Ahora resulta que la preocupación es quinta columna y contrarrevolucionaria. Ahora resulta que la autocrítica fundamentada, le hace mas daño al proceso revolucionario, que los yerros que se cometen y no se asumen. Ahora resulta que manifestar un descontento colectivo sobre situaciones que afecta al pueblo, es parecerse y apoyar a la MUD. ¡Que vainas! El síndrome de no oigo, no veo, no digo parece el mas adecuado en los tiempos de revolución.
Empecemos. Aquel o aquella, que por natural estado de preocupación osa exteriorizar alguna inquietud sobre el contexto sociopolítico reinante, con mucha seriedad, sin alardear y hasta con apreciaciones pertinentes, en vez de tomarle lo dicho como una llamado de atención real, es sometido no solo al escarnio público, sino le averiguan si fue adeco, copeyano o saltimbanqui, como si gran parte de los actuales lideres, gobernantes o ideólogos no tuvieran “su macula” de derecha o como si esa gran masa popular ahora chavista, no militaban o votaban por los partidos de la cuarta, porque eran su “alternativa de cambio” de ese entonces.
Algunos de estos inquisidores creen que por haberse memorizado (sin entender su real contenido histórico e ideológico) algunas frases o pensamientos de Bolívar, Chávez, Fidel, Mao, Ernesto Guevara u otro revolucionario, son las lumbreras designadas por la providencia para juzgar a los demás. Son pocos estos personajes que en términos relativos o numéricos, no han militado o han tenido simpatía por los partidos del status cuartorepublicano, cuando estos reinaban el espectro político nacional. Y diciéndolo más personal, somos muy pocos los que nunca hemos militado en esos partidos, pero eso no nos da el intransigente derecho y privilegio de que aquellos que en el pasado reciente lo hicieron, no puedan ser chavistas, revolucionarios, socialistas u otros apelativos de identificación a lo que denominamos Proceso Bolivariano, Chavista y Socialista. Porque, si asi fuera, el PSUV tendría escasos dirigentes y una militancia no tan abundante comparado con su actual estado, si la condición sine qua non era no haber pertenecido o simpatizado en los partidos de la derecha criolla, para ser parte de el. Sería un pequeño partido de izquierda (¿) donde la membresía sería muy selecta.
El Camarada Comandante Chávez, en su campaña electoral, percibió descontento popular, del pueblo chavista, del pueblo arraigado incondicionalmente a su liderazgo, ante la brutal y miserable carestía de los alimentos básicos, medicamentos y productos de la higiene personal, de la galopante inflación y especulación, de las miserables colas, de los apagones, de los saboteos y la corrupción sin culpables, promovidos por los mismos sectores desestabilizadores de la derecha apátrida de hoy y de complacientes “servidores públicos” camuflajeados en nuestro gobierno. Y sobre todo, un pueblo emocionalmente trastocado al ver a su mentor, su líder, su amigo, su hermano, su hijo, su padre encarnado en Chávez, que con sus últimos alientos vitales, comprometía su arresto a combatir las fallas, la ineficiencia, la corrupción que no habían permitido darle la respuesta a las necesidades del soberano. Nuestro comandante reconoció esto, y me pregunto: ¿Quien carajo de los jueces de la autocrítica, se atrevió a decir que el camarada Hugo Chávez, gestor de nuestra revolución, era un contrarrevolucionario porque asumió públicamente esto? Entonces, ¿si el pueblo que somos todos, no puede emitir las consideraciones sobre lo que pasa en el país, quien está “autorizado” moral y políticamente para hacerlo, sin ser puesto en el paredón de los infiltrados? Hoy, no tenemos la presencia corpórea de nuestro Comandante Chávez, pero si el relevo, la continuidad, el compromiso, la tamaña responsabilidad de su legado, que están en las ganas del camarada Nicolás Maduro. La indudable presencia del presidente Nicolás ha sido alentadora, crea esperanza y el pueblo que dudó en abril, esta retomando su confianza y la está depositando en el. Y sin desmeritar a nadie, la tiene mas difícil porque aunque el reiteradamente ha dicho que no es Chávez, el pueblo chavista y el que no “comulga” con el proceso, cada quien a su manera e intereses, ejerce presión a este novel gobierno, comparándolo con el del Comandante. Y ese auscultar es mas fuerte, a la hora de evaluar.
El pueblo venezolano, sobre todo esta generación tiene en su memoria anímica la presencia del Comandante Chávez. Unos se identifican con su transito revolucionario terrenal y preservan su legado. Otros no. Pero hay un reconocimiento en ambos bandos de que el transformó la manera de hacer y ver la política en el país y lo mas importante, despertó la participación nacional.
La continuidad y el fortalecimiento de nuestro proceso reside tanto en el gobierno revolucionario del presidente Nicolás y como de las alertas del devenir, que están en manos del pueblo. Esta natural simbiosis es la perfecta, un gobierno escuchando y atendiendo a su pueblo y un pueblo juzgando o respaldando al gobierno que lo oye y lo entiende, es decir, un pueblo participativo. Creo que es así y si no, oigo las críticas pertinentes a mi escrito. Es el deber ser.
Sin Chávez no hay Revolución, porqué Chávez es la Revolución. Y está Revolución es Chavista, porque todos somos Chávez.
Ingeniero Carlos J. Contreras C.
cajucont@gmail.com
cajucont@yahoo.com.mx
educarevo@gmail.com