Por todas partes vemos campañas de aire casi sentimental contra la llamada piratería. Todas dan mayor jerarquía al mediador que al derecho a la información, al entretenimiento, etc.
La revista Newsweek del 26/9 al 3/10 se la juega entera a esta amable causa. Su tema central es "el futuro del entretenimiento". Habla de opciones sorprendentes, se anticipa al nuevo reproductor de sonido, fotografía y vídeo; al teléfono con bluetooth, que permite que te guíen por una tienda hacia lo que te gusta, según tus compras anteriores. Se agradece la información, pero hubiera sido mejor completa.
Veamos cómo detener el Orinoco. El año pasado, informaba A Folha de São Paulo, se intercambiaban cinco mil millones de canciones por Internet. Por día. Saca la cuenta por año, si tu calculadora tiene ceros suficientes. Y ha pasado un año.
Los reproductores de MP3 han acelerado el apetito musical, un río que busca su mejor cauce. No hablaré del mejor, porque sabes cuál es. Detengámonos en el peor: el CD, un arquetipo de pésimo diseño industrial. Costoso, mal sonido, frágil (nos dijeron que era eterno), su caja es quebradiza, al abrirla te salta de las manos, cae y se le quiebra una bisagra, la base es irremplazable. A comprar el CD de nuevo.
Adquieres un DVD en Europa y no lo puedes ver en Venezuela, porque los reproductores no lo reconocen, para proteger los manejos comerciales de las distribuidoras. Esa es la globalización. Las copias llamadas piratas no tienen ese obstáculo. Ah, te doy un dato: hay programas para librar los aparatos. Averigua con cualquier chamo.
A Newsweek solo le interesan las cinco disqueras gigantes, Hollywood, los grandes fabricantes de equipos.
Entre autor y usuario hay personas cuya virtud mayor es allanar ese circuito. Pero el afán de lucro pone por delante al mediador en lugar de proteger a los más débiles y únicos esenciales de la cadena: el autor y el usuario.
¿Quién es más pirata? ¿El que vende una copia no autorizada o el que entrega al público productos deleznables y caros como ciertos sistemas operativos?
Lo uno no justifica lo otro, pero me parece mejor exigir productos de calidad a precios más accesibles, en vez de esas campañas culpabilizadoras que solo protegen chatarra envuelta en celofán.