¿Quiénes eran los sans-culottes? En español llamamos descamisados a los que tomaron la Bastilla y estrenaron La Marsellesa. Gente callejera, SDF, Sin Domicilio Fijo, como ahora llaman a esa población flotante, disponible para tumultos, la de Clichy-sous-Bois, afueras de París, enfrentada desde hace más de una semana con la Compañía Republicana de Seguridad (CRS, antimotines) de Nicolas Sarkozy, ministro del Interior, decidido a ser el villano de la película. En Mayo de 1968 los estudiantes coreaban « CRS = SS ! ».
Sarkozy sigue al Bush de Nueva Orleáns: «Disparen a todo lo que se menee» y ni siquiera averigüen después. «Hay que someterlos por la fuerza y arrestarlos», diría un reputado jurista venezolano. O sea, Iraq. Los CRS de Clichy no dispararon pero sí desataron los hechos con su hostigamiento permanente, igualito que los tombos de Caracas. Pregúntale a cualquier joven caraqueño y sabrás que es como en París. Tres hostigados se refugian en una estación de electricidad. Dos se electrocutan y uno va a terapia intensiva.
Algo muy malo debe haber estado pasando en esa comunidad pobre, como para que ese incidente provocase que 400 jóvenes incendiasen 20 vehículos en la primera noche de motines. En otra quemaron 70. Las bombas molotov no se improvisan en minutos. Los motines se ensancharon hacia comunidades vecinas.
Clichy-sous-Bois está lleno de superbloques donde «no hay berro, no hay vida ni hay amor». Aquí los conocemos y las condiciones no son muy distintas. Jóvenes a la deriva ética, desarraigados, apiñados en pandillas para encontrar un sucedáneo del afecto colectivo.
La pobreza en la Francia neoliberal ha crecido tanto como las joyas de la Plaza Vendôme, uno de los lugares más caros del mundo, donde los nuevorricos globalizados se apiñan para hallar un sucedáneo del afecto colectivo. Allí compran relojes del tamaño de una mandarina, por 50.000 euros (unos 132.500.000 bolívares).
De los cientos de miles que viven en las calles, hay unos en los galerías de la Plaza de los Vosgos, donde una vez vivieron reyes y ahora conviven gente muy rica y gente muy pobre.
¿Nuevo Mayo del 68? Ça commence ? ¿Comenzó lo esperable? ¿Seguirán sintiendo envidia de Venezuela los revolucionarios franceses que me la expresaron hace dos meses?.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com