La tarjeta del mal vivir

Todavía en mi mente está congelada una imagen del presidente Hugo Chávez, cuando ofreció a los venezolanos una tarjeta de la banca pública, llamada “La tarjeta del buen vivir”. Si mal no recuerdo fue en un ¡Aló Presidente! Bastó que nombrara al ministro de la Banca Pública, para que al término de la distancia estuviera con la tarjeta en la mano, entregándosela al Comandante de la revolución. Chávez, como era su estilo, lo interrogo ante los presentes, en torno a cómo iba el proyecto de la fulana tarjeta. “Estamos listos, señor presidente. Comenzaremos por el Banco de Venezuela”. Y ante otra pregunta del Comandante, respondió: “En tan sólo 15 días, o 20, máximo 25, una vez hecha la solicitud, la persona tiene en sus manos esta tarjeta”. El funcionario dijo que ya se podían otorgar las primeras. Y llamaron a X número de persona para que el Presidente hiciera la entrega.

Después, apreciado lector, no se habló más nunca de la famosa tarjeta del buen vivir. Personalmente, acudí al Banco de Venezuela y otros que integran la Banca Pública, y la respuesta era la misma: “No tenemos instrucciones”. Así pasó el tiempo. Y no se volvió a hablar de la bendita tarjeta hasta que Nicolás Maduro, en otro acto especial, se refirió a la reactivación del medio de compra, y llamó al mismo ministro. El Funcionario voló prácticamente, sin tener alas, y le llevó la tarjeta a Maduro. Ante una pregunta del presidente, el ministro dijo que todo estaba listo para comenzar la entrega de la tarjeta. Enseño la del Banco de Venezuela, y dijo que toda la plataforma estaba okey para que todos los bancos que integran la Banca Pública, comenzaran a recibir las solicitudes. “Es muy fácil y rápido”, dijo. Exhorto a las personas a acudir a su banco se su preferencia. Yo, me dije para mis adentro, por fin voy a poder tener este medio para comprar algunas cosas para mi hogar. Fue cuando me acerqué a la agencia principal del Banco de Venezuela, en Puerto Ordaz, llevé los recaudos en enero de este año. Y esperé, confiado en lo que el ministro había dicho al propio presidente de la República, que entre solicitud y entrega de la tarjeta no pasaría de un mes.

Aunque usted no lo crea. Ya van cinco meses, iniciándose el sexto mes, y todavía estoy en espera de lo que me ofrecieron. ¿Qué vaina es esta? ¿Por qué esa burla con las personas? Esas son las cosas que me distancian de ti. ¿No suena eso a un bolero cursi y burlón? Estas actuaciones de estos altos funcionarios son los que más daño le hacen al proceso revolucionario. Más daño que lo que puede hacerle Henrique Capriles, María Corina Machado o Leopoldo López, hablando los tres en un mismo salón, en declaraciones de prensa. O si ustedes prefieren, ruedas de prensa, diariamente durante seis meses o más, y con todas las televisoras encadenadas. Pero la famosa tarjeta del buen vivir, por obra y gracia de la ineficiencia, se transformó en la tarjeta del mal vivir. ¡Se cansa uno!

La ñapa: me aprobaron una tarjeta de crédito del Banco Bicentenario, bajo el marco acuerdo entre esa institución y el IPSFA. Está aprobada desde enero. Y se encuentra dando un tour por varias ciudades. La última vez que averigüé estaba en Calabozo, estado Guárico. Y no ha habido manera que me envíen la bendita tarjeta a una agencia en Puerto Ordaz, la que, por cierto, la ha pedido a través de correos electrónicos. ¡Qué eficiencia! Dios mío. Hasta un Nobel le deberían dar al jerarca mayor de esa institución.

De panita a panita: ¡Se cansa uno!. Volveré.

Teófilo Santaella: periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex presidiario de la Isla del Burro, en la década de los 60.


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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

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