Tal vez algunos lectores se burlen de mí, o digan que estoy loco, o algo por el estilo. ¿Nicolás Maduro, un chófer de autobús, un obrero, un hombre de a pie, del montón, como se dice, un sabio? Eso es para no creerlo, así salga publicado en el libro de los records Guinness. Y si Santo Tomás existiera diría: ver para creer. ¿En qué me baso para tan semejante y atrevida afirmación veamos lo que viene.
Un día de estos últimos, pasaba frente a una librería y pare a ver. Sólo a ver. No tenía la intención de comprar ningún libro. Después de un rato de estar visualizando títulos y portadas. Mis ojos se quedaron fijos, por un rato, en uno de los últimos libros de Paulo Coelho. Leí el título y no me pareció llamativo. El manuscrito encontrado en Accra. Después de luchar un buen rato con mí indecisión me arriesgue a llamar a una de las muchachas empleadas de la librería y le dije: deseo ver en mis manos ese libro, y lo señalé.
La empleada me consiguió el libro. Le eche una ojeada, como siempre hago cuando compro un libro. Y solté: Me lo llevó. Pagué y Salí. Me senté en un café y comencé a leer aquel libro que aún, en mis manos, y ante mis ojos, no terminaba por cautivar mis gustos. Al final, le cogí el tumbao al libro. Y leía hasta no terminarlo, ya que tan sólo son unas 159 páginas. Pero encontré algo que me llamó la atención y lo tome en cuenta para este artículo. Leí: Cuando existe la lealtad, las armas son inútiles. Porque las armas son instrumentos del mal. No son instrumentos del sabio.
Dice el autor: La lealtad está basada en el respeto, y el espeto es el fruto del Amor. El Amor ahuyenta a los demonios de la imaginación que desconfían de todo y de todos, y devuelve a los ojos su pureza.
Y ahora viene lo mejor, y es por lo cual yo creo en la sabiduría de Maduro. Afirma Paulo Coelho en su libro que Un sabio cuando desea debilitar a alguien, primero hace que la persona crea que es fuerte. Así desafiará a alguien más fuerte, caerá en la trampa y será destruida. Y añade: Un sabio, cuando desea disminuir a alguien, primero hace que la persona suba la montaña más alta del mundo y piense que tiene mucho poder. Así ella creerá que puede ir todavía más alto, y caerá al abismo.
El trío del mal, se creyó que estaban en la cima, con sus acompañantes: Fedecámaras, Consecomercio, Venamcham, Álvero Uribe, J.J. Rendón, y demás bichitos, de pronto, el sabio se salió con las suyas. Nicolás Maduro, el hijo de Chávez, el autobusero, el obrero, a quien la derecha amarilla subestimó, les tendió una trampa y cayeron como unos angelitos. Ahora andan desesperados. La fuerza de la revolución chavista ha tomado el toro por los cachos y ahora es que viene lo bueno. Para que no sean pendejos. ¡Se cansa uno! ¡Volveré!