En días recientes recibí la llamada de una tía que tiene un buen tiempo viviendo en España. Entre otras cosas, el tema de conversación giró en torno a las llamadas “pirañas”, ese supuesto grupito de delincuentes que, en Maracaibo, acosa a las mujeres de cabello largo para cortárselo y venderlo.
Me sorprendí de su motivo de análisis, pues cuando hablamos solo lo hacemos de cosas familiares.
El asunto es que, según me contó, un corresponsal de no sé cuál emisora española en nuestro país, hizo un boletín hablando de las fulanas “pirañas”. La pobre, o sea mi tía, entró casi que en pánico al saber que había unos desalmados que andaban por las calles persiguiendo mujeres de pelo largo para cortárselo.
Como mi cabellera podría estar en el supuesto menú, la mujer me llamó alarmada para preguntarme cómo estaba y para decirme que tuviera cuidado en la calle.
Supongo que para los españoles que escucharon el “maravilloso y noticioso” boletín del ¿periodista?, será todo un acontecimiento saber que en estas calientes tierras ocurre semejante cosa. Imagino que más de uno habrá dicho algo así como, “¡jolines, que en Venezuela ya no se puede ni llevar melena!”.
Llama la atención que este corresponsal haya elegido semejante tema para su reporte, habiendo tantas cosas buenas que reportar del país y que, además, lo haya aderezado con semejante perla: que las mujeres atacadas no quieren hacer la denuncia a la policía porque les da vergüenza decir que fueron víctimas de las “pirañas”.
Pareciera que la intención es decirle a los españoles que ven cómo cada día crecen los índices de paro, aumenta el número de familias que se quedan sin vivienda y cómo la corrupción del PP (Partido Popular) es ya inocultable, entre otras cosas, que ni se les ocurra ver al socialismo venezolano como una alternativa.
El mensaje es claro: el socialismo no sirve para nada, porque en España aunque estemos jodidos las mujeres pueden ir libremente por las calles con su melena a salvo de cualquier riesgo engendrado por la Revolución.