Para nadie es un secreto que estamos a merced del hampa, tanto común como de cuello blanco, que obliga por una parte, al auto encarcelamiento voluntario de la población después de cierto horario nocturno (por lo común de siete a nueve P.M.), variando acorde al lugar donde se encuentre nuestro lugar de habitación. Por la otra y de esa si no podemos escapar, es la del asalto diario en supermercados, farmacias, y demás lugares de compra de enseres necesarios, cuyos precios abultados en ascenso semanal y hasta diario son un verdadero atraco a manos limpias de armas destructivas, aunque sucias de avaricia especulativa.
En el primer caso (hampa común), se pretende con pocas excepciones aplicar la prevención para contenerla, muy bueno para los niños y jóvenes que se inician en estos menesteres delictivos, pero totalmente ineficaces para contener a criminales contumaces, sea cual sea la edad de los mismos, incluyendo como hampa contumaz a los corruptos insertos en la administración pública.
El agravamiento progresivo del hecho criminal, ha sobrepasado la acción individual del delincuente, para avanzar hacia la constitución organizativa mafiosa, tanto en lo que respecta al hecho especulativo comercial (inmerso en el plan desestabilizador político de esta oposición fascista que tenemos), como a nivel de la corrupción administrativa con su jerarquía correspondiente, la cual (con fundada sospecha general), puede llegar hasta los estamentos más altos del poder. Por otra parte la infiltración del hampa común organizada, ha permeado los cuerpos policiales en grado actual superlativo (en barrios de mi ciudad, es común las discusiones internas dentro de los cuerpos policiales para obtener el “privilegio” de hacer guardia en los lugares donde abundan los vendedores de drogas, ya que de estos obtienen abultadas coimas a cambio de dejarlos vender sus productos abiertamente, y aunque esto no me consta personalmente son muchos los rumores al respecto). La infiltración de las mafias del hampa común en los sindicatos obreros es un hecho comprobado, con numerosos asesinatos a su cuesta; de hecho, en el sindicato de la construcción cada cartel mafioso tiene su zona de influencia, marcada esta con carteles de apariencia inofensivos en la vía pública; así tanto los constructores de obras privadas como públicas, se ven obligados a aceptar en su nomina a los obreros que estas mafias les imponen, e incluso el que algunos de ellos cobren sin trabajar. No quiero abundar mas en cuanto a la absolutamente perniciosa y aberrante influencia mafiosa a todos los niveles, fundamentalmente por desconocimiento de causa, aunque no dudo de que esta influencia esté presente en muchos otros ámbitos dentro de nuestro País.
Todo lo anterior nos lleva a pensar en lo acertado por parte del alto gobierno en pedir poderes especiales al presidente Maduro para conducir la lucha contra la corrupción (si la acepción de la palabra incluye todo lo antes aquí descrito y mas), hay que aplicar altas penas a los corruptos de cuello blanco, y declarar una guerra a muerte al hampa común, o esta terminará por destruirnos. ¿No basta el ejemplo de lo que está sucediendo en la Nación Mexicana? Que no nos frene el temor a las cínicas críticas internas o internacionales en cuanto a los derechos humanos de los delincuentes, ya que sobre los de estos deben predominar los derechos humanos del resto de la población.