Hay una campaña “informativa” acerca del avance del virus que afecta a las aves y puede llegar a transmitirse a las personas causando epidemias mortales. Eso dice la campaña. Puede ser cierto o falso, puede tratarse de un alerta a tiempo o de un intento de causar preocupación o temor.
Simultáneamente, se ha comenzado a hablar de la vacuna: que si existe, que si no existe, que si se requieren unos meses para disponer de suficientes dosis. Y se menciona a la Organización Panamericana de la Salud y a la Organización Mundial de la Salud, para darle rigor a la información.
¿Qué puede haber detrás?: la industria farmacéutica, unas pocas empresas transnacionales de las más lucrativas y que, por cierto, están ligadas a la producción de venenos agrícolas (Bayer, por ejemplo), o sea, que venden lo que enferma y lo que cura o supuestamente cura.
Las listas de vacunas que los niños reciben ya parece una lista de mercado y no es más larga porque se pasó de las trivalentes a las polivalentes y a las multivalentes. Una “ensalada” de vacunas cuyos efectos sobre el sistema inmunológico infantil no conocemos o no se menciona.
Eso es el capitalismo, un puro y simple negocio, también en el área de la salud, una persecución inescrupulosa y desaforada de ganancias a costa de cualquier cosa. Viene la gripe aviar, vienen los negocios y los pobres países tienen que aprontar gigantescos presupuestos para comprar vacunas. ¿No hay quién presente una opción humana, natural, alternativa?