El desarrollo endógeno en la política exterior bolivariana

Aunque en primera instancia la relación de no sea evidente, el
desarrollo endógeno y la política exterior de la República Bolivariana
de Venezuela están íntimamente ligados. Cualquier vínculo diplomático,
comercial, energético y hasta cultural que fomenta el Gobierno
Bolivariano con el mundo se corresponde con la visión de desarrollo
endógeno que se adelanta en Venezuela y que es además difundidle entre
los países de la región latinoamericana y caribeña. La globalización
neoliberal fomenta una visión exógena de desarrollo, es decir, pone a
los países "no desarrollados" al servicio de los países
"desarrollados". La globalización puede llegar a promover incluso el
crecimiento económico en países en vías de desarrollo, pero eso no se
traduce en mejorías sustanciales de la calidad de vida de los
ciudadanos. De hecho, muchas economías que registran resultados
macroeconómicos destacables en los países del sur, lo que hacen es
generar mayores índices de exclusión social fronteras adentro. En la
inmensa mayoría de los casos, los tratados de libre comercio que se
firman entre potencias económicas y países o regiones en vías de
desarrollo, no hacen más que favorecer aún más a las élites
exportadoras e importadoras de las partes y desfavorecer ampliamente
las condiciones laborales y sociales de los trabajadores. Las
maquilas, por ejemplo, que se han implantado en Asia, México y América
Central, son fábricas ensambladoras, donde se usa la mano de obra
barata de los países donde se establecen, pero los insumos y productos
vienen y van a los países ricos. Es decir, ellos producen, usan la
mano de obra barata remunerando mal a los trabajadores y después
disfrutan del producto terminado para su consumo interno. Los aportes
de este tipo de mecanismos en y para los países donde se instalan son
prácticamente nulos, de hecho se convierte en una expresión a gran
escala de la explotación de los más débiles por parte de los más
poderosos.

Precisamente esta visión exógena, esta integración asimétrica e
injusta es lo que ha pretendido imponerle Washington a la América
Latina y Caribeña a través del ALCA (Área de Libre Comercio para las
Américas), una propuesta prácticamente desechada por los países de la
América del Sur, que de concretarse profundizaría a extremos
inimaginables las disfunciones económicas y sociales en nuestros
pueblos. Una propuesta con carácter expansionista, anexionista y
transculturizador que trata de liquidar la esencia de las sociedades
latinoamericanas, imponiéndonos el modelo capitalista neoliberal
estadounidense, ajeno, totalmente a nuestras realidades y sueños. El
ALCA tiene ese objetivo: neutralizar el desarrollo de Latinoamérica y
poner sus recursos naturales al servicio de los EEUU. No tomaron los
proponentes en cuenta la fuerza de los ideales de libertad e
independencia de nuestros pueblos. No tomaron en cuenta que la
integración que nuestros países ameritan pasa exclusivamente por la
lucha contra la pobreza, no por la profundización de la miseria. Por
eso, el ALCA es hoy casi un cadáver hecho palabra.

A partir de la necesidad de generar desarrollo social y humano real,
profundo, endógeno y no sólo crecimiento macroeconómico, el Gobierno
Bolivariano le ha presentado a los países de la región una fórmula
humanista y latinoamericanista de integración, el ALBA (Alternativa
Bolivariana para la América). Se trata de una integración que, a su
vez, promueva el desarrollo endógeno en nuestros países, de una
integración que fomente el empleo formal con seguridad, que fomente
los programas de desarrollo nacionales, que ataque directamente la
pobreza con políticas sociales compartidas y que permita la
complementariedad de nuestras economías para beneficio de las mujeres
y los hombres de este continente, para beneficio de las mayorías. El
acceso a los mercados y la desregulación del comercio son
insuficientes y hasta perjudiciales si se establecen entre economías
asimétricas. Aún más, los acuerdos librecomerciales hacen que los
países débiles se vuelvan excesivamente dependientes de los países
poderosos. De hecho, en pocos meses o años seremos testigos de una
recesión en la economía estadounidense, de una devaluación fuerte de
dólar y las consecuencias negativas en aquellos países que hayan
firmado amplios acuerdos comerciales con EEUU serán contundentes. Por
ello el ALBA ha surgido, con sus propuestas propias, para generar una
verdadera alternativa que permita que los beneficios de la integración
lleguen directamente a las mayorías, a los pueblos.

La integración energética que promueve Venezuela, a través de
PETROCARIBE, PETROSUR Y PETROANDINA, es decir de la ulterior
conformación general de PETROAMÉRICA, no busca generar ganancias
incuantificables para las empresas estatales de petróleo; lejos de
ello, lo que se pretende es usar los recursos energéticos con los que
la naturaleza ha dotado a nuestros países para el beneficio directo de
nuestros pueblos. Con nuestra energía se mantiene en buena parte el
sistema capitalista del norte del mundo, mientras que hay regiones
latinoamericanas que carecen de energía eléctrica, de transporte, de
hidrocarburos a precios justos. Este tipo de contradicciones perversas
tienden a desaparecer con proyectos en concreción como los propuestos
por Venezuela. PETROCARIBE, por ejemplo, contempla, además de los
descuentos en el suministro de energía, un Fondo Social ALBA – Caribe
para financiar proyectos de desarrollo humano y lucha contra la
exclusión. En este mismo sentido, el Fondo Humanitario Internacional
que ha sugerido crear nuestro gobierno desde hace casi cinco años,
vendría a destinar recursos destinados hoy al armamentismo, al pago de
la injusta deuda o los decomisos del narcotráfico, para poder
invertirlos en materias como educación, salud, infraestructura, empleo
y desarrollo sustentable. Instrumentos como el Banco del Sur, la
Universidad del Sur, TELESUR, la alfabetización masiva, las políticas
sociales comunes, son mecanismos de integración social, cultural y
económica que se corresponden con el orden de prioridades de nuestra
región. Yendo más allá, las redes sociales que se adelantan y
organizan dentro del marco ALBA, es decir, la coordinación y encuentro
de los movimientos laborales, estudiantiles, de mujeres luchadoras,
educadores, médicos, militares, grupos étnicos, entre otros,
constituyen en la práctica, más que herramientas de integración,
dinámicas de unión indisoluble entre actores sociales, es decir entre
los pueblos directamente, con o sin el apoyo de los gobiernos.

Tal como ocurre con el ALBA, cualquier otro acuerdo que alcanza
nuestra diplomacia comercial, política o energética ha estado y estará
siempre sustentado en las bases del desarrollo endógeno que
promovemos. La cooperación en el fomento de industrias en el país con
inversión extranjera, siempre se corresponde al Plan de Desarrollo de
la Nación y guarda pertinencia económica y social, propiciando la
transferencia de tecnología y la inversión social como parte de los
acuerdos. Es decir, no sólo se busca la inversión financiera, se trata
de que dicha inversión genere beneficios directos perdurables para la
sociedad venezolana en su conjunto. Se trata, además, de promover el
desarrollo endógeno en nuestros países vecinos y amigos, como puede
demostrase en hechos como de mandar a construir buques mercantes y
petroleros para PDVSA en astilleros casi abandonados de Argentina o
España, comprar bonos de la deuda de los naciones vecinas, importar
productos agropecuarios de Brasil o Colombia. Nuestro país procurará
que la demanda de productos o servicios nacional sea satisfecha por
las economías de la región, es decir, se le dará siempre prioridad al
desarrollo de la región latinoamericana y caribeña. Igualmente, las
inversiones venezolanas en el exterior no se limitarán a la
producción, la eficiencia y la ganancia, sino a colaborar con las
sociedades de las regiones donde se encuentren.

Esta nueva visión de integración social se puede palpar en los
programas de cooperación en materias de salud o educación con la
República de Cuba. No se trata sólo de percibir los beneficios de
misiones como Barrio Adentro o Róbinson, sino de multiplicar y sembrar
en nuestro país los conocimientos que los amigos cubanos generosamente
nos han ofrecido. Por ello, la formación de más de 20 mil médicos
venezolanos y latinoamericanos como Médicos Integrales, aprovechando
la presencia trascendente y temporal de los médicos cubanos en nuestro
país. Dentro de seis años esos 20 mil nuevos médicos aumentarán
sustancialmente el nivel de vida de nuestros compatriotas, es decir,
generarán un verdadero desarrollo humano y endógeno. Igual ocurre con
los miles de facilitadores alfabetizadores que se han formado en los
últimos dos años, propiciando desarrollo humano en nuestro pueblo y
poniéndose hoy a la disposición de la América Latina y el mundo para
erradicar el analfabetismo. Precisamente porque el desarrollo endógeno
es parte esencial de nuestro interés nacional y que la política
exterior es indispensable para lograr las metas y objetivos de ese
interés común, en nuestras relaciones con el mundo el Gobierno
Bolivariano no hace más que profundizar el desarrollo endógeno y
soberano de Venezuela y colaborar con el desarrollo humano de nuestros
amigos y socios. Sin una visión endógena, venezolanista y humanista de
nuestro desarrollo, nuestra política exterior caería en las garras del
neoliberalismo y el consumismo. Afortunadamente estamos ante el alba
de un nuevo tiempo de justicia, cuyas puntas de lanza son el pueblo y
el gobierno venezolanos.

(Tomado de la Sección Mundo Adentro de la edición Aniversario del
Semanario Temas Venezuela, del 04 de noviembre de 2005)

jorgearreaza@gmail.com



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Jorge Arreaza M.

Ex-vicepresidente de la República. Ex-viceministro de Ciencia y Tecnología, y ex-presidente de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho).

 jorgearreaza@gmail.com      @jaarreaza

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