He titulado mi artículo de hoy con el nombre de un libro que escribió, en la turbulenta España que vio surgir la figura de un dictador como Primo de Rivera, una mujer singular como lo fue la dirigente del partido comunista español: Dolores Ibárruri, bien conocida como La Pasionaria. Esta mujer, de un temple extraordinario, supo darle cabida a la mujer española en los días más aciagos de la vida política española. Se hizo respetar y fue respetada, no sólo por su partido, sino por el resto de la sociedad, inmersa en la guerra civil, histórica, por demás, que afectó a millones y millones de españoles.
¿Por qué “El único camino”?, porque a Nicolás Maduro Moros, el hijo de Chávez, no le quedaba otro camino que actuar como lo está haciendo contra la guerra económica, alentada y financiada desde a dentro y desde a fuera, con el propósito de abultar la inflación y, por ende, desestabilizar al país, para los fines que la derecha nacional e internacional ha diseñado, para derrocar a Maduro, y acabar con el proceso revolucionario, legado de nuestro Gigante, Hugo Chávez Frías.
No quedaba otra opción. Había que golpear con contundencia, con fuerza y decisión, a estos facinerosos empresarios y comerciantes que, sin clemencia alguna, se alinearon con el golpismo, y se dedicaron a estafar y a robar descaradamente a los venezolanos, sin distingos de color político o clase social, y vaciarles sus bolsillos, sin tomar en cuenta cuánto costó laboral en una institución, organismos o empresas del Estado, o en las empresas privadas, para recibir sus utilidades, y que éstas fueran a engrosar a las abultadas cuentas de estos despatriados.
Muy bien por Maduro. Sacó sus uñas. Largas y afiladas. Y tras de él está el pueblo chavista y no chavista, pues, todos, sin excepción hemos sido víctimas fáciles de estos ladrones, venezolanos y extranjeros. No debe haber compasión con los fariseos. Sólo el trío formado por Henrique Capriles Radonski, María Corina Machado y Leopoldo López, han salido a defender a esta cuerda de mentecatos, que no deben tener otro sitio que la cárcel.
Llegó la hora de la verdad. Y la verdad es la que estamos viendo a través de las cámaras de televisión: el asalto, el robo, y la usura por parte de un grupo de empresarios y comerciantes que inflaron, semana tras semanas, los precios de los electro domésticos para enriquecerse fácil, a la par que le hacen un daño tremendo al pueblo venezolano. Esa es la inflación galopante que describen todos los días, en primera página, los diarios de la derecha, como: “El Nacional”, “El Universal”, “2001”, el pasquín “El Nuevo País”, entre otros. En verdad, Venezuela: a Nicolás Maduro no le quedaba otro camino que el que emprendió. ¡Duélale a quién le duela!
¡Chávez vive, la lucha sigue! ¡Maduro: a los ladrones, dale duro!