Las críticas constructiva y destructiva

Cómo marcha el Estado chavista

Observamos que en la crítica más objetiva de muchos chavistas o simpatizantes del chavismo existe un curioso silencio respecto de la conducta asumida por la oposición, una oposición obviamente no democrática que no tiene motivo alguno para colaborar positivamente con nuestra economía, y menos con su gobierno.

Cualquier plan estatal debe necesariamente involucrar a todos los entes productivos, y, en el caso actual, la oposición es sólo una rémora que amerita tratamiento especial. En esto estoy de acuerdo: Con esos falsos empresarios no puede haber acuerdo alguno salvo la expropiación que sutilmente el Estado debe ir aplicando con quienes descaradamente trancan y regulan su aparato productivo, acaparan o inflan parasitariamente los precios del mercado. De perogrullo, esa oposición juega al desastre nacional en lo económico como fuente de malestar y en búsqueda de esa supuesta insolvencia fiscal que algunos críticos manejan casi a diario.

En mi modesta opinión, como Economista y como observador de la realidad que confrontamos, ante un poder económico atávicamente atornillado a su longeva estadía en el poder político, considero que actualmente y ante esa oposición antagónica, los parámetros económicos manejables estadísticamente deben ser otros. Hoy en Venezuela se hallan más de 4 MM de venezolanos que saben sentarse a la mesa; hoy hay millones de beneficiarios del IVSSO y quienes cobran pensiones para ir al mercado; hoy están desapareciendo aceleradamente los llamados “sin techo”, y con ello, desapareciendo los parásitos vividores del inquilinato. Todo eso va con cargo a la cuantiosa parte de la renta petrolera que antes iba a los pocos bolsillos de los burgueses que desde hace centurias se adueñaron de nuestras riquezas. No podemos hablar del PIB sin considerar esta composición y nueva distribución del mismo.

Hoy se nota un despertar y una satisfacción social como jamás la había experimentado el pueblo trabajador. Es cuestión de visitar los nuevos núcleos residenciales comunales surgidos con el cambio de rancho por vivienda digna. ¿Acaso entran esas variables en los tradicionales cálculos estadísticos del PIB? Este pueblo que ya despertó no puede seguirse manejando como un universo de ciudadanos a quienes dirigir con determinadas medidas financieras y cambiarias de viejo estilo académico y burgués. Hoy se trata de un pueblo coprotagonista que dejó de ser objeto de estudio y forma parte de los estudiosos de la cuestión política, económica y social.

Digamos que el gobierno tiene que seguir operando-como hasta ahora lo hace-como si dicha oposición no pasara de ser un paquete de dificultades tecnosociales que vencer, pero cuyo paquete no puede entrar en la composición protagónica del empresariado que requiere el nuevo Estado Socialista.

Creo que el gobierno sí se halla bien enrumbado en su política de ayuda al pequeño productor, en sus planes e implementaciones fabriles de envergadura que, como tales, son de un aprovechamiento a 2 o 3 años como mínimo. Me luce que el Estado está decidido a acortar las cadenas improductivas comerciales de esa parte de la economía privada que, de otra manera habría que expropiar compulsivamente, si fuera el caso. En fin, considero que estamos hablando dos lenguajes, uno dirigido a toda la población clasista, y otro a la población que se halla económicamente recibiendo su cuota de renta que antes sólo sirvió para crear los cinturones de miseria que están desapareciendo. La sola misión de viviendas es un motor de un potencial cuyos efectos positivos económicos resultan imponderables, cosas así. Las actuales negociaciones con economías no tradicionales son más importantes que las cifras frías que pudieran ofrecernos los indicadores convencionales. La Faja de Orinoco nos ofrece desde ya un seguro contra cualquier déficit fiscal, cosas así.

Vengo sosteniendo y lo he divulgado por estos mismos medios que el Estado debe violentar la contabilidad burguesa, el secreto contable, y debe vigilar cada paso del camino que sigan todas las manos de cada dólar entregado para fines productivos y que- como se sabe-andan por otros caminos contrarrevolucionarios. Tenemos que pensar que la Economía de Guerra es muy diferente a la de la paz burguesa, cuya vigencia nos ataviza.


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Manuel C. Martínez


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