El uso del castellano es muy rico, diverso y flexible en ocasiones para la construcción de términos que pueden generar un sentido muy particular, en especial, cuando la palabra precisa o un conjunto de ellas no ilustra lo que en ese contexto se desea expresar. Además, la apropiación del idioma es un legítimo derecho que ha permitido tener variantes muy particulares en cada país de habla castellana e incluso en regiones a lo interno de cada uno de ellos. Así podemos distinguir frases, palabras o acéntos muy particulares y diferenciados entre los orientales y los andinos por ejemplo.
Pero una cosa es combinar o construir palabras que tengan algún sentido pertinente y otra es inventarse palabras que por lo absurdo, lo que hace es dejar en rídiculo a quienes se ponen muy creativos. En política, y en específico en Venezuela, son célebres algunas frases y palabras de políticos que han marcado hitos, por su ironía, contundencia o estupidez:
“La banca me engañó”. Jaime Lusinchi. Presidente de la República de Venezuela (1984-1989) sobre las negociaciones por él realizadas con el FMI, en una flagrante desfachatez que la historía nunca le perdonará.
“Yo tengo cubridos todos mis gastos”. Blanca Ibañez de Lusinchi, ex-secretaria privada y actual esposa del Presidente de la República de Venezuela (1984-1989), Jaime Lusinchi. sin comentarios por respeto a la señora.
“No hay que pedirle peras al HORNO”. Ex-Candidato Manuel Rosales. 2006. Chávez se encargó de él.
“¡Que se me quemen las manos si toco el erario público!”. Rómulo Betancourt, durante su presidencia, pocos días antes de que se le quemaran en un atentado, 1959. La historia al final lo juzgó.
“La persona se autosuicidó…”. Carlos Andrés Pérez en una flagrante ignorancia en cuanto al siginificado del "suicidio", se caracterizó por un pobre manejo del idioma.
Y así, sucesivamente podríamos dedicar una larga lista de frases y palabras que entre la 4ta y la 5ta república los actores políticos nos han regalado para el deleite del pueblo.
No pretendo ser defensor del purismo lingüístico, y no tengo ningún complejo en aceptar que el asunto de la ortografía a veces es un problema para mi, aunque permanentemente lo asumo como reto para mejorar, pero un buen político, no puede darse algunos lujos que en la actualidad y con frecuencia hemos estado presenciando con mayor frecuencia.
En esa dinámica hoy le ha tocado al eterno candidato presidencial Capriles, que en su afán de descalificar absolutamente todo lo que hace el gobierno, simplemente no mide, y así como la "soapara" en lugar de "sapoara", ahora debemos incorporar junto al galardón de Carlos Andrés Pérez con su "autosuicidio" la "automarcha" de Capriles.
Pero, ¿Qué es la automarcha? Tratemos de entender. Para Capriles, marchar es ir en contra de algo, no existe una marcha por convicción o ideal en defensa de un valor. Dentro de esa lógica, cuando se "automarcha" es porque según él, se puede marcha en contra de sí mismo. Si esto no es así, lo otro que puede significar es marchar o movilizarse de manera automática. Estas dos acepciones al final, dentro del contexto en el cual lo plantea Capriles, son igual de absurdas y estúpidas, entre otras cosas, porque tales acepciones no existen, como tampoco existe la palabra.
Al final, no tengo duda en recomendar a los "politiqueros" de oficio, que para decir una estupidez, es mejor que no digan nada. La devaluación del lenguaje en nuestros políticos, de oposición como de gobierno, sumado a cosas como la "automarcha", empobrecen la política dejada por Chávez en lo ético, lingüistico, y en las ideas políticas, por lo que el reto es aún mayor ante un pueblo que todos los días exige más y mejor "Política".