Octavio “El Perrero”, es el nombre de un personaje popular conocido por el sector donde vivo hace tiempo. Este amigo jamás en su vida ha trabajado… eso sí es muy servicial. Hace los mandados a los vecinos, lleva las bolsas de mercado a las señoras mayores, porque sus hijos holgazanes están todavía durmiendo y por si fuera poco les da pena que los vean con las mochilas por las calles… el qué dirán, todos sabemos en esta sociedad consumista esta para eso.
El caso es que Octavio, a pesar de llevar una vida de perro, porque de verdad vive en la calle desde que se dedicó al trago, no ha dejado de ser lucido en sus ideas. Cuando tengo tiempo me arrimo a él para conversar de algún tema. Y surgen una variedad de temas que dan gusto… por la importancia del debate que se podría hacer, digo yo, en una asamblea de vecinos. Otra cosa que se tiene que acomodar, la convivencia vecinal. Claro es otro tema.
El asunto es que un día me pregunto sobre que yo creía sobre la eficiencia del estado. El cual yo respondí que hay que mirarlo con mucha critica.
Arreglando su mugriento saco, me dijo; sí es verdad hay que mirarlo con mucha critica. Está bien, eso lo de la crítica. Pero quien es el que critica la gestión gubernamental -a modo de pregunta quiso decir-. Los que se dedican a eso son los incapaces, los ineptos, los incompetentes, vagos de oficio y para usted de contar el cerro de calificativos que se les pueda colgar a estos individuos y que hay para exportar. Y hacen llamarse “exiliados”, por darte un ejemplo.
Ahora bien, la eficiencia en la administración pública es el reflejo de un estado sano en cualquier parte del planeta, acotó. Sin embargo, cuando hablamos tú y yo sobre este tema en este momento, en algún lugar de nuestro país hay alguien o muchos quejándose por el mal servicio que presta equis institución gubernamental. La gente le echa la culpa al gobierno y termina despellejando al presidente de turno… y así sigue la retahíla de insultos que en conjunto se hace un coro la rabia del usuario.
A quién reclamarle. Esta es la pregunta que cómo critica debemos hacernos. Mira, me dijo, yo he pasado toda la vida perdiendo el tiempo en conseguirle las cinco patas al gato, sobre este asunto. Y a veces se me aproxima un destello de respuesta a esto. Pues, digamos que hay algo que tiene que ver con el individuo, con su conducta y comportamiento.
Fíjate en una cosa, usted no ha visto que somos una sociedad que se queja de todo… y cuando le decimos a ese colectivo afectado de repuestas o soluciones al problema, entonces oímos lo siguiente, para eso pagamos los impuestos etc., etc. Al comparar esto con lo cotidiano, como las colas que se forman en otros organismos para pagar, comprar o hacer otra tarea oímos el mismo sonsonete. Un ejemplo, lo viven los que van a la banca pública, de diez cajeros operan hasta tres. Para obtener un documento tenemos que convertirnos en el hombre maravilla. Aunado a esta situación, otro elemento más, el saboteo a los que no son afines al gobierno. Empleados que se dedican solamente hacer estorbo al desempeño de los organismos públicos para que hablen mal del gobierno. Son cosas que vemos, oímos pero nadie dice nada. Quizá seamos cómplices de lo que sucede.
Vea usted, que esto parece complejo… pero no es así… aseguró. Para todo hay solución. Toda sociedad tiene su propio remedio y uno de ellos es que comencemos a ser mejores con nosotros mismos… dijo finalmente.
Octavio “El Perrero” se paró del banco, despidiéndose me dio la mano… hablamos otro día me dijo sonrientemente.
Por Marco Pedraza