Yo, como reportero, viví en carne propia aquel desbarajuste, el despelote, la ineficiencia, la desidia la improvisación y el afán de enriquecerse con los dineros del Estado con la velocidad de un viento huracanado. Aquella locura, creada y puesta en marcha por el gobierno de Luis Herrera Campins, como producto del famoso “Viernes Negro”, que nació de las erráticas políticas económicas que se venían aplicando, y acudieron al control de cambio, lo que permitió la creación de Régimen de Cambo Diferencial (RECADI), lo que se convirtió con el correr de los días en la gran estafa al Estado Venezolano. Se convirtió en un festín de Baltasar. Cuando se destapó la olla podrida de RECADI, nadie fue preso. Solamente tomaron como chivo expiatorio a un chinito, que con el tiempo se convirtió en famoso, por haber sido el único preso de aquel caso emblemático de la corrupción en la Venezuela de la IV República.
Más tarde, el periodista Agustín Beroes, con quien cubrí la fuente, en aquella época de convulsión económica, escribió un libro sobre el tema. Creo que se tituló: “La Gran Estafa”, donde desnudó toda la podredumbre que se escondió tras ese organismo. El proceso revolucionario de Chávez y Maduro, tienen un control de cambio desde hace 10 años. Ya Chávez no está dentro de nosotros. Pero la revolución tiene a la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI). En los últimos días se está hablando, por parte de voceros del mismo gobierno revolucionario, de CADIVI y su mal funcionamiento. Recientemente, el propio presidente Nicolás Maduro dijo que “vamos a trasformar a CADIVI y seguirá el control de cambio”. Y añadió: “ningún venezolano tiene justificación para “aspar tarjetas cadivi”.
Ya los “expertos” de la derecha han comenzado a acatar con furia a CADIVI. Allí están las declaraciones del economista José Guerra, quien habla de la mayor estafa en materia de divisas. Ese la punta de lanza. Tras de él vienen los demás. Por cierto la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) ha cumplido 10 y unos meses. Y la crisis que se generó después que murió el líder Supremo de la revolución, y que se inició con los primeros cambios que realizó Nicolás Maduro, al sacar de la presidencia del Banco Central de Venezuela a Nelson Merentes, y ponerlo al frente del ministerio de Finanzas, comenzó el despelote. Yo no estoy acusando a Merentes de ser el culpable de esta crisis en el reparto del dólar, donde hasta algunos pilotos de carros y motos, profesionales todos, con actuaciones grises en competiciones en el extranjero, que actúan en el exterior, ha participado en este festín de Baltasar. Ellos, los pilotos, no tienen la mayor culpa. La mayor culpabilidad recae en los funcionarios que, de alguna manera, prestaron su firma para avalar esta lluvia de dólares.
CADIVI, está en la picota. El presidente Nicolás Maduro señaló recientemente que habrá una trasformación en el organismo. Se espera que con la aprobación de la Ley Habilitante, Maduro, tendrá plena libertad para actuar en materia económica. Y poner las cosas en su lugar. En todo caso, yo espero, y junto a mí, los millones y millones de chavistas y no chavistas, que, por favor, CADIVI se no se trasforme en otro RECADI. Hay tiempo de poner las cosas donde deben estar. Y que los responsables paguen. Que no resucite el chinito aquel. ¡Por favor que no pase!. Volveré.
Puerto Ordaz, 24 de octubre