El proceso revolucionario venezolano, que hasta ahora es un proceso único, en América Latina, concebido por un hombre fuera de serie y de época llamado Hugo Chávez Frías, tiene que ser estudiado a fondo, por los historiadores y analistas políticos, nacionales e internacionales, pero sobre todos por los intelectuales de izquierda, donde reflejen, mediante un análisis riguroso, despojados de los tradicionales dogmas y estereotipos, el rol de los militares en este proceso revolucionario, donde tratan junto al pueblo, quebrar el espinazo , o la estructura , como diría Marx, de la burguesía nacional. Cuando la historia refleje estos 14 años y los que falten, allí se destacará la imagen de un Gigante, llamado Hugo Chávez Frías. El hombre conocedor, como la palma de su mano, el escenario castrense, y donde aplicó, paso a paso, un tacto espectacular hasta lograr integrar al estamento militar a su proceso.
Los militares venezolanos, desde siempre, nos hemos diferenciado de otros militares de América Latina. La mayoría de los integrantes de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a través de su historia, han salido de la clase media y de los extractos más pobres del país. Por eso aquí, en el seno del sector castrense, no existe casta, las que sí existen en otros ejércitos de Latinoamérica. Es decir, no nos hemos creído que conformáramos un grupo, o una secta especial, que sobresale por encima de los demás ciudadanos. Los militares venezolanos somos pueblo en armas, como se dice popularmente. Venimos del pueblo, al pueblo nos debemos y volvemos al pueblo, una vez que colgamos el uniforme. Por esa razón a Chávez no le fue difícil entenderse con sus compañeros de armas. Si hablaban el mismo lenguaje y venían del mismo seno del pueblo venezolano, entonces todo estaba hecho a la medida de un hombre que, según algunos conversadores, estaba fuera de época. De allí la empatía que existía entre ese Hugo Chávez, dicharachero, conversador, desinhibido, que hacía uso del lenguaje del pueblo en sus discursos, en sus arengas y en la cotidianidad. Pero sobre todo, Chávez fue un hombre íntegro y auténtico. Ese Chávez que se presentaba ante su gente, en la televisión, radio o grandes foros del mundo, era siempre el mismo. Nunca se le subieron lo humos y miró a alguien desde arriba.
Hugo Chávez, el Gigante de esta Venezuela contemporánea, fue paso a paso, granjeándose el aprecio de sus compañeros de armas, una vez que tuvo el poder en la mano. O mejor dicho, una tajada del poder. Sus compañeros de la “Promoción Simón Bolívar”, de la cual perteneció Chávez, fueron sus primeros aliados en la concientización en el medio castrense. Los ascensos y la ocupación de puestos claves dentro de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana (cambio de denominación que impuso el propio líder), facilitaron el trabajo concientizador y de ideologización, como paso previo, para que con el correr de los tiempos, hablaran en sus discursos sin tapujos del proceso revolucionario, socialista y chavista. El camino quedó libre luego de los sucesos golpistas del 2002, cuando la burguesía cautivó con sus encantos a un grupo de generales y almirantes, para que dieran el golpe que llevó al poder, por 48 horas al máximo representante de la cúpula empresarial del país: Pedro Francisco Carmona Estanga (Hoy en Colombia disfrutando de su exilio dorado). El golpe fallido del 2002 permitió que un centenar de militares de alto rango salieran del ejército. Un grupito de ellos, que se negaban a abandonar los privilegios que les otorgó la burguesía, se atrincheraron en la plaza Altamira, hasta extinguirse sin pena ni gloria.
¿Qué rol juegan los militares en estos momentos y a estas alturas del proceso, legado de Chávez? En el presente y el futuro inmediato, los integrantes de las Fuerzas Armadas Nacional Bolivariana, bajo la conducción de los generales y almirantes ascendidos recientemente por Nicolás Maduro, les toca estar al frente de un contingente de hombres y mujeres, consustanciados con el legado que dejó Chávez, el verdadero líder, el creador del nuevo sentido de las FANB y su rol protagónico en el proceso revolucionario, por lo que les corresponde a ellos seguir transitando la senda que les abrió el adalid, cuyos restos reposan en el Cuartel de la Montaña. Desde todo punto de vista, son las FANB las que están contribuyendo a fortalecer y a construir el país que anheló Simón Bolívar, nuestro Libertador, y Hugo Chávez. Son diametralmente opuestas a las que eran formadas bajo los lineamientos y doctrinas de la Escuela de las Américas, donde se formaban los niveles altos de los militares de la época. Es decir, bajo la tutela del ejército de los Estados Unidos, no para servir al pueblo, sino para servir a los intereses del imperio estadounidense. Ahora, gracias a Chávez, existe una nueva doctrina militar venezolana, clara y patriótica.
En este orden de ideas, el rol del sector castrense es, en el presente, y lo será, en el futuro inmediato, determinante para la consolidación del proceso revolucionario. Recuérdese que la revolución avanzará, no puede estancarse y menos retroceder, pues esa era la idea, el pensamiento y el sueño del Gigante. Hugo Chávez, siempre reiteraba que su revolución era pacífica, pero armada: armada de conciencia y de ideología, pero sobre todo armada, de verdad, verdad, con el fin de defender al pueblo venezolano de los enemigos internos y externos del proceso revolucionario. El líder fallecido, tuvo mucha deferencia con sus compañeros de armas. Atendió al sector militar, en general con esmero. Introdujo cambios importantes, entre ellos la eliminación de rango de Sub-oficial, por el de oficiales técnicos. Eso tuvo muy buena acojida dentro de los sub-oficiales profesionales de carrera. Por otro lado, Incrementó la participación de la mujer, como integrante, de la FANB, y ascendió a Carmen Teresa Meléndez a Almirante, convirtiéndose en la primera mujer, en la historia de Venezuela, en obtener ese grado, hoy día es Ministra del Poder Popular para la Defensa, siendo la primera mujer en desempeñar ese alto cargo.
En efecto, el rol de la FANB, en los días, semanas, meses y años por venir, será definitivo para, junto al pueblo, consolidar nuestra revolución y preservar nuestra soberanía. Hugo Chávez, sabía, como militar que era, que para llevar a buen término una revolución, además de las condiciones subjetivas y objetivas existentes, había que contar con la presencia e injerencia de los militares, como un factor de poder, innegable. Por eso Chávez, preparó el camino para que lo transitaran los militares, unidos con el pueblo, ya que ellos son pueblo en esencia y ese binomio es invencible. Le toca a Nicolás Maduro Moros, continuar esa senda trazada por el Gigante, y llevar a buen puerto, a pesar de las fuertes marejadas y turbulencias que vendrán, a esta revolución única en América Latina, y tal vez en el mundo. El binomio pueblo-FANB, es garantía de estabilidad, avance y sostenimiento de la revolución. ¡Duélale a quien le duela!
¡Chávez vive, la lucha sigue!