El profesor Eleazar Díaz Rangel, quien fuera uno de mis profesores en la Escuela de Comunicación Social de la UCV, escribió un artículo muy interesante, como son todos los que él escribe, tanto en Aporrea como en su columna de los domingos en Última Noticias, donde él sigue siendo su Director. “Ruidos de sables”. Estoy seguro que muchos lectores leyeron el artículo con cierto nerviosismo, ya que la historia recoge, las angustia, de aquellas épocas aciagas en que se decía por las calles “hay run-run en los cuarteles”. Tras de esa frase venía la de los ruidos de los sables. Eso se convertía en el argot callejo, “la vaina está fea”.
El profesor aclara la cuestión cuando responde a un colega en torno a la diferencia que el apreciaba entre el pasado de convulsiones militares y el presente. “La situación – dice Díaz Rangel--, de hoy en América Latina es radicalmente distinta. ¿Desde cuándo se escuchan ruidos de sables en Argentina y Bolivia, por ejemplo?
Y el profesor Díaz Rangel, tiene razón. Las cosas han cambiado enormemente en América Latina. La aparición de Hugo Chávez en el escenario político Latinoamericano, y sus señalamientos contra la Escuela de las Américas, donde iban a instruirse los altos oficiales de los ejércitos de la región, socavó las bases de ese organismo donde el manual contemplaba la agresión, la tortura y el ABC de un golpe de Estado.
En vez de ruidos de sables en estos países se habla, con un mayor o menor grado, de cambio, de nacionalismo y de revolución. El despertar de los pueblos ha ejercido una influencia inusitada en los hombres de uniformes. Honduras ha sido una excepción, ya que el imperialismo obró rápido para no permitir un país más alineado a las ideas de Hugo Chávez. Pero ahora, en Venezuela, los ruidos que se oyen son de revolución. Nicolás Maduro, ha tomado el toro por los cachos. Puso a correr a más de uno. La desesperación, en el trío del mal, se ha elevado a niveles insospechables. (Parece que el chanchullo en los votos de las elecciones presidenciales en Honduras terminan de escamotearle el triunfo a Xiomara Castro, esposa de…
Los ruidos de la revolución bolivariana, retumban en los predios del imperio. No pudieron con Hugo Chávez. O dicho de otra manera: ellos pensaron que “muerto el perro, se acabó la rabia”. Les salió el tiro por la culata. En Venezuela ahora es que hay chavismo. Ahora fue cuando se despertaron las ganas de profundizar la revolución. Todo el chavismo, junto al Gran Polo Patriótico, apoyan irrestrictamente lo que está haciendo Maduro, pero sobre todas las cosas, lo que viene. Yo le aconsejo a la oposición que compre alpargata porque lo que viene es joropo.
Eso tenía que llegar. No se podía hablar de revolución, mientras el dominio del poder económico y financiero lo tenía la derecha y la burguesía parasitaria y apátrida. ¿Cómo avanzaba una revolución prisionera del capital? ¿Cómo es eso? ¿Dónde se ha visto que una revolución conviva con el enemigo, como si no estuviera pasando nada. Mientras tanto ellos estaban aprovechándose de los errores, haciendose ricos, muy ricos de la noche a la mañana. La revolución en manos del liderazgo de Nicolás Maduro, ha tomado el vuelco que la mayoría del chavismo esperaba con ansias, unos, con furia otros.
La masa de los revolucionarios de este país, estamos de fiesta. Por fin se ha comenzado a golpear a la cadena de explotación del venezolano. Y en esto deben caer los especuladores, los usureros, los ladrones y miserables con un pueblo, inerte al vaivén de esos despatriados. Pero no podrán. Las bases de la revolución se están construyendo sólidas, ningún vendaval podrá derribarla. Ningún ventarrón, venga donde de donde venga. Nada ni nadie podrá socavar su base. Ahora es que hay chavismo para siempre. Los demás, la derecha amarilla y la burguesía parasitaria, los amos del valle, serán arrastrando por la fuerza, icontenible del Tsuimani que puerta Que viene levantado olas submarinas con la fuera que nos imprime el Girante, desde su descanso..
“No se equivoquen” les ha dijo en varias oportunidades Nicolás Maduro. Y les advirtió, con antelación que “métanse con el diablo, pero no conmigo”. Y no le pararon al chófer de autobús. Lo subestimaron. Ahora, señores de la derecha, chúpense esa mandarina. Y vaya de recordatorio: No hay ni habrá ruidos sables, es pertenece al pasado, lo que viene es u Tsumani de revolución, que los sorprenderá en un bla ,bla, bla. “No lloren por mí Argentina”. ¡Se cansa uno! ¡Volveré!