La quiebra como cultura opositora

Como si fuera un pronóstico de la Virgen, el oposicionista Tulio Álvarez, en entrevista concedida a un diario capitalino y luego en una concentración organizada por la oposición púrpura, le propuso a quienes adversan al Gobierno nacional que “había que quebrar al Consejo Nacional Electoral”.

Para quienes esta operación es conocida y repetida, como era de esperar, después de la invitación de Tulio Álvarez, hubo loas y palmas entre los que estaban montados en la tarima de la concentración opositora. Tome usted asiento, amigo lector, para que juntos analicemos la formidable y espantosa máquina humana que plantea ultrajar al CNE.

¿Por qué Tulio Álvarez quiere quebrar al Poder Electoral? Ya está. Porque él y su bufete jurídico quebraron judicialmente a la oposición, al no poder ganar ninguno de los casos cuya defensa, forrada en dólares, se le delegó. Por eso, entre maniático-depresivo, Álvarez le propone a los demás oposicionistas que hagan lo único que él saber hacer a la perfección: quebrar todo el rato. Es decir, Álvarez hace lo que puede y conoce muy bien.

No hay paradoja en que Álvarez y la oposición se tracen la meta de quebrar al CNE. Pues, el puntofijismo, con su política de toda la vida de “acta mata voto” y de muertos votantes, llevó al descalabro al desaparecido Consejo Supremo Electoral. Sin embargo, tratando de desconocer los tiempos de avanzada movida histórica que vive el país, Tulio Álvarez, como quebrador de graderío, propone el atroz retorno a los orígenes de las marramuncias oposicionistas. Con esta mentalidad de glorificar la quiebra como corpus filosófico, Álvarez ha logrado reunir a su alrededor a muchos de los que en la Cuarta República quebraron a este país. En esta comparsa de quebradores de oficio, encontramos a Antonio Ledezma, quien hizo tronar la hacienda municipal de la Alcaldía de Caracas.

No obstante, Ledezma, como un aventurero del dólar, pretende venir por lo suyo, ya que sabe que en esa línea de quiebre puede montar nuevamente su mercadillo de otrora. Suponemos que también deben estar rondando la esquina quebradiza de Tulio Álvarez, la legión de quienes quebraron a Recadi, al Banco de los Trabajadores, Corpomercadeo, el Banco Ambrosiano del Vaticano, entre otras instituciones. No conforme con estos desastres económicos y bancarios, estos enfermizos de la quebrazón condujeron a la quiebra a muchos pequeños empresarios durante el sabotaje petrolero.

Como ustedes pueden ver, entre los grupos que conforman el pastiche opositor, existe la unanimidad emocionada de continuar con el desprecio soberano de pretender aplicar sus acostumbradas y heredadas quiebras cuartarrepublicanas. No cabe dudas que, como mercadería averiada a la oposición, el vivir del puro esqueleto y de la indigencia mental, todo le está haciendo muy mal. Parece redundante que una oposición de bates quebraos y quebrantada llame a la quiebra. Sin embargo, en su elementalidad, al proponer la quiebra de las instituciones, como toda una cultura oposicionista, Tulio Álvarez es consecuente consigo mismo, ya que quebrar es su especialidad.

Periodista
vchavezlopez@hotmail.com


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Vidal Chávez López


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