Chávez, no se equivocó. Hugo Chávez fue un visionario. Iba mucho más mucho más adelante que los demás. Veía más allá del horizonte. Era lo que se llama un “animal político”. Fue el filósofo Aristóteles, quien en su libro “La Política” habló, en primer lugar, de una “animal social”. Se quería referir de todas maneras al “animal político”, como el ser humano que poseía capacidad natural para relacionarse políticamente. Podía coadyuvar a crear sociedades y organizar ciudades para llevar una vida mejor.
Hugo Chávez Frías, era un político de otra época. No de esta. Fue un fenómeno, no sólo a nivel nacional, sino internacional y mundial. Sabía cautivar a todos. Inclusive a quienes le adversaban políticamente. Bastaba estar frente a él, para que los demás parecieran ovejas, sin que se mi intención sea la ofender a nadie en particular. Lo digo de puro corazón. Pero en honor a la verdad, un líder como Chávez, es algo del otro mundo. Chávez, con su sola figura frente a frente, era impresionante. Esa sonrisa a flor de labio, sus ojos penetrantes, su rostro impregnado del indio y del blanco. Esa mezcla, era subyugante. Uno de los entrevistadores más famoso de los Estados Unidos, Larry King, dijo de él: “Chávez era un hombre fuera de serie”.
Por eso no se equivocó cuando escogió Nicolás Maduro para que fuera elevado al máximo cargo del país. Maduro, como casi todos los líderes, no nació siéndolo. Fue paso a paso, poniendo en práctica las recomendaciones de Chávez y Fidel. Se fue haciendo líder, a su estilo. Fue muy criticado, e incluso, por gente de su propio partido dudo de su liderazgo. Pero el tiempo, muy poco por ciento, se encargo de sacar a flote el nuevo líder del chavismo y de Venezuela. El se está consolidando, está creciendo en su propio país. Más tarde, ustedes lo verán, su presencia se extenderá por Latinoamérica y el mundo. Yo que se los digo.
El líder no nace, se hace. Maduro, no nació siendo líder. Se ha venido haciendo lentamente, pero con solidez. En estos últimos días ha sorprendido a propios y a extraños. Su poder tal vez no esté en el discurso, tipo Chávez, sino en su acción. Es un hombre sumamente trabajador, tal como lo era su mentor. No para en Miraflores. Y respeta aquellos lugares sagrados para él, como es el balcón del pueblo y la oficina desde donde despacha Chávez. Ese respeto por su líder supremo de la revolución, dice mucho de quién es Nicolás Maduro.
¿Quién es un verdadero líder, hoy día? Es el que se forma en la acción conjuntamente con su pueblo. Por eso Maduro va por buen camino. Implementó lo que se llama el “gobierno de calle” y eso le ha rendido sus frutos, en todos los sentidos. En primer lugar, está aprendiendo directamente de su pueblo y, en segundo lugar, está solucionando los problemas con la participación de la gente. Las personas se sienten alegres y comprometidas con la acción de gobierno, porque se siente que son parte de él. Eso se llama liderazgo compartido, pero él, como presidente de la República es quien lleva el timón, sin titubeos, sin nerviosismo, muy asentado. Confiado. Muy confiado en lo que está haciendo y lo que tiene que hacer en el futuro próximo.
Su liderazgo es intuitivo, es visionario, a la vez. Lo que está haciendo con la “Misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor” es espectacular. El mundo debería saber de esta gestión. Es única. Y está inspirada en el Gigante, sólo que le ha tocado a Maduro hacerla realidad, con fuerza y energía. Maduro está en el presente y en el futuro. Atiende a todos los frentes, a la vez, demostrando que es él el que manda y punto. El Chavismo está respondiendo a Maduro con el fervor que manifestó a Chávez. Hay Chavismo para rato. Eso se nota, se observa y se palpa. En fin, ¡TENEMOS UN LÍDER! ¡Volveré!