Uno de los elementos centrales que distingue al socialismo del resto de los modelos económicos del capitalismo es que la planificación se convierte en el centro fundamental de la acción política, económica y social. En el socialismo el "como vaya viniendo vamos viendo" teoría "edumariana" de la novela "Por estas Calles", que terminó sintetizando la realidad con la que se pensó el país antes del período del Presidente Chávez, no tiene espacio.
El sistema económico venezolano se concibió bajo una dualidad muy compleja, que no permite planificar y no permite el libre mercado, ya que el extractivismo ha conducido a los gobernantes a destacarse a partir de su capacidad de distribuir la renta petrolera, pero ningún gobierno o modelo ha podido transformar la dependencia monoproductora en verdadero desarrollo. "Sembrar el petróleo" se ha convertido en un mito para todos y cada uno de los gobernantes de turno, entre otras cosas porque algunos no han creído en la planificación, otros no han sabido desarrollarla y los mejores no han podido tener una política efectiva de seguimiento y control que cierre un verdadero ciclo de planificación.
Algunos de los nudos más neurálgicos de la planificación en Venezuela son:
1. ¿Cómo resolver el contraste entre la liquidez que genera el flujo de recursos provenientes de la explotación petrolera y su equivalente en valor de trabajo? El rentismo tiene como problema central que la riqueza no proviene de algún equivalente en trabajo y nivel productivo de la sociedad, por lo que se convierte en una riqueza inorgánica.
2. ¿Cómo resolver la fuga de capitales proveniente de una inadecuada distribución de la renta petrolera por vía de la improductividad, que trae como consecuencia la importación exacerbada de bienes y productos?
3. ¿Cómo hacer productiva e industrializada una sociedad a la que le es más fácil y rentable importar o parasitar del Estado?
Desde viejos dogmas, la resolución de estos problemas tienen respuestas muy claras, pero absolutamente inviables en un país que como el nuestro, es un pueblo trabajador pero improductivo. Salimos a trabajar a las 4:30 am promedio y llegamos a nuestras casas a las 8 pm pero nuestros esfuerzos en un 95% son dedicados a vender, usar o aplicar tecnologías ajenas, y dar servicios prefabricados fuera de nuestro país.
Aunque la redundancia sobre este tema es fatigoso, el emprender la construcción de una plataforma productiva que sea rentable, pasa por una planificación de la acción clara y transparente del sector público, el sector privado, el mixto y el comunal.
Si el Estado sabe en que sectores económicos va a centrar su atención y en cuales sectores el sector privado no tendrá ningún riesgo de su inversión, y aún más importante, si las comunidades organizadas en Empresas de Producción y Propiedad Social saben en que sectores deberán desarrollarse, en especial por su capacidad y potencialidad concreta, la organización productiva se hace más eficiente.
Pero lo otro central es la desmitificación de que el control de cambio tal como está siendo aplicado en nuestro país durante 10 años de manera permanente es eficiente en un modelo de economía planificada. La falsedad y la distorsión que hoy vivimos en nuestro economía trae como consecuencia el hecho de que la mayoría de los productos que consumimos o servicios que contratamos están calculados a dólar paralelo de manera descarada y estos se consiguen sin ningún problema, y aquellos que se financian con dólar oficial no se consiguen y menos si su precio está regulado, y cuando se consiguen son vendidos con precios calculados en dólar paralelo.
Nuestro gobierno hoy en día se engaña a si mismo. Un ejemplo de ello es el precio de la carne, que aunque regulada, y mediada su importación y producción nacional por el dólar oficial, sus precios se fijan tres y cuatro veces por encima de lo establecido e INDEPABIS además de ser incapaz de garantizar la regulación sin generar escasez, con una llamada de un superior, simplemente no puede meterse en un problema de mafia de importadores de empresarios vinculados a altos personeros gubernamentales.
¿Qué hacer?
En una economía como la nuestra, que no es capitalista, ni socialista, sino profundamente extractivista, rentista y dependiente, la salida a sus problemas no tiene una sola vía. Lamentablemente si algo no logró encaminar el Presidente Chávez fue el modelo de economía comunal que tanto impulsó, ya que no le dió tiempo.
Si asumimos la planificación como el medio para lograr el fin, y tenemos claro que el fin es la contrucción de un Estado distinto al actual, un Estado Comunal, debemos:
1. Hacer transparente los sectores de participación de los diversos actores económicos. ¿En dónde el Estado asumirá el control estratégico y soberano y dónde estará el sector privado invirtiendo? ¿En dónde habrá participación exclusiva del Poder Popular incipiente y hacia dónde se aspira que se desarrolle y potencie con apoyo del Estado y del mismo sector privado hasta que adquiera la autonomía desea?
2. Sincerar el sistema cambiario venezolano, que se ha convertido después de 10 años en un negocio para algunos mafiosos, y no ha logrado evitar la fuga de capitales, detener la inflación, ni estimular la producción nacional. Esto no implica la liberación del sistema a libre mercado, sino, implica el establecimiento de un método que permita la fluctuación y estabilización cambiaria a través de bandas donde el Estado intervenga para evitar una nueva especulación cambiaria.
3. Crear una Escuela de Formación en Gestión Socialista y un sistema de formación obligatorio, que sea requisito previo antes de designar a cualquier responsable de la dirección de una Empresa del Estado y dirección institucional, que permitiría en un mediano plazo avanzar certeramente en un modelo y un conjunto de cuadros que garantizaran la construcción del socialismo bolivariano. El compadrazgo, el amiguismos, y el negocio deben ser detenidos con un verdadera acción ética ¿Cómo superamos la corrupción en las empresas del Estado mientras metemos presos a algunos pero volvemos a nombrar a otros porque son los nuevos compadres?
4. Una transformación del Estado, que no es lo mismo que una reforma, debe darse de manera urgente. Nuestras instituciones ya son paquidérmicas y en general, inútiles para satisfacer las demandas sociales. Una nueva Ley sobre la Administración Pública dónde pasemos de los "funcionarios públicos" a los "servidores públicos" sería un pequeño buen comienzo.
5. Por último, pero no menos importante es estar claros que cualquier solución que encontremos debe pasar por negar cualquier solicitud de apoyo a instituciones como el Fondo Monetario Internacional. Una acción como está sería la peor traición al legado de Chávez y el pueblo jamás lo perdonaría.