Que tiene como fundamento un sencillísimo principio: el poder se ejerce en forma colectiva. E, impone, crear sociedad de un nuevo tipo, qué, cambia el orden social, cultural, político, militar y económico del modelo que se fabricó desde hace cientos de años a nivel mundial.
Lo primordial de esta novedad es que habrá nuevas relaciones sociales, económicas y de poder, que tendrán por centro primordial a las personas, al ser humano concreto. Y desde allí, ellas mismas harán posible su propia emancipación, en un ejercicio diario y permanente de su plena soberanía.
Esta forma directa de gobernar supera, rebasa los modos de la representatividad tradicional. Esto impone la creación de cuerpos de voceros cuya autoridad surge y se mantiene por que así lo ha determinado la voluntad expresada por las asambleas. Única realidad apta para dispensar y delegar el poder.
Se impone producir un cambio de paradigma. Asumir lo colectivo como elemento rector que exige de la gente poseer nuevos hábitos y conductas. Posible, si los lideres de los partidos, a su vez, logran entender que su papel tiene que cambiar. Ahora, no imponen, escuchan. Para lo cual se deben torcer todos las formas de conducta individualista, competitiva, cuya expresión mas antipática e infeliz es el patrón del consumismo irracional.
Es la única manera clara de poner punto final a las consecuencias nefastas y universales del modelo de sociedad vigente, y sus mas notables patologías: la pobreza, la opresión, el patriarcado de los heredados, la alienación y la violencia.
La novedad es que podemos imaginar que es posible crear la democracia directa.
Que instruye la necesidad de trabajar en los procesos sociales y políticos que deriven en la transformación objetiva y subjetiva de la realidad imperante a través de la construcción de un amplio movimiento popular de concertación revolucionaria y humanística.
Para alcanzarlo no se puede acudir a manejar una ferretería uniforme de tácticas y estrategias que lleven a una hegemonía de tipo popular y de orden socialista que se enfrente a las élites y trastoque la hegemonía de las elites hasta ahora vigentes, sino que la estrategia real es poder contar con la democracia directa en cuyo germen sin duda se radica una naturaleza antiimperialista.
En el ejercicio de esta praxis hacia el ejercicio de la democracia directa resaltan, en lo inmediato, tres posiciones orientadoras, que como fue planteado al principio tienen como fundamento un sencillísimo principio: el poder real se ejerce en forma colectiva, a ver:
1. Crear que es realista, necesaria y provechosa la soberanía de todas las asambleas de ciudadanas y ciudadanos.
2. Aprobar el orden organizativo que estima como absoluto social las relaciones adonde la horizontalidad en las relaciones dentro de sus estructuras organizativas es la base del poder ciudadano.
3. Evidente que aún y los cambios que se puedan adelantar, solo habrá viabilidad para el programa sobre el ejercicio del poder en forma colectiva si hay transformación radical del Estado vigente.
Recordemos, que para quienes en esto trabajan y sueñan, no el hoy, sino el futuro, que hay un mundo que ganar.