“En la tierra hace falta personas que trabajen más y critiquen menos, que construyan más y destruyan menos, que prometan menos y resuelvan más, que esperen recibir menos y dar más, que digan mejor ahora que mañana.”
Che
Una de las luchas más duras en cualquier proceso revolucionario es la de crear mujeres y hombres con una conciencia revolucionaria comprometida. Se habla de crear cuadros y de encontrar líderes populares. Nada de esto será cierto mientras no se conviertan nuestras patrias en un semillero de mujeres y hombres nuevos, como lo exigía el Che.
Nadie hizo de su vida un testimonio irrebatible de compromiso como lo hizo Ernesto Guevara, si la mejor manera de enseñar es el ejemplo, la vida del Che es un texto nítido de la enseñanza indispensable. Toda revolución lleva en su ceno peligros que se arrastran del pasado, los dirigentes son frágiles ante las tentaciones, la corrupción, terrible plaga del sistema anterior, contamina a aquellos en quienes nuestro líderes depositan importantes responsabilidades. ¿Es tan fácil superar este drama? Cambiar a los que están por nuevos cuadros termina siendo solo un reemplazo por nuevos corruptos con mayores apetencias de corrupción y nepotismo. Vemos de inmediato como incluyen en la nómina a su “equipo” y desgraciadamente este “equipo” comienza a apoderarse del poder del que dispongan para su propio lucro. Utilizan y engañan al pueblo, utilizan y engañan a sus superiores. Esta terrible situación se debe abordar para proteger la marcha hacia una verdadera victoria. No es nada nuevo, esto sucede en todo proceso de cambio y sucede porque la mentalidad capitalista persiste en los deseos egoístas de quien llega a lograr puestos de mando. ¿Quién podrá darme una explicación lógica acerca de la procedencia de lo que hoy es la clase adinerada de Rusia? ¿De donde salió esa casta de capitalistas? ¿De donde sus capitales? ¿Los años de la Revolución rusa nunca lograron desarmar esta clase social? Creo que amerita que profundicemos al respecto.
Decía el Che, que mientras exista el capitalismo, en algún rincón de nuestro mundo, estaría en riesgo cualquier revolución. Tan profundas son las raíces del egoísmo, del personalismo, de la avaricia personal que se detona de manera tan espontánea hasta en seres que consideramos inquebrantables.
“El CHE caracterizó su conducta como dirigente por el permanente contacto con los obreros, campesinos y estudiantes. Frecuentemente visitaba los centros de producción, compartía con los trabajadores su labor y escuchaba sus opiniones, lo que realizaba de manera natural y sencilla. Fue un abanderado de la crítica y la autocrítica” (Sosa Sosa, B.E.: “El Pensamiento Económico de Ernesto Che Guevara”)
Quiero insistir en la importancia que debe darse, en el proceso de transformación, a la educación de las nuevas generaciones, solo de ellos podremos esperar a las mujeres y hombres nuevos, jóvenes, que asuman de forma colectiva y conciente, la conducción y la defensa del proceso revolucionario. Lento proceso, es cierto, pero indispensable, mientras no se profundice la generación de este cambio, viviremos en la zozobra de este mar de críticos de oficio, que tan solo se dedican a disparar con perversas intenciones, todo tipo de opiniones para descalificar y degradar el proceso revolucionario, aun teniendo razón en algunos de sus planteamientos, los hacen llenos de rencor, de resentimientos y de conflictos de poder, toda una casta de “supuestos” revolucionarios que en su mayoría, podría asegurarlo, terminarían haciendo lo mismo o peor, si asumieran los cargos de quienes critican. Fue enfático el Che: “En la tierra hace falta personas que trabajen más y critiquen menos, que construyan más y destruyan menos, que prometan menos y resuelvan más, que esperen recibir menos y dar más, que digan mejor ahora que mañana.” Palabras certeras y exactas, claras y sencillas, que muchos leen, que muchos repiten y que, lamentablemente, casi todos olvidan rápidamente.
Releer sus escritos para asumir la verdadera importancia que significó su concepción sobre la necesidad de la mujer y el hombre nuevo, crear condiciones favorables para potenciar una generación que irrumpa con la mística de asumir este rompimiento de visión, este compromiso profundo en los valores que determinan el ser, es un paso obligado, urgente e indispensable en nuestro proceso revolucionario, es el ser de la revolución, sin la mujer y el hombre nuevo en marcha, sin la participación codo a codo, sudor junto a sudor, en el trabajo de nuestra clase trabajadora, en la renuncia a los privilegios y en la lucha contra la clase dirigente aburguesada, sin esto, señores, no lograremos verdaderas victorias, solo una dirigencia nacida de la clase trabajadora y comprometida con ella, solo una masa de mujeres y hombres vigilantes ante el más mínimo síntoma de corrupción o burocracia, será la garantía de que estamos en revolución.
Es la lucha a la que debemos dedicarnos, no desde el discurso o la crítica a distancia, de escritorio, sino desde el campo, desde la fábrica, desde la calle y al lado del pueblo. Trabajando más y criticando menos, construyendo más y destruyendo menos, no pidiendo nada sino dándolo todo, este es el camino.