Muchos italianos del norte de Italia todavía creen que los italianos del sur pertenecen a una raza inferior porque están mezclados con africanos, y tienen la piel más oscura que los italianos del norte. El racismo y la discriminación lo fomentan los políticos como Umberto Bossi del partido de la Liga Norte. Los tuiteros a su vez hacen coro con comentarios racistas por la red. También se puede ver en los juegos de fútbol cuando los fanáticos les gritan «terroni di merda» a los miembros de un equipo del sur. Y hay quienes hacen burla cuando una sureña o un sureño empieza su nuevo empleo en el norte, y le dicen con mofa y desprecio: llegó otra «terrone» con la maleta de cartón.
En la década de los sesenta se les trató muy mal. Cuando un sureño buscaba alojamiento en el norte se podía encontrar con carteles discriminatorios como: «Non si affitta ai meridionali» (No se alquila a los sureños). Más recientemente, en septiembre de 1996, unos estudiantes de la Padania lanzaron volantes que decían: «Mai più professori meridionali nelle nostre scuole» (No queremos más profesores sureños en nuestra escuela).[1] Y unas madres de Mestre, en Venecia, también por esos días, no querían que sus hijos tuvieran un intercambio cultural con estudiantes de Siracusa, Sicilia. Se negaban a dar alojamiento. Unas decían que los sureños eran «terroni e sporchi» [2]
Una vez le pregunté a un italiano del sur, que vive aquí en Caracas, por qué en lugar de venir para Venezuela no se fue a vivir para el norte industrial de Italia, y me respondió: «Para ser inmigrante en mi propio país, prefiero ser inmigrante aquí en Venezuela». Pero no todos piensan así. Muchos emigran para el norte industrial y se calan el desprecio y la discriminación. Otros luchan por sus derechos como ciudadanos italianos en cualquier parte del país. Pero también los hay, y lamentablemente, sureños que votan por la Liga Norte del mismo modo como aquí hay venezolanos de piel oscura que votan por Primero Justicia.
La ideología racista siempre ha sido utilizada como un truco político para explotar a un grupo social. Ha servido como dispositivo de control y gestión de la fuerza laboral. La Italia del norte, decía Gramsci, ha sojuzgado a la Italia del sur y a las islas, reduciéndola a colonias explotadas.[3]
Mientras se reprimía y explotaba a los italianos del sur, los sociólogos del positivismo teorizaban sobre la inferioridad de los italianos del sur con relación a los del norte. De modo que tuvieron que inventar que los italianos del sur eran inferiores a los del norte para justificar el crimen contra el sur, de la misma forma como hicieron los españoles cuando nos invadieron e inventaron que los Indios y Negros eran inferiores a ellos.
Alfredo Nicéforo, presidente de la Sociedad Italiana de Antropología, y otros tantos, se encargaron de desarrollar y difundir la teoría seudo-científica de la inferioridad de la raza meridional. Pero el camarada Antonio Gramsci no se creyó ese invento porque conocía bien las débiles bases científicas que soportaban la ideología del enemigo de la clase trabajadora. En su ensayo «Algunos temas sobre la cuestión meridional» escribió: «Es conocida la ideología que en múltiples ramificaciones difunden los propagandistas de la burguesía entre las masas del norte: el Mezzogiorno es el lastre que impide que progrese más rápidamente el desarrollo civil de Italia; los meridionales son seres biológicamente inferiores, semibárbaros o bárbaros completos, por destino natural; si el Mezzogiorno está atrasado, la culpa no es del sistema capitalista o de cualquier otra causa histórica, sino de la naturaleza que ha hecho a los meridionales holgazanes, inservibles, criminales, bárbaros, compensándose este cruel destino con la explosión puramente individual de grandes genios, solitarias palmeras en un árido y estéril desierto». Y agrega más adelante: «Una vez más la «ciencia» servía para humillar a los miserables y los explotados…».
Con esta teoría racial que narra muy bien Gramsci, nació un racismo anti-meridional en el norte de Italia y en todo el mundo. Por ejemplo, cuando los inmigrantes italianos llegaban a Estados Unidos ya estaban estereotipados. El «Diccionario de razas o personas», de 1911, de Estados Unidos, tomó la tesis de Nicéforo, y describía a los italianos del sur, refiriéndose a toda la península, inclusive a Génova, como personas individualistas que tienen poca capacidad de adaptación a las sociedades altamente organizadas, y por supuesto, a los italianos del norte como capaces de grandes avances en la organización política y social de la civilización moderna.[4] Aquí ya se abría el camino para la discriminación. A los inmigrantes del sur de Italia les pagaban bajos sueldos. También son bien conocidos los episodios de linchamientos a italianos del sur por el prejuicio racial a finales del siglo XIX. La película Vendetta (1999), dirigida por Nicholas Meyer y protagonizada por Christopher Walken, trata sobre el linchamiento a sicilianos en New Orleans, en 1891.
Gramsci entendió que la unidad no se había producido sobre una base de igualdad, sino como hegemonía del Norte sobre el Sur en la relación territorial de ciudad-campaña, es decir que el Norte era concretamente un «pulpo» que se enriquecía a expensas del Sur, y que su incremento económico industrial estaba en relación directa con el empobrecimiento de la economía y de la agricultura meridional. El hombre común de la alta Italia pensaba en cambio que, si el Sur no progresaba después de haber sido liberado de las trabas que oponía el régimen borbónico al desarrollo moderno… no quedaba más que una explicación, la incapacidad orgánica de lo hombres, su barbarie, su inferioridad biológica. Estas opiniones ya difundidas (la holgazanería napolitana era una leyenda muy antigua) fueron consolidadas e incluso teorizadas por los sociólogos del positivismo (Nicéforo, Sergi, Ferri, Orano, etc.), asumiendo la fuerza de verdad «científica» en una época de superstición de la ciencia.[5]
Este semi-colonialismo interno se logró masacrando a un sinnúmero de italianos del sur. Dice Gramsci que el Estado italiano «ha sido una dictadura feroz que ha sometido a espada y a fuego a la Italia meridional y a las islas, crucificando, despedazando, enterrando vivos a los campesinos pobres que los escritores asalariados trataron de mancillar calificándolos de «bandidos». [6]
Calificativos como holgazanes, inservibles, criminales, bárbaros y bandidos, se parecen un poco a los calificativos que nos son más familiares a los Venezolanos, como hordas, chusma, tierrúos, niches, tukis, monos, vagos, flojos, delincuentes, borrachos.
Toda esta historia que les estoy contando está bien buena para que la lea la ignorante y racista Beatriz de Majo, quién invitó a su programa Balance trasmitido por Televen, el 17 de junio de 2007, a una siciliana, Maria Rosa Catalano, para que hablara mal de los venezolanos de piel oscura. Casualmente también invitó al actor afrodescendiente Wilmer Machado, mejor conocido como Coquito, y al sociólogo Hector Gatica. [7]
La italiana del sur, tan ignorante como la moderada del programa, hizo bien su trabajo y descargó todos sus sentimientos anti-venezolanos mientras Beatriz de Majo le garantizaba la libertad de expresión y la libertad de incitación al racismo por un canal de televisión que lo ve un gentío. Por su parte, Beatriz de Majo no esperó mucho para vomitar su ideología racista, la cual se puede resumir de esta manera vergonzosa: «los venezolanos que tienen algún buen nivel, en el sentido que sí son personas responsables, trabajadoras, son aquellos venezolanos que tienen sangre europea».[7] Seguramente esto se lo escuchó decir al racista Arturo Uslar Pietri en su programa Valores Humanos. No sé, habría que revisar.
Camaradas, Beatriz de Majo es casi irrecuperable. Sin embargo, siendo un poco optimista, creo que si la italiana hubiese leído a su paisano Gramsci antes del programa, lo hubiera pensado un poco antes de aceptar la invitación al célebre programa. Todo un espectáculo escandaloso y humillante protagonizado por indignas y por indignados, y que quedará para la historia triste y tóxica de la televisión burguesa en Venezuela.
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[1] «Via i prof terroni». Archivo histórico del diario L’Unitá, Italia. 13 de septiembre de 1996.
[2] «Non vogliamo terroni a scuola». Archivo histórico del diario L’Unitá, Italia,18 de febrero de 1996.
[3] El Nuevo Orden: Los trabajadores y los campesinos, Gramsci, 3 de enero de 1920.
[4] Textos oficiales de la Comisión Dillingham del Senado de los Estados Unidos, 1911. Vol. 5: Dictionary of races or peoples, pg. 81 y 82.
http://www.archive.org/stream/
[5] Obras de Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel, Il Risorgimento. Ediciones Casa Juan Pablos, México, 2000, pág. 110 y 111.
[6] Edición piemontesa del periódico Avanti!: Il lanzo ubriaco (El soldado borracho), 18 de febrero de 1920. (Sin firma, pero se le atribuye a Gramsci)
[7] http://www.youtube.com/watch?