El socialismo en Venalum y Alcasa

En infinidad de ocasiones nos hemos referido a través de este mismo medio acerca de la alarmante situación de insolvencia económica y financiera que desde hace ya algún tiempo vienen arrastrando las empresas del aluminio de Guayana y, especialmente, Alcasa. Son empresas que, en lugar de producir beneficios, lo que sería su razón de ser, lo que arrojan, con cada día que pasa, son cuantiosas pérdidas que, en el colmo del absurdo, han venido siendo absorbidas por la nación. 
 
   De acuerdo con un sano y sensato criterio administrativo, empresas con baja o nula rentabilidad, en lugar de acordar mejoras reivindicativas a sus trabajadores, como viene ocurriendo, lo que debe hacer es suspender sus actividades. Y en el caso de estas industrias con más razón todavía, porque no sólo registran una muy baja rentabilidad sino lo que es pèor aún, porque están quebradas. Lo que, como hemos visto, obligaría a un cierre inevitable. ¿Por qué? Por una razón que hasta un niño de siete años o menos entendería fácilmente. Porque de no procederse así, el que al final resultaría quebrado sería el empresario o financista de las mismas, que en este caso no es un empresario particular sino la nación entera.

   Sin embargo, pese a todas estas y otras advertencias, el gobierno anterior y el actual, hay que decirlo, se han mostrado sordos ante los reiterados e insistentes reclamos que, en relación con este problema, se han veniodo haciendo. En este sentido, pareciera estarse actuando según la consigna "después de mí el diluvio", que traducida a la jerga popular venezolana diría "el que venga atrás que arree". Y no le faltaría razón al que pensara así. Por el contrario. tendría todo el derecho de hacerlo. Porque en lugar de haberse estado buscando una solución a un problema que podría costarle muy caro al país, lo que se ha hecho y se continúa haciendo es todo lo contrario. Es decir, seguir satisfaciendo las exageradas y antinacionales exigencias reivindicativas de unos trabajadores que, a pesar de saber que eso que llaman empresas están quebradas, continúan planteando conflictos a cada rato en busca de más reivindicaciones salariales. Y decimo que "eso que llaman empresas", porque la verdad es que ni Venalum ni Alcasa lo son. Y si no se  cree, búsquese entonces en el Drae el significado de este vocablo. Allí se encontrará, en la segunda acepción, que nada que no produzca beneficios puede llamarse así.

 Ahora, ¿por qué se mantiene esta situación que a mediano plazo con toda seguridad va a resultar insostenible?  Ello se debe a que se piensa que con eso se está construyendo el socialismo. Y no hay nada más falso que esa idea. Entre otras cosas, porque el pensar que el socialismo se pueda "construir" en un país subdesarrollado y monoproductor, no sólo constituye un tremendo error sino que, además, `representa una concepción sumamente simplista y profundamente equivocada de ese sistema. Para entender esto, bastaría con observar las experiencias que al respecto han existido.

   Por otro lado, tampoco se construye el socialismo echándole paletadas de dinero a ese barril sin fondo que es la industria  del aluminio. Y menos, si dichas paletadas, lejos de producir algún beneficio,  lo que hace es comprometer la estabilidad económica del país. Y, además, si por algo se distingue el socialismo es por el máximo aprovechamiento de los recursos, por lo que si existe algo ajeno al desperdicio es este modelo, precisamente.  Pero entonces, ¿cómo surge el socialismo? Bueno, para abreviar, este sistema  se engendra en las entrañas mismas del capitalismo, que es donde se  construyen y desarrollan las fuerzas productivas, las cuales, al llegar a un grado determinado de desarrollo, permitirán la aparición del socialismo. Pero eso no es todo, porque para que se produzca este parto histórico, también es indispensable que el capitalsmo haya agotado sus posibilidades de generar bienestar y progreso. En el caso nuestro, para dejar bien sentadas las cosas, la economía venezolana está muy lejos de ser capitalista. Y si de alguna manera habría  de caracterizarse, sería como mercantilista. Es decir, basada en la comercialización de un bien que ni siquiera es el producto de nuestro esfuerzo, sino un regalo de la naturaleza como es el petróleo.

Y ya para terminar esta larga reláfica, algo hay que hacer en relación con las empresas del aluminio. O bien efectuar una rebaja significativa de sueldos y salarios, o entregarles esas empresas a los trabajadores. Pero lo que no puede seguir ocurriendo es que el país se siga endeudando para mantener en pie una situación que representa un potencial peligro para el mismo. Y las razones son obvias, porque de continuar  manteniéndolas activas, podría llegar el momento en que la capacidad de endeudamiento se agote o que se produzca una caída drástica de los precios del petróleo, y enonteces nos veamos obligados a acudir al siniestro Fondo Monetrio Internacional.

 

alfredoschmilinsky@hotmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 3059 veces.



Alfredo Schmilinsky Ochoa


Visite el perfil de Alfredo Schmilinsky Ochoa para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Alfredo Schmilinsky Ochoa

Alfredo Schmilinsky Ochoa

Más artículos de este autor