Habernos quedado sin la presencia física de Hugo Chávez ha sido el momento más duro que ha atravesado la revolución bolivariana. Desde su fallecimiento varios hechos políticos se han precipitado y la crisis de marzo aún continúa.
Ahora nos enfrentamos a una oposición internacional, unida al poder bélico y económico, intentando por todos los medios posibles hacer el absurdo en el proceso de cambio iniciado por el venezolano de a pie. La famélica reacción nacional toma desde su charco esplendoroso las aguas estancadas del fascismo.
Mientras la especulación y el sobre precio van haciendo gala de cuando en cuando y en algunos estados de manera muy prolongada. El desproporcionado dólar negro o paralelo son los factores que más se han enconado en nuestra economía. Esta situación, hoy es imposible que no logre afecte a cualquier habitante de nuestro floreciente país.
Han sido durísimas estas enseñanzas tras la desaparición física del presidente Hugo Chávez, ha sido muy difícil para la asimilación de cualquier venezolano tener que aceptar que la luz más sagrada e incorruptible se haya apagado.
Chávez era estabilidad, progreso, garantía, , estimulo. Con Chávez florecían los proyectos e ideas iluminados hacía el engrandecimiento de la patria. Chávez nunca descansó ni dejar de proponer y hacer. Daba y nada quitaba.
Por esos los retos de hoy son de mucha disciplina, constancia y arrojo, pero también de mucho cuidado. La desaparición física del comandante ha despertado a la vieja elite nacional e internacional la cual no descansará para sacar del poder bajo la fórmula que sea a los herederos de Hugo Chávez.
En cada palabra el presidente Nicolás Maduro nos advierte. Debemos tomar conciencia de la distancia del mar donde quedamos. Hay nuevos y más temibles enemigos. Los intereses internacionales por controlar la reserva de petróleo nos pone en el ojo del desatado huracán de El Pentágono.
