblo, se lo impidió. Y el trancazo final se lo dio el hijo de Chávez, Nicolás Maduro Moros. Y es que lo que se gana fácil, se pierde fácil.

¿Cómo llega, Henrique Capriles, a convertirse en líder de la oposición? Recuerden las famosas primarias. Allí se impuso el dinero que compraba encuestas. Se impuso el poder económico, en buena parte. Así como las arcas abiertas de la gobernación del estado Miranda. Se impuso, al fin, la maniobra, la compra de conciencia, la manipulación y el chantaje ante un grupo de aspirantes descoloridos, y sobrevivientes de la cuarta, a un paso del olvido total, por parte de los venezolanos. La última hazaña del aprendiz de líder, fue la del 15 de abril, donde la frustración ante la victoria de Maduro, lo condujo a un estado de agresividad y pérdida de la racionalidad, a un llamado a sus seguidores a “darle duro, allí… allí, denle duro, más duro… que se oiga más allá de la China… duro, con arrechera”. Y las consecuencias ya las sabemos todos los venezolanos: 11 personas asesinadas, entre ellas un niño y una niña.

Los seudo líderes caen pronto al foso, de donde no han debido salir. Son tigres de papel y pronto las personas que un día creyeron en él lo van dejando solo. Un líder hecho de la nada, el menor brisa se lo lleva. Después del ficticio auge, ahora viene la caída. Está en proceso. Cogió la bajadita y eso no lo para nadie. Ni siquiera las visitas a dirigentes internacionales de la derecha, donde acude a mal poner a su país y a pedir ayuda para sacar a Maduro del poder. Fíjense en esto: En un artículo publicado recientemente en el diario “El Universal”, su autor, Mauricio Vengoechea, dice, entre otras cosas: “La gran emoción construida por el joven Gobernador del estado Miranda durante el pasado proceso electoral se ha venido diluyendo a medida que pasa el tiempo y lamentablemente para sus seguidores, el buen discurso del día de la última votación no se tradujo en una propuesta política con objetivos concretos, por lo que nadie sabe muy bien hacia dónde debe dirigirse”.

Eso tenía que pasar con un aprendiz a líder que no lee, a pesar de que el mercado del libro ofrece cualquier cantidad de autores que trata sobre tema del liderazgo moderno, por ende, no asimila, no interpreta, no analiza, no adquirir conocimiento, mucho menos sabiduría. Pero eso es mucho camisón pá Petra. Y si lee algún librito, no asimila el contenido. Así no se va pál baile. “El mensaje de Capriles”, sigue diciendo el autor del artículo, “El mensaje de Capriles en estos meses se ha limitado a denunciar la supuesta existencia de un fraude electoral en su contra que aún no ha podido probar, y que en nada beneficia además, a estas alturas, a quienes votaron por él”. Nunca ha tenido un mensaje claro para el país que pretende gobernar. Nunca ha expuesto un plan de gobierno coherente y adecuado a un país que posee muchos problemas aún por resolver. Y no puede ser de otra manera cuando estamos en presencia de una persona carente de ideas, sin fuelle político, hecho a la medida de papá y mamá. Por eso el señor Mauricio Vengoechea, afirma que “El líder que necesitan hoy los venezolanos, no es ese que se ampara en los privilegios que brinda una gobernación como mecanismo para permanecer vigente en la política, ni mucho menos uno que se siente a esperar que la Mesa de la Unidad lo vuelva a candidatear en el futuro, sino uno que salga a recorrer el país desde las bases, con una propuesta alternativa de gobierno”.

A los líderes con pies de barro les sucede lo mismo que le está sucediendo a Capriles, que en vez de ofrecerle un proyecto de país a los venezolanos, lo que hace irse a hablar con mandatarios de la región vinculados a la derecha para buscar el apoyo que no encuentra en su país para su fin, que no es otro que instaurar un gobierno fascista y pro yanqui en Venezuela. Y termino con una frase de William James: “El mayor descubrimiento de nuestra generación es que los seres humanos pueden alterar sus vidas, alternando sus actitudes de la mente. Así como piensa, así será”. En efecto, ¿Cómo piensa Capriles? Piensa como actúa. Piensa como ha sido, como es y cómo será. En fin, piensa con mente de pollo. En sintonía con el liderazgo chimbo que le auparon en un momento. Pero ahora, al mismísimo estilo kafkiano, ha sufrido una metamorfosis, y ya no es lo que era, más bien parece una cucaracha deambulando en un cuarto oscuro, sin salida.

¡Chávez, vive, la lucha sigue!



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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